Capítulo 3

28 0 0
                                    

Capítulo 3

Ira

La ira recorre nuestro ser, empieza en nuestro pecho, recorre nuestra mente haciéndonos caer en una repercusión irreversible, se transporta por nuestros nervios en cada parte del cuerpo, músculos; sin control, nunca hay control si hay odio.

No puedo recordar, me fui destruida y llegué a este lugar, o simplemente algo me mandó aquí; no lo se, ni me interesa; necesito respuestas más importantes.

¿Todo lo que me dijo ella es verdad?.

Mi mente no lo domina, no lo acepta aún, ¿Y si ella está mintiendo?. ¿Si solo quiere lavar mi mente?, ¿O es una simple ilusión mía?.

Me encuentro sentada sobre un lugar cómodo, un lugar peculiar y reconocible: mi cama. La cama donde dormí todas esas noches, y otras tantas donde no lo intentaba; donde rogaba que todo acabará, donde me sentía tan sola. Donde aún sigo sintiendo, o al menos eso parece.

Todo se ha vuelto diferente, silencioso, solitario; sin mi, este lugar es irreconocible. Todo a mi alrededor desapareció, mis cosas aguardan en cajas de cartón, los muebles son envueltos por polvo; mis manos se recargan sobre los suaves tejidos de mi sabana, es lo único que sigue aquí, lo único que aún tiene algo de mi. "¿Y ahora qué?"- me pregunto.

Me levanté, al momento sintiendo un leve mareo, espero que sea normal, proseguí a dar pequeños pasos, cada uno se siente más seguro y firme. Uno, dos, tres, cuatro; cuento los pasos en mi mente como si estuviera aprendiendo a caminar deteniéndome en el número que tanto aborrezco.

La pared obstruye mi camino, haciendo levantar la mirada para toparse con mis fotos, unas hermosas fotos; mi madre, mi padre, mi hermano Alexander y yo; era la boda de nuestros padres. Tenía cuatro años y mi hermano seis; nos veíamos tan felices, siendo uno solo, una sola familia, un solo mundo. Recuerdo todos los momentos que pasamos, todos los desafíos que logramos juntos, todo era perfecto; mi padre era una persona tan cariñosa y corresponsal conmigo, siempre fui afecta a él y a su amor, a su afecto que cada día demostraba con mayor fuerza, hasta que..., hasta que un día, un día..., nos dejó a todos.

Recuerdo muy bien, todo detalladamente; Viernes 11 de marzo, aproximadamente las 3 pm estábamos comiendo, papá, mamá y yo, todo iba marchando normal, mi hermano estaba en la secundaria como era costumbre. El teléfono principal sonó, haciendo a mamá levantarse de la mesa a contestar, seguí en lo mio, deleitando una sopa que habían preparado; regresó a la mesa con otra expresión facial, algo de enojo y preocupación haciéndome fruncir el ceño; mi padre lo notó y ella comenzó a hablar "Alexander, me llamaron de la escuela", mi padre respondió "Y ¿Que paso?, ¿Esta todo bien?", mi madre se acomodo un mechón del rostro o se rasco la frente, no me fije bien, "Si, si, creo que se metió en problemas y tengo que ir". Dialogaron en que mi padre prefería ir y que ella me cuidara, negando un par de veces hasta aceptar. Seguí sin tomar importancia, Alex tenía trece años, era normal que tal vez hiciera algo incorrecto, sin embargo, me arrepiento de haberlo tomado así, si mi padre no hubiera ido, tal vez... seguiría vivo. Las 6 de la tarde, papá ya había tardado mucho, mi madre intentado comunicarse con él, yo estaba sentada en la escalera abrazada de mis propias piernas, temía que algo les hubiera pasado o yo que sé, mis pensamientos me tranquilizaron, tal vez solo pensaba demasiado. El teléfono sonó nuevamente, observe como mi madre respondió en automático. Todo paso rápido, de sollozos a llanto, la comisaría llamaba, mi padre y mi hermano había tenido un accidente de auto.

Mi hermano sobrevivió, pero papá..., papá no lo logro, murió de una hemorragia cerebral.

La muerte se lleva las personas sin aviso alguno, en tan solo un suspiro, tú vida podría acabar.
La marcha imparable del tiempo, que lentamente nos está guiando a todos hacia una muerte inevitable.

Sobre mis pensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora