Prólogo

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Elegante caballero que deambula por la antigua casa abandonada de los Smith. Prospecto clásico de un lugar en donde se cobijan las desoladas almas de los antiguos dueños.
El señor Smith observa estático por la ventana a la gente pasar como si de un maniquí en exposición se tratase. Silencioso, casi imperceptible, pasa desapercibido de las miradas curiosas de los indeseados. Mostrándose sólo a aquellos que le interesa darles caza.

Las historias populares narran la supuesta psicopatía de aquel viejo que secuestra niños, llamándolos desde la puerta de su pórtico con una siniestra sonrisa amarillenta, bien vestido con prendas de época y con botones reemplazando sus globos oculares.
Una vez los infantes pasan por el umbral de la puerta, se dice que no se sabe más nada de ellos. Realmente, es un cuento que narran los padres a los más pequeños antes de ponerlos a dormir, ya que una casa tan grande abandonada da pie a la curiosidad de los infantes de las familias.
Otros dicen que realmente vivió una familia en esa mansión, pero que de un momento a otro, desaparecieron sin dejar ni el más mínimo rastro de su misterioso paradero.

Por otra parte, yo sólo me limito a observar. Veo a dos pequeños pasar frente la casa y con sigilo, me muevo hacia la puerta, abriéndola sólo un poco. Lo suficiente como para chitarles y llamar su atención.
Saco una pequeña paleta del bolsillo de mi pantalón y sonrío ampliamente en cuanto los niños me muestran sus dentaduras de una manera inocente, y se acercan.

Y entran a mi casa.

Mr. ButtonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora