Capítulo 1: El hombre que exploró su mente

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Un primero de enero de 1997 me encontraba vagando por las calles de la ciudad a las dos de la madrugada

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Un primero de enero de 1997 me encontraba vagando por las calles de la ciudad a las dos de la madrugada. lucía como un hombre desdichado y sin rumbo,  pero lo que no saben los demás, es que tengo más hogar del que haya tenido alguien. Nací el Veintitrés de agosto de 1977 al menos eso recuerdo, de vez en cuando juego con mi ondulado cabello naranja, y el frío de la noche empalidecen mis labios rozados. ahora tengo veinte años y todo el que me mire puede apostar que tengo Treinta años, debe de ser en la forma en la que me trató la vida —Tanto estrés hace que me ponga viejo—, una de las principales razones de la cual esté aquí caminando a solas, es por que no tengo a nadie.

Creo que todo comenzó cuando tenía 7 años, no poseía ninguna meta, ni objetivo en la vida. Y de repente pasaron dos años en los cuales no supe donde estaba o qué hacía. Tenía 9 años y una laguna de dos años ¿Será que estaba dormido? O solo un mal juego de mi memoria. Mi mente estaba colmada de pensamientos y experiencias, pareciera que hubiese vivido unos 100 años en un instante.

La oscuridad del cielo nocturno embriagaba mis pensamientos de melancolía. Y como yo soy una de esas personas que no se permiten olvidar, me hago ésta pregunta todo los días: ¿Acaso se puede dormir dos años y vivir cien en un instante?

Como sea... Hoy es primero de enero y me dirijo a una cafetería, de verdad necesitaba tomarme un café. Miro el letrero del local y metiendo mis manos dentro de mis bolsillos puedo sentir como hay tres tarjetas de débito colándose entre la tela. Estaba seguro que una de las tarjetas eran mía, pero... ¿De quién son las otras dos?

Las otras dos tarjetas estaban desgastadas y no se le lograba leer el nombre, pero aún así no las desechaba. Tenía la curiosidad de saber de quién eran o cómo es que llegaron a mí.

Siento como mi mente se a dividido en cinco partes, y aun sigo buscando cual de todas esas partes me pertenece. Desde que desperté a los nueve años, tenía tantos recuerdos ajenos, tantas experiencias, tanta indiferencia. Mi cabeza estaba quemándose.

Cuando trato de recordar lo que paso antes de perder la memoria, solo veo el rostro de aquél hombre tirado en el suelo, en la banqueta de la casa de mis padres. Aquel hombre llevaba puesto: gabardina, botas negras, y una camisa blanca. Parecía que se había desmayado y yo solo lo quería ayudarle de algún modo. Fue en ese en el momento, que toque su frente con mi mano y me hizo perder dos años de mi vida física. Pero obtuve cien años de conocimiento.

¿Quién estaba a cargo de mi mente en ese entonces? Me hago esa pregunta antes de entrar a la cafetería.

Sigo tratando de recordar mi rostro. El rostro que le pertenece a esta alma confundida. Solo espero que después de un café caliente se despeje mis pensamientos.

—Un café por favor —le digo al joven cajero, mientras me acerco a la barra de despacho.

—¿Efectivo o débito? —pregunta el chico en turno.

Fragmenta - En Búsqueda Del Recuerdo RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora