capítulo 1

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Comienzos 


Los rayos del sol pasaban suavemente por los pequeños agujeros de la persiana y golpeaban el rostro de un joven de cabellos blancos que dormía plácidamente en su dormitorio decorado con distintos dibujos de criaturas fantásticas en las paredes.

El joven fue abriendo los ojos lentamente mientras sentía el calor del sol golpeando su mejilla. Sus ojos grises miraron el techo durante un tiempo mientras se despertaba.

-Shiro despierta! Llegarás tarde.- Lo llamó una voz grave desde el piso de abajo. El joven se levantó de la cama y bajó las escaleras dispuesto a empezar un nuevo día de estudios en la universidad de un gran pueblo que había al lado. Fue muy difícil convencer a su padre de que le dejara estudiar como hacían los demás humanos. La única condición era que no se relacionara demasiado con los demás humanos ni se quedara hasta la noche, debido a que por la noche tomaba su otra forma.

-buenos días papá.- Dijo el joven con una sonrisa en la cara.

-ya era hora, te recuerdo que eres tu el que quiere ir a eso, levántate por ti mismo si tan dispuesto estás de ir deberías hacerlo.- Dijo la criatura nacida del infierno.

-si, si, lo siento papá, ayer me acosté muy tarde

- pues no te acuestes tan tarde.- Le dijo sirviendo el desayuno- es algo molesto tener que levantarte tan de mañana y encima hacerte el desayuno.- El demonio se sentó en la mesa a comer con su hijo, pasar tanto tiempo en el mundo humano le hizo acostumbrarse a la comida que hacían allí. Incluso aprendió a hacerla.

-te molesta que no haya hecho el desayuno?- Dijo el joven riéndose.

-claro que si, tu comida es mil veces mejor que la que yo hago, cuando vuelvas quiero que hagas la comida, a mi no me va a salir bien.- Dijo su padre con una sonrisa mostrando sus grandes colmillos.

-está bien.- Dijo el de pelo blanco levantándose de la mesa al acabar su desayuno.- Me voy ya, vendré después de clases.- Abrazó a su padre con una sonrisa en la cara y se dispuso a salir de casa en camino a su lugar de estudios.

El camino era tranquilo los pájaros cantaban y había una agradable brisa que hacía mover las hojas de los árboles y algunas de sus ramas, era obvio de que algo iba a cambiar ese día.

...

Se dice que en lo alto de los cielos habitan unas criaturas con hermosos rostros y grandes y blancas alas. En efecto, hablan de los ángeles. Unas criaturas que según muchos, son perfectas y habitan en los cielos especialmente paras servir a dios y proporcionarle seguridad. A parte de eso, muchos se encargan de diferentes tareas, como por ejemplo la de cuidar y castigar a los humanos al mandarlos al infierno, donde el trabajo ya corresponde a los demonios habitantes de ese mundo.

Los ángeles y los demonios habían estado en guerra y en numerosas batallas durante mucho, mucho tiempo. Hablamos de siglos o de milenios.

Pero esas batallas habían parado momentáneamente mientras el mundo se sumía en paz, tan solo estaba algo nuevo. Los humanos fieles a dios, habían decidido dar caza a algunos de los hijos que habían sido engendrados de demonios y humanos. Mestizos que para ellos eran seres oscuros y sin alma, cosa que los ángeles no hicieron nada para impedirlo.

Esa misma mañana una de esas criaturas miraba la tierra desde lo alto de los cielos. Era un muchacho, un ángel joven de aproximadamente 21 años de edad humana. Tenía el pelo color castaño oscuro y con sus ojos color miel observaba a todos esos humanos haciendo sus vidas, como unos nacían y otros morían ante sus ojos. Todas las acciones que estos hacían, todos ellos empleando sus labores, ya fuera trabajando o estudiando. Esa misma mañana ese ángel iba a bajar a la tierra, debido a las órdenes de su padre, había sido obligado a bajar al mundo de los imperfectos, según el nombre de muchos otros ángeles.

Mientras él estaba entretenido viendo a los seres con los que se iba a relacionar, una mano le tocó el hombro.

-es la hora Liam.- Dijo un ángel con grandes alas y una lanza luminosa en la mano.

-está bien, acabemos con esto lo mas antes posible.- Dijo el de pelo castaño.

poco después se dirigieron al límite del cielo, donde el ángel de la lanza le dio un papel al castaño con toda la información que tenía que saber al caer a la tierra.

-listo?- Le preguntó el ángel con la lanza, Liam tan solo asintió con la cabeza, y, extendiendo sus alas, se dejó caer al vacío. Recordando todas sus experiencias en el cielo, nunca había tenido una vida feliz de poder decirse así, siempre había sentido que algo le faltaba, que no podía encajar siendo alguien que servía las órdenes de dios. Por ese mismo motivo le habían echado del cielo, nadie le quería allí, dios mismo, su padre, le expulsó de allí, por, según el, desobedecer a su reglamento, que decía obedecer cada orden de dios, al igual que no cuestionarse su posición o reglamento.

Pero a lo mejor algo podía cambiar en la tierra, tal vez él podría encontrar algún motivo para vivir.

Black EyesWhere stories live. Discover now