Nightmare

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Me encuentro de pie en una tétrica y sucia cabaña, un rifle de caza de mis manos, no tengo idea de cómo llegué a este sitio, no sé que hago aquí, sólo sé que estoy agitada. comienzo a caminar sin rumbo, escucho la madera crujir bajo mis botas. salgo de la cabaña encontrándome con un cielo azul amarillento, algunos árboles verdes a mi alededor, hierbay a lo lejos un pueblo, algo me dice que debo ir ahí, pero la sensación es dolorosa, como saber que haré muy malo. camino por la brecha que lleva al pueblo, con cada paso me doy cuenta de que sigo sin saber nada sobre este lugar, siento que ya he estado aquí antes, he caminado por estos paísajes, tengo la sensación de ya haber vívido esto, creo ya haber andado aquí y haber hecho cosas horribles, cosas que por más que lo intento, no puedo recordar. A lo lejos hay una casa y, frente a ella, hay un hombre, al pasar frente a él levamta la mano como si quisiera saludarme, yo quiero responder amablemente a su saludo, pero no puedo. En lugar de eso, mis manos tiemblan y mis brazos se mueven contra mi voluntad, apunto a ese hombre con mi rifle justo a la cabeza, él comienza a suplicar. No, no quiero hacerlo, no, no, por favor, por favor no, no voy a hacerlo, pero mi dedo aprieta el gatillo, el sonido del disparo resuena en mis oídos y éste cae al suelo sin vida ¿qué demonios está ocurriendo aquí? ¿por qué asesiné a ese hombre? él no me había hecho nada mano, ¿oh sí? No lo sé, pero mi corazón palpita acelerado y comienzo a correr. Tengo que llegar al pueblo, no sé ¿por qué? Pero algo me dice que esa es mi misión. Es a donde debo ir, como si el motivo de mi existencia fuese llegar hasta ese lugar. Dejo de correr y sigo caminando, me he alejado lo suficiente del crimen que acabo de cometer, en mis ojos hay lágrimas brotando, quiero soltar este maldito rifle e irme muy lejos, pero no puedo, simplemente no puedo hacerlo, y antes de adentrarme en las calles del pueblo, una silueta se interpone, apunto a quien sea frente a mí, sin embargo, mi vista se nubla y esta vez es esta persona desconocida quien me apunta con su arma, y dispara.


-¡No!-

Despierto agitada y bañada en sudor, la misma pesadilla de siempre y aún no puedo comprederla pero, desde la muerte de mis padres me atormenta. Cuando estuve en el ejército, la falta de sueño me liberó de ella, pero ahora que estoy retirada, ha vuelto cada maldita noche. Enredo mis cabellos en mis dedos, observando la cicatriz en mi muslo derecho, recordando aquella noche en que mis superiores decidieron colocar a un hombre inepto en mi posición, ¿y cómo resultó? éste acabó muerto al igual que mi pelotón y yo, herida en la pierna, incapacitándome en la misión o el ejército, una estúpida elección de dos misóginos, me ha dejado coja de por vida.

Inhalo y exhalo mirando el reloj digital sobre la mesita de noche, son las 08:15 AM, los rayos del sol entran por las pequeñas aperturas de las persianas, escucho a las gaviotas y las olas del mar. Hace un año me mudé a esta casa, se la compré a un viejo pescador, pues de niña siempre siempre quise residir cerca del mar, siendo de Minesota casi nunca teníamos buen clíma. Actualmente siento cada día gratamente el ardor en mi piel pálida, no puedo broncearme pero lo disfruto a pesar de que los rayos ultravioleta incómodan mi vista, pero para eso existen las gafas de aviador que conservo, recordando así también los días de guerra, cuando pílotaba helicópteros de rescate, pero mi labor era otra, pues fui y sigo siendo el mejor francotirador.

Estoy sudando como cada mañana al despertar de esa horrenda pesadilla y el clíma por supuesto, aunque eso no me molesta ya que suelo dormir con una simple camiseta sin mangas y bermudas negras con estampados de flores blancas. En mi cuello siento mi placa de identificación pegada a mi piel por el sudor, pero no solo tiene esta, no, también poseo un relicario con la foto de mis padres y como cada mañana al despertar beso las fotos de ambos, apretándolo hasta marcarlo en la palma de mi mano. Contemplo la marca rojiza en mi palma y suspiro. Descalza bajo los pies hasta pisar el suelo de madera y amarro mi cabello, saliendo de la alcoba y bajando las escaleras entre saltos para no hacer presión en mi pierna afectada, salgo de casa. Inmediatamente siento la brisa del mar, aspiro el aroma salado, admirando el oleaje suave y el silbar de las palmeras sobre mi cabeza.Colocándome las gafas de aviador, bajo los tres escalones de la entrada, la arena ente mis dedos provoca un cosquilleo agradable. El típico cojear en mi andar se ha vuelto ya parte de la monotonía, aunque cuando requiero correr es realmente difícil. Sigo entrenando mi cuerpo para adaptarse a la falta de resistencia en una extremidad, ya nunca recuperaré la movilidad, no existe cirugía capaz de curarme, ya que la bala que usaron para herirme, contenía un extraño veneno, el cual afectó cada nervio y tendón, es irremediable. A punto de sentarme en mi silla perfectamente úbicada, escucho el sonido de un auto acercándose, ceñuda miro hacia la entrada de mi propiedad, divisando a un auto negro el cual se detiene dejando ver a la mujer envuelta en un pulcro uniforme militar. Ella sonríe colocándose unas gafas y camina hasta mí, y antes de si quiera hablar, se quita la boina dejándola bajo su brazo. típico gesto.

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