Stephen empieza a frecuentar una cafetería en la ciudad, sin esperar encontrar al ser que albolotaria su lobo.
Todo trascurre de manera sorpresiva.
Y sus sentimientos estarán a prueba.
''Le das vida, a mi vida''
☆ Stephen 26 - Tony 22
☆ Omega-verse...
—. Es un lugar muy bonito, realmente no me importaría venir todos los días.
Stephen sonrie de lado y alza una mano para llamar a la mesera libre. Cuando la chica llega, saca su libreta y Stephen la reconoce al instante.
—. Pepper, gusto verte.
—. Estimada. — saluda con la cabeza a la rubia —. Señor Strange.
—. Eso me hace sonar viejo, trátame como "tu". — la chica asiente con una sonrisa leve y dispone su lapicero para anotar el pedido.
—. ¿Qué desea pedir?, hoy hay plato a la carta. Apanado con papas nativas.
Stephen sintio su estomago rugir cuando mencionaron aquel exquisito plato —. Perfecto.
Pepper por unos segundos dudo en quien era aquella chica, su instinto protector estaba activado desde que vio al Alfa entrar con alguien riendose muy cerca. Asi que decide intervenir sutílmente —. Y su...pareja, ¿Qué desea pedir?
Dio una sonrisa breve mientras señalaba con su lapicero a Christine. Cuando dijo eso ambos se miraron rápidamente y en milisegundos estallaron en risas.
—. Ay querida!, para nada es mi pareja. Prefiero las tortas.
—. Ese no es mi camino. — Stephen agregó aun con risas.
Con eso, Pepper respiró aliviada, sonrió nuevamente y presto atención al pedido que iban a realizar.
—. Me das una pasta a la carbonara, por favor.
—. Okeyy, entonces...es una pasta a la carbonara y un apanado con papas nativas. — ellos asienten y antes de irse a entregar los pedidos, se despide con una pequeña reverencia.
Stephen la sigue con la mirada, notando levemente un destello de protección color naranja en sus ojos, comprobando que ella era una Alfa protectora. La tranquilidad golpeó su puerta porque, por breve momento, pensó en algo más.
Miró a otro lado discretamente, ahora se percataba de todos los detalles y muebles dentro de la cafetería, pensando si todo había sido decorado por aquel pequeño omega. Ahí empezó a mirar a todos los lugares en busca del menor, expresando levemente su emoción por encontrarlo, sin notar que la rubia se había dado cuenta desde hace largo rato.
—. Awww,¿No lo encuentras? — dice ella con tono burlón —. Cuidado se te salen los ojos, Strange.
—. Cierra la boca, rubia.
Christine ríe y rueda los ojos por la terquedad del mayor, respira y siente la alegría cuando otro mesero les deja los cubiertos y vasos, ahí las bebidas del frigobar le sonrieron —. Creo que pediré una soda.
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