deux

264 55 7
                                    

― ¿Qué cosa es esa?

La pregunta confundió sus sentidos, señalaba la bicicleta con la mirada confusa, como si buscara comprender aquel objeto.

― Eso no es una cosa, es mi bicicleta.

― ¿Y qué hace?

― Me lleva muy lejos, a donde yo quiera.

Parecía impresionado con cada respuesta, ¿acaso de dónde venía no existían las bicicletas? Luego recordó que su hogar era demasiado pequeño, seguro solo habría lugar para él y poco más.

― ¿Tú también vienes de muy lejos? ¿de cuál planeta? ― Su mirada pareció iluminarse.

― ¿Tú... Vienes de otro planeta?

La pregunta no fue respondida, el pequeño tenía su mirada fija sobre el objeto desconocido ante sus ojos.

― En esto no creo que puedas venir de muy lejos...

Y tenía razón, quizás como mucho habría andado unas treinta o cuarenta calles pedaleando en su bicicleta. Pero dudaba que el rubio pudiese entender sobre calles.

Las dudas invadieron la mente de Jaemin, tenía la fuerte necesidad de saber de dónde provenía aquel misterioso chico, así que las preguntas nuevamente no tardaron en brotar de sus labios.

― ¿De dónde vienes? ¿Dónde está tu casa? ¿A dónde quieres llevarte a mi cordero?

Tenía la mirada perdida en algún lugar del parque, el silencio comenzaba a inquietar a Jaemin, el pequeño no estaba dispuesto a aclarar ninguna de sus dudas, eso parecía.

― Lo bueno de la caja que me has dado, es que, por la noche puede servirle de casa.

Eso fue lo más cercano a una respuesta que pudo obtener.

― ¡Sin duda! Y si eres bueno también te daré una estaca y una cuerda para atarlo durante el día.

El desconocido lo miraba desencajado, como si su comentario lo hubiese confundido.

― ¿Atarlo? ¡Que idea más rara! ― exclamó ― Usted si que es un hombre muy extraño...

― Si no lo atas, se irá por donde sea y puede perderse...

Aclaró esto como si se tratase de algo obvio, pero sus palabras no parecían ser comprendidas por su receptor. Las risas ajenas no tardaron en invadir el ambiente, dejando a un Jaemin muy confundido.

― ¿Y a dónde quieres qué vaya? ― Una sonrisa divertida adornaba su rostro, a Jaemin le resultó adorable.

― No sé, a cualquier parte.

El rostro ajeno se ensombreció, se podía ver un atisbo de melancolía en su semblante.

― No importa, mi tierra es muy pequeña. ― suspiró ― A donde vaya no puede ser muy lejos.

Aquellas palabras resonaron en la mente de Jaemin, aturdiéndolo con más dudas. Creía que el extraño era demasiado peculiar, pero con cada palabra que soltaba, sentía más ganas de conocerlo y de saber de donde provenía.

Pensó que debía ser paciente, aquel chico solo parecía estar dispuesto a hacer preguntas pero no a responderlas, pero con un poco de paciencia lograría conocerlo mejor y descubrir de donde había salido aquel niño tan particular.

La noche parecía amenazar con abandonarlos, Jaemin supo que era demasiado tarde, incluso para él.

― Ya debería irme a casa... ― Vislumbró un deje de tristeza en las orbes ajenas ― Tú también deberías irte.

― Mi casa está un poco lejos...

En ese momento no comprendió la gravedad de aquellas palabras, lo conocía tan poco que entenderlo se le dificultaba. ¿A qué se refería con lejos? ¿treinta calles? ¿sesenta? o quizás años luz...

Finalmente se despidió del desconocido ya no tan desconocido, partiendo en su bicicleta con su mente llena de preguntas y con la promesa de volver a encontrarse mañana, en aquel parque.

le petit prince ― renmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora