Prólogo

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-Julia! Ven aquí, tengo que presentarte a unas personas muy especiales para mi!- Me gritó mi padre desde el salón para que saliese de mi cuarto.

- Vale papá! Dame un segundo!-

"Seguro que me presentará a una de esas muchas personas especiales que le suelen durar aproximadamente unos 6 meses hasta que se busca a otra persona especial... Vamos, que me va a presentar a su nueva novia" Iba pensando mientras me arreglaba la camisa bajando por las escaleras.

Me senté en el sofá del salón junto a mi padre, mirando a ambos con una sonrisa que aprendí a hacer de memoria de tantas veces que tuve que hacerla y procedí a presentarme.

-Hola, me llamo Julia, tengo 17 años, soy su hija, un gusto-

-El placer es mio-Dijo la mujer con una sonrisa de oreja a oreja- Yo soy la novia de tu padre como ya habrás podido imaginar; puedes llamarme Lauren. Este chico de aquí se llama Bruno, es mi hijo y tiene 20 años-

Después de un rato hablando, conociéndonos, y que aquel chico estuviese en silencio durante toda la tarde con cara de pocos amigos de repente mi padre y Lauren tornaron sus caras hacia mi.

-Bueno hija, el motivo de que te los presente, sobre todo a Bruno, es por que Lauren y yo queremos hacer un viaje juntos mañana y el se va a la isla donde residían sus abuelos junto a unos amigos suyos. No te puedo dejar sola en casa así que tendrás que ir con ellos, lo comprendes?- Y automáticamente dije lo que menos se esperaría de mí.

-No, no lo comprendo. El año que viene hago 18 años y aún no eres capaz de fiarte de mi?- Mi padre me miró mal.

-Me da igual que no lo entiendas, irás con ellos por que yo lo digo y punto, ahora vete a la habitación, ya te llamaré para cenar-

Asentí y subí a mi cuarto, tampoco tenía muchas ganas de saber mucho más sobre ellos, solo quería hacer la maleta e irme a dormir, así que así fué, comencé a hacer la maleta poniendo lo que se suele poner cuando tienes que ir a casa ajena, un neceser con mis cosas; peine, cepillo de dientes, su correspondiente pasta y un etcétera bastante largo, luego con unas cuantas camisetas cortas y varios vaqueros largos va bien, junto a ropa interior y unos zapatos.
En una mochila a parte puse una libreta y unos cuantos bolígrafos para entretenerme, mis auriculares y una batería portátil.

Dormí toda la noche, iba bastante tranquila para el mal humor que llevaba encima, pues me iba a ir a una isla donde seríamos las únicas personas que hay exceptuando un pueblecito en la costa de 4 casas de abuelos y una droguería con más o menos lo necesario.

Me vestí,desayuné sin ganas y me recogió Bruno. Mi padre se despidió de y sin que hubiésemos arrancado el coche, ya estaba haciendo llamadas de teléfono, bueno, he de admitir que yo iba bastante callada en el viaje hasta el puerto, hasta que Bruno abrió la boca.

-Oye niña-

-Mi nombre es Julia...-

-Si, como sea, van a haber unas normas, ¿queda claro?- Asentí- La primera será que no vas a salir de la casa, me da igual donde estés, pero dentro, si te pasa cualquier cosa será mi culpa y una niña de 17 años no me va a joder las vacaciones. La segunda es, nada de hablar con mis amigos, son MIS amigos, no los tuyos, así que hablarás con ellos solo para presentarte, y con respeto, que, hablando de respeto, la tercera y última norma será que a la que mas respeto tendrás será a mi novia.-

-Pero , ¿no venían sólo amigos tuyos?-

-Nadie tiene por que saber que viene ella, ¿a que no?- Y entonces me entró el miedo. Quitó la mirada de la carretera para mirarme fijamente.

-¡Si, queda claro, pero centra la mirada en la carretera por favor!- Dije con mucho miedo.

-Mira, hemos llegado al puerto ya, ahora cuando baje del coche, irás detrás mía y te presentarás como te presentaste ayer.-

-Si- Yo ya le tenía miedo, no puedo incumplir nada, me mataría si lo hiciese, me odia....

Aparcó, y nos subimos al barco donde nos estaban esperando cuatro personas más.

El legado de la isla FraiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora