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"Oh dios".

"No lo puedo creer".

"El mundo me odia".

De tantos pensamientos que tengo en este instante, esos son los principales.

Entre todos los liceos de esta ciudad, entre tantos cursos. Entre tantas variantes. Justo a mi me pasa esto.

Creo que quiero volver a mi antiguo liceo, todo me da igual.

Max me mira.

Me esta mirando, con un aire melancólico, como si su cabeza uniera cables y hubiera hecho "click".

Ojos brillantes, cabello azabache un poco largo, facciones más definidas que la última vez que lo vi.

"Sigue igual de perfectamente imposible"

Dije en mi consciencia, pero me doy cuenta de algo. Oh, me están hablando, oh dios, es el profesor.

-Señor Collins, si no le importa sentarse para comenzar mi clase puede salir e ir a inspectoría.- Dice con molestia en su tono de voz.

Maldiciendo, voy caminando hacia mi puesto. Está al frente que el de Max.

Incómodo me siento, o eso me disponía a hacer cuando me tropiezo.

¿Puedo morir? Quiero morir en este instante.

Alcanzo a sostenerme de la silla, pero escucho risas ahogadas de mis compañeros, lo cual aumenta mi vergüenza. Hasta que observo una sonrisa traviesa por parte de Max.

Lo miro, y no puedo evitar perderme en sus ojos marrones, pero brillantes.

Luchando contra la casi necesidad de seguir viendo sus ojos, desvío la mirada. Pongo mi mochila en la silla y me siento.

Veo miradas curiosas por parte de mis compañeros y compañeras.

Iba a sacar mis cuadernos cuando el profesor habla.

-Bueno, vamos a comenzar presentándonos. Primero yo, me llamo Alan Smith, un gusto. Bueno ya qué hay dos nuevos nos presentaremos con; nombre, edad, pasatiempo preferido, y color de preferencia.

Vaya que raro lo último, pero da igual.

Dios, tengo sueño, quiero dormir e irme a Narnia con el león ese.

Uno a uno mis compañeros fueron presentándose, no eran muy llamativos, al menos de momentos. Hasta que le toca a Max.

-Bueno, me llamo Max, tengo 15, cumplo en octubre. Mi pasatiempo favorito son todos los tipos de deportes, mi color favorito es el negro. Brillante, misterioso y precioso. Por eso es mi favorito.- Termina con un aire arrogante que no se de donde salió. Siento como un mareo se instala en mi, "¿desde cuando es así?", "¿Por qué pareciera que te insinúas a alguien, más específico tu compañero al lado tuyo?".

Intento calmar un dolor en mi pecho y me concentro en una chica que llamo mi atención.

-Buenos días, bueno, eh, me llamo Amelia, tengo 16.- vacila un poco antes de seguir.- mi pasatiempo es leer, escuchar música y eso, creo. El color es blanco.

No sé si me llamo la atención lo linda que era, o el que veía a compañeros atrás riéndose de ella, de sus orejas. Lo noté ya que ponían sus orejas hacia delante y hacían ojos rasgados. A pesar que ella solo tenía ojos pequeños.

"Estúpidos".- pienso para mi.

Después de dos chicos me toca a mi

-Soy Dante Collins, tengo 15, me gusta el básquetbol y me gusta el azul.

Breve y preciso, no iba a hablar de más. Ya comenzaba a odiar este ambiente en clases.

-Bueno eso es todo, pueden hablar y conocerse, en la otra clases repasamos materia.

Justo en el momento en que quiero concentrarme en otra cosa que mi maldita mala suerte, viene este señor y nos dice eso. Odio mi suerte.

Todos comienzan a hablar. Hasta Max con su compañero, al que se le insinuó, al final se llama Gabriel.

Veo como Max se acerca hacia mi. Tengo miedo.

Me levanto antes y voy hacia la chica que está leyendo algo en su celular, Amelia, ese era su nombre. El único que recuerdo de toda la clase.

-Hola, ¿Amelia...?- Digo con duda.

-Eh... si, si, soy yo, ¿qué pasa?- dice un tanto sonrojada.

-¿No puedo hablar contigo? Jaja, soy Dante.

-Oh si, eso ya lo sé.- Dice riendo un poco al finalizar la frase.

-¿Quieres que vayamos a comprar algo? Yo tengo hambre.- Digo esperando que me diga que si.

-Ah, eh, claro.- Dice sonrojada

-Que bien, vamos.

Veo como Max me mira, está molesto, se delata en el gesto de mandíbula un poco levantada e inclinada. Sus ojos brillan, pero no de alegría, si no de envidia.

Nos vamos con Amelia.

-¿Sabes donde hay una máquina?.- Digo avergonzado ya que no sé dónde hay una.

-Oh, claro. Sígueme.- Me dice llevándome a un pasillo donde al final una máquina expendedora.

Saco dos bebidas y un Pocky.

-¿Quieres uno para ti?.- le pregunto por los Pocky.

-No gracias, estoy bien así.

Nos sentamos en unas bancas, no puedo dejar de pensar en esos ojos, ¿a quien le pasaría esto? Solo a mi. Suspiro y abro la bebida mientras veo a Amelia hacer lo mismo.

-Y, ¿qué tal el liceo? ¿Tienes amigos?.- le pregunto con interés.

-Pues... la verdad el liceo no es malo, tiene una buena exigencia, tiene varias actividades y clubes. Y por mis amigos, pues hoy faltaron.- Dice agachando la mirada.

-Ohh, pensé que no tenías.- Digo mirando a mis Pocky's

Ella ríe un poco y tomamos un sorbo de nuestras bebidas.

Iba a hablarle de cosas triviales cuando pasó algo, o más bien, alguien ajeno a esta conversación de dos habla.

-Disculpa Amelia, ¿me dejas hablar con Dante?

Esa voz, se bien a quien le pertenece. Justo cuando me estaba comiendo un pocky lo veo, sus ojos intentos y cafés oscuros mirándome.

-Oh, claro, nos vemos Dante.- Dice rápida y nerviosa. Solo hago un asentimiento con la cabeza. Posteriormente a ese gesto la bajo.

-¿Que quieres?.- Digo cortante.

-Vaya, no eres tan sumiso como antes.

-He cambiado, al igual que tú, ¿no?

Me mira fijamente mientras su sonrisa rebelde se desvanece.

-Siempre tan observador. Vamos, solo quiero hablar contigo, ¿no puedo?

-Bueno, ¿qué quieres hablar?

-No quiero que nuestra amistad muera.

"Ya ha muerto".- pienso

-Así que, júntate conmigo y mi otro amigo, ¿que tal?.- Continua.

-No lo sé, aún debo de observar todo mejor.

-Como quieras, pero hey, Dante.

-¿Qué?

-Intenta olvidar el accidente de la última vez que nos vimos.- Dice mirándome fijamente.

Algo se rompe en mi, ¿el beso? ¿Un... accidente? ¿Es algo malo?

-Claro, olvidado.

Como otro pocky mientras Max me mira con ojos deseosos.

"Estúpido".- Pienso.

-Nos vemos después.- Dice yéndose y batiendo la mano en forma de despedida.

putoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora