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Yo sabía que lo decía por puro protocolo, pues simplemente era el mismo caso.

– Catire – Me llamó suavemente la niña – ¿Quién es Alejo? – Me preguntó de pronto, entonces lo entendí. Helena debía tener problemas para recordar lo sucedido, o al menos debía ser así si no recordaba a quien había sido su mejor amigo

– A-alejo él e-es otro- Tartamudeé y me callé, miré al detective y le pregunté con mi mirada si debía decirlo. No quería causar una reacción en cadena o algo así porque tal vez la razón por la que Laura pudo venir a abrazarme tan calmadamente es porque no recordaba. Y era mejor que siguiera así, al menos tenía una oportunidad de seguir como una niña normal.

– Pequeña ¿Estaría bien si me llevo al Catire y a tu madre unos minutos? – La pequeña asintió, miré a Charly sobre mi hombro y me acerqué a ella rápidamente.

– Toma una llave – Sacó las llaves de su piso, encontró una copia y la extrajo del llavero, la miré en mi mano

– ¿Es de la puerta o de la ventana?

– Tendrás que descubrirlo – Bromeó. – Nos vemos allá. Saldré por la tarde y llegaré tarde en la noche, pero mándame un mensaje en cuanto llegues ¿Sí? – Asentí. Besó cálidamente mi mejilla y susurró en mi oído – Luego me cuentas qué tal te fue con ese bombón – Me guiñó el ojo y cuando se separó miró a Michaels, lo que me sonrojó un poco. Siempre con sus comentarios inoportunos.

Cuando volví con el detective nos guió a la dama y a mí entre las oficinas ocupadas.

– ¿Quién es Alejo? – Me preguntó en voz baja la señora, recordando lo que había dicho la niña – A veces sueña con este chico– Me tomó por sorpresa, era extraño hablar con ella después de todo lo que pasó

– Alejandro – Respondí igual en voz baja – Era otro niño... era su amigo, siempre estaban juntos

– ¿'Era'? – Inquirió temerosa la respuesta, asentí

– Lo mataron frente a ella – La señora abrió mucho sus ojos negros y se llevó una mano a la boca... soy un idiota, no debí decir eso. Tuve tan poco tacto... ella no era una oficial de policía anotando hechos en un papel, era la madre de una pequeña niña que fue víctima de secuestro, debo recordar eso la próxima vez que abra la boca. Mantuve mi mirada fija en el suelo hasta que llegamos a una oficina, aunque me vi tentado a mirar los anchos hombros del detective. Me forcé a mirar hacia adelante cuando entramos, justo como él me había pedido que hiciera en una ocasión.

Nos sentamos los tres alrededor de una pequeña mesa redonda donde había una carpeta con el número del caso y un cuaderno de anotaciones. Al otro lado de la habitación había un escritorio con carpetas y documentos. Una pizarra de corcho con notas y fotos que no me detuve a observar, sólo buscaba una ventana, pero no la había.

– Espero que no se encuentre usted muy incómodo Sr. Brooks, dejaré la puerta abierta. Es solo para aclarar algunos puntos del caso. – Se apresuró el detective al notar que escaneaba el lugar con mi mirada. Un segundo ¿Acaba de llamarme por mi apellido?

– No hay problema, detective – Resultaba extraño hablarle tan distanciadamente después de todo este tiempo trabajando juntos. De hecho estaba casi seguro de que habíamos acordado tutearnos, pero prefería no arriesgarme por el momento.

Como ya suponía, el caso de Helena tuvo un inicio muy distinto al mío.

– Entonces Helena desapareció el quince de mayo. ¿Puede recordar la fecha en la que usted llegó a la segunda casa? – Preguntó mirándome con sus ojos tan grises como la ceniza.

No soy yo, eres tú. (lgtbi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora