Otra vez se encuentra mirando a Katsuki aunque esta vez está en la cafetería de la escuela. Shōto se encuentra comiendo su habitual soba, sin importarle cuánto le digan que puede ser perjudicial para su salud, le da igual, es deliciosa y puede comerla porque tiene con qué.
—... Entonces, por eso, Bakugō y yo quedamos en salir el fin de semana.
Su concentración en Katsuki ha terminado para posar su total atención a la castaña que está delante de él. Uraraka Ochaco.
—¡Eso es increíble, Uraraka-san! —exclama Izuku, su mejor amigo. La susodicha enrojece levemente.
—¡Estoy nerviosa! Esto es como una especie de honor —habla ella emocionada.
—¿Qué sucede entre Bakugō y tú? —pregunta Shōto sin pelos en la lengua. La castaña le mira sin entender.
—Pues eso, Todoroki-kun —responde Ochaco tratando de sonar obvia.
—¿Están saliendo? —pregunta de nuevo sin detenerse a pensar. Y cuando lo hace, una vigorosa flama nace en su lado izquierdo para después apagarla.—. Lo siento.
—No pasa nada, Todoroki-san —habla Tenya casi encima de Izuku debido a que por casi termina quemado.
—Sí, tranquilo —habla Izuku nervioso sin saber cómo quitarse a Tenya de encima.
—Jajaja, no pasa nada —ríe Ochaco tan animosa como siempre—. Y no, no estamos saliendo, sólo le pedí que salieramos el fin de semana porque quiero comprar un buen equipo para mi traje ya que él me recomendó un sitio donde venden las cosas que necesito y para que no me perdiera, como una extra que seguramente lo haría todo mal, dijo que me acompañaría. Eso es todo.
—Oh... —susurra Shōto sintiéndose imbécil.
¿Hasta dónde llegaría esa extraña obsesión que siente hacia Bakugō?