DAY 6: FANTASY

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- ¡Muérete, muérete!

Refugiado detrás de un bloque de rocas, Kenma se pregunta cómo se ha podido torcer tanto el plan de ruta. Estaban muy cerca de su objetivo, casi podían ver el castillo del rey demonio Oikawa delante de las narices, pero antes, tenían que cruzar una gruta subterránea. Simplemente cruzarla, así de fácil. Pero no, por algún motivo desconocido, aunque Kenma empezaba a sospecha que habían roto algún sello mágico con su presencia, el suelo ha empezado a temblar y las paredes a deformarse hasta separar al grupo de héroes. Y allí estaba él, enfrentándose a un monstruo de tres cabezas, seis brazos, la piel rugosa como si fuera de piedra y unas ansias asesinas saliéndole por todas las grietas de su cuerpo. Y si su percepción no lo engañaba, el resto de sus compañeros tenían un monstruo personal para combatir, a excepción de unos que al quedar juntos tienen dos.

El monstruo detiene su lluvia de ataques y Kenma lo aprovecha para lanzar un conjuro de agua y hielo, frustrándose al ver que no ha servido de nada, simplemente enojarlo e invitarlo a seguir atacándole.

El mago no puede evitar lanzar un suspiro, pensando que esas luchas extras no estaban dentro de su contracto mental. Él sólo accedió a unirse al equipo tan variopinto para derrotar al rey demonio. Bueno, esta era su misión oficial y en todo caso, la intención del héroe Hinata. Los demás, incluyéndose él mismo, tenían sus propias ambiciones. Y allí estaba, aguantando enemigos que nada tenían que ver con él y que sería igual de feliz sin conocerlos. No son pocas las ocasiones en que se ha recriminado el hecho de aceptar la propuesta de Hinata. Él debería estar en el gremio Nekoma, leyendo pergaminos o durmiendo, con los gritos de Yaku de fondo. Pero inmediatamente después de pensarlo, recuerda el motivo que lo impulsó a estrechar la mano del héroe. Su ambición personal. O más que ambición, respuestas. Y para conseguirlas, tenía que ir al castillo del rey Oikawa.

De repente, nota como la roca de su espalda se agrieta quedando al descubierto. Sorprendido, gira la cabeza para ver la sonrisa sádica del gólem que ya tiene el puño alzado, preparado para el último golpe. ¡Como si fuera a dejárselo tan fácil! O eso es lo que Kenma quiere creer pero viendo como su barrera protectora no llega a tiempo, solo puede desear que el golpe no sea mucho más doloroso que los conjuros de Lev cuando no controla la puntería.

- ¡KENMA!

Esa voz... Una de dos, o finalmente se ha vuelto loco de verdad o su mente le ha regalado esa voz como último recuerdo en vida. Si es lo segundo, tampoco se quejará, al fin y al cabo, es mucho más agradable recordar la voz de su querido amigo –a pesar que él sabe que sus sentimientos van más allá de simples amigos- que no el puñetazo contra su cabeza.

- ¡Hey, Kenma! ¡No juegues conmigo! ¡Responde!

Extrañado por las nuevas palabras llenas de preocupación, Kenma abre los ojos, que en algún momento había cerrado, encontrándose en los brazos de un demonio de cabellos negros.

- ¿...Kuroo?

- ¿¡Estás bien!?

Asintiendo, Kenma observa, por encima de los hombros del contrario, el monstruo con el puño dentro de un cráter en el suelo. Sin tiempo para reaccionar, Kuroo aumenta la fuerza del abrazo, escondiendo su rostro en el hombro del mago.

- Estás bien... Por un momento... Demonios, no vuelvas a asustarme de ese modo.

- Pero... ¿Cómo?

- ¿¡Se puede saber por qué habéis decidido ir por la gruta!?

- ¿Eh? Es el camino que hay que coger para llegar al castillo de Oikawa...

- ¡No es verdad! ¡Hay otra ruta por el bosque!

- Ah, sí. Pero hacía mucha vuelta así que lo descartamos.

KuroKen week 2019Where stories live. Discover now