Las grandes puertas a la arena se abrieron haciendo un chirrido agónico. Yo estaba parada en medio de ella abrazando el hacha y el escudo que me habían dado. Me dejaron escoger otro arma y cuando vieron que un puñal fue mi elección las risas y un montón de palabras que no entendía pero que parecía como si estuvieran condenándome, cayeron sobre mí.
Knhor, el soldado que me obligó a pelear fue el mismo que me empujó hacia la muerte. Se alejó y vi que me apuntaba con un arma, solo tenía una opción, salir e intentar aguantar todo el tiempo posible. No quería morir escapando, y menos a manos de ese capullo. Me sobresalté cuando una voz por los altavoces habló a todo el estadio.
"¡¡Bienvenidos a las luchas de los gladiadores!!, hoy tenemos al campeón de los últimos 16 combates: ¡Yihak!"
El estadio rugía. De repente me di cuenta de que estaba temblando.
"Que no se note que tienes miedo, si no se aprovecharán y te harán sufrir el doble".
"¿Qué?"- Miré a mi alrededor vi a otro guardia, este parecía más joven, con unos pequeños ojos y orejas de gato y una cara bastante humana, con dos rayas morado oscuro en cada mejilla, como un tigre.
"Ahí tienes que salir sabiendo lo que vas a hacer, encima te vas a enfrentar a Yihak, es un suicidio".
"Yo no he elegido esto, déjame morir en paz".
"Recuerda una cosa, la velocidad es lo que cuenta".
El soldado se fue dejándome sola en medio de esa gran puerta.
"¡Y por otro lado, viniendo del planeta tierra y siendo su primer combate: Kiba!"
"Que es Kibacker, ¿tan difícil les resulta?"- pensé.
Knhor me empujó y las puertas se cerraron detrás de mí. Ahora estaba sola delante de esa gran cosa. Yihak rugió y empezó a correr hacia mí, solo tenía cinco segundos para pensar en lo que haría. Bien, el sensei Sebastián me enseñó que cuando te enfrentas a un contrincante siempre tienes que buscar su punto débil. Ahora, ¿donde puñetas estaría el punto débil de eso?
Mientras pensaba solo podía hacer una cosa, esquivarlo e intentar mantenerme con vida. Era grande, pero muy torpe. Me acordé de lo que me dijo el joven soldado "la velocidad es lo que cuenta". Me persiguió unos cuantos metros y esquivé unos cuantos golpes. Ya estaba cansado. El soldado tenía razón. En ese momento me vino a la mente un posible punto débil, el espiráculo. El orificio del que disponen los cetáceos para respirar. Me quedé parada mucho tiempo, Yihak me alcanzó con su brazo haciéndome recorrer unos cuantos metros en el aire. El aterrizaje fue forzoso, lo bueno es que caí con el torso. A pesar de eso no podía levantarme, mi cuerpo se sentía atraído hacia el suelo. De repente me giré a la derecha para esquivar el golpe que Yihak había intentado asestar con mi propia hacha, que solté cuando me golpeó. Rodé cogiéndola y acto seguido trepé por su cola de ballena. No lo pensé dos veces, impacté mi hacha en su orificio respiratorio. Yihak pegó un grito desgarrador y todo se empezó a llenar de un líquido granate. Se puso de rodillas y se desplomó en el suelo. No podía creer lo que acababa de hacer. Gané el combate. O eso creía. Canté victoria antes de tiempo. Esa especie de cetáceo, con las fuerzas que le quedaban, se levantó y cogió el hacha para asestarme el golpe final. Una vez más esquivé su ataque, no sin que el hacha me hiciese un corte profundo en el brazo. No tenía tiempo de idear nada, así que no lo pensé dos veces y trepé de nuevo por él. Una vez allí arriba me acordé del puñal que había escogido en el último instante y lo clavé en ambos ojos de la bestia. Yihak se retorció haciéndome perder el equilibrio, haciéndome colgar de su hocico.
Estaba cara a cara. Ya no sentía miedo. Era todo o nada. Mire el puñal ensangrentado y lo clavé en el cuello de la ballena con patas. El cuchillo cortó toda la carne que se interpuso en su camino. Llegue al suelo e hice una voltereta por la inercia. Ya estaba. Yihak cayó al suelo junto a todas sus vísceras y su última comida. Me dio tanto asco que estuve a poco de vomitar. Me levanté del suelo y me giré hacia él. Estaba muerto. Lo había conseguido, lo habían conseguido: había matado a alguien, a algo. Me arrodillé quedando a la altura de su ojo, ahora sin vida.
"Lo siento mucho"- dije con lágrimas en los ojos. El estadio estaba en silencio.
Me levanté y miré hacia arriba, girándome viendo a los miles de soldados Galra. El brazo me dolía, pero me sentía orgullosa de haber sobrevivido, de haberme podido defender. No sé por qué, pero levante mi brazo lleno de sangre arriba en señal de victoria. El estadio empezó a corear mi nuevo nombre.
"¡Kiba!, ¡Kiba!, ¡Kiba!..."
Se abrió la puerta donde había entrado Yihak, solo que esta vez entró una especie de nave, cargó al gladiador muerto y volvió a salir. Mi respiración estaba acelerada. Vi que la puerta por donde había entrado también se abrió y entraron tres soldados, a dos de ellos ya les conocía.
"Es una verdadera tragedia que no hayas perecido, Jaxx llévala a su celda"- soltó Knhor mirándome con desprecio. Jaxx me cogió de los dos brazos llevándolos a mi espalda. Gemí sin querer debido a la herida profunda. Durante todo el camino, a pesar del dolor, intenté zafarme pero no pude. Más tarde lo pensé, ¿si hubiese logrado soltarme cómo podría escapar?. No sabía dónde estaba, ni dónde estaba la sala de control o de despegue, ni quien controlaba este lugar...
"Has luchado bien para ser tú primera vez"- Dijo dijo el joven soldado.
La verdad es que no me esperaba el comentario así que me sobresalté un poco.
"No es algo de lo que este orgullosa, así que déjame en paz. Yo no estoy hecha para matar gente".
"Por lo que he visto ahí fuera, yo diría que sí".
Por un segundo se me paró el corazón. No dudé en matarlo. No duden atravesarlo con el hacha, con el puñal. Me sentí bien al haber ganado el combate.
"A partir de ahora eres un gladiador. Ellos van a tener en cuenta lo que ha pasado ahí hoy. Han comentado que tienes potencial y..."
"¿Por qué me cuentas todo esto?"- interrumpí.
"Para que te prepares".
"Yo ya he luchado, ya lo he hecho. He sobrevivido".
"Esto acaba de empezar, vendrá alguien para prepararte y hacerte más fuerte. Quieren divertirse, ganar apuestas, pero sobre todo quieren un guerrero potente".
"Dirás a una máquina de matar y yo no soy ninguna de las dos".
"Yo solo te digo que esto es el principio de tu nueva vida, Kiba"
"No me llames así".
"Ahora perteneces al imperio Galra, nos perteneces... Kiba".Me di la vuelta y vi su sonrisa juguetona con dos afilados colmillos.
"Que no... me llames... ¡ASÍ!"
Salté por encima de mis brazos atados, ahora mis manos estaban encadenadas hacia delante, teniendo más movilidad. Intenté rescatar alguna lección de karate asestándole una patada en la mejilla, pero la paró. Me llevo hacia él y acto seguido le di un cabezazo. Dio varios pasos para atrás y para cuando volvió la vista al frente, yo ya había echado a correr.
Corrí todo lo que pude, giré varias veces a la derecha, sin saber donde ir. Yo solo quería salir de aquí. Quería irme a casa.
Al girar a otro pasillo me choque contra algo, o alguien.
"¿Pero adonde te crees que vas humana?" -Dijo Jaxx con un tono burlesco. Me volvió a esposar hacia atrás y me golpeó la boca del estómago. No pude respirar unos segundos.
"No vuelvas a hacerlo, esto no es un juego y no quiero hacerte daño"- me dijo al oído, cogiéndome de la barbilla.
Estaba a punto de quedarme sin sentido. Me cargó a su hombro y pude ver como volvía por el pasillo que había recorrido antes.
Me dejó en un suelo negro, con rayas moradas. Suponía que esa era la celda. Mi vista se empezó a nublar y lo último que pude ver fue la cara de Jaxx borrosa. Cuando salía, oí que murmuraba algo antes de cerrar la puerta:
"Sobrevive, Kiba".
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La cara oscura de la luna. (Spin-off Voltron Legendary Defender)
De TodoMucho antes de que los paladines de Voltron dieran vida a los leones, estos estaban ocultos del imperio Galra. Su emperador el gran Zarkon aterroriza el universo conquistando y destruyendo cualquier planeta. La vida de Rei Kibackers cambió cuando d...