Cadiz II

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Tras la pedida de mano, habían pasado mas días juntos, disfrutando de la playa y de su mutua compañía. El único percance fue que a Blanca le pico una medusa en la pierna pero, al recibir una ayuda medica inmediata, solo tenia un ligero malestar y rojez en dicha area.

Habían ido a pasear por la playa y una tormenta de verano les habían pillado de improviso. Venían riendo, con la camisa de mario a modo de paraguas, aunque no estaba surtiendo mucho efecto porque venían completamente mojados. En la otra punta de la
Playa habían tomado varios daiquiris y ambos iban un poco borrachos.

Blanca se sentó en la cama de su suite y se miró la pierna. Todavía estaba rojo pero se veía mucho mejor.

"Siempre tengo tanta mala suerte cuando estoy de vacaciones".

"Bueno, al menos no pierdes tu equipaje cada vez que viajas", sonrió Mario

"Déjame ver la pierna " él la miró y presionó sus labios en su pierna, luego volvió a mirarla para asegurarse de que estaba bien.

"Gracias" susurró ella, limpiando un poco del agua de su cara. Mario le sonrió.

"Creo que deberías quitarte esto, vas a empapar la ropa de cama", dijo inocentemente, sus ojos se alejaron de él en un intento de evitar que sus labios tocaran los de él, quería, quería tanto. Sus manos subieron a sus botones. Los desabrochó lentamente, sus ojos enfocados solo en ellos. Mario miró hacia abajo y la observó, podría haberlo hecho mucho más rápido, pero ese no era el punto. la dejó hacer esto por él. "Oh, ... tu ..." tragó saliva. "tu corazón late tan rápido" dijo con una pequeña sonrisa, su mano descansando sobre su corazón. Ella apartó su mano con una leve tos mientras los ojos de Mario se clavaban en los de ella, estaba mal y ella lo sabía, pero cuando él apoyó su mano sobre su corazón, ella se sintió completamente a gusto.

"el tuyo también" dijo con voz ronca, mario lentamente puso su mano en la parte posterior de su cuello y desabrochó el nudo que mantenía su vestido puesto, no lo detuvo, no le importó, Blanca cerró los ojos y sintió que la liberaba del material húmedo. Su mano subió a su rostro, acarició su mejilla antes de mover su mano a la piel expuesta entre los botones que acababa de desabrochar, sus dedos llegaron hasta sus hombros y le quitó la camisa. Se miraron por un momento, Blanca dibujó líneas con su dedo alrededor de las líneas de su estómago y brazos antes de colocar sus labios sobre los de él, Mario ni siquiera lo pensó dos veces. Fue a por ello, besándola suavemente, y luego con más fuerza, empujándola hacia la cama, sus lenguas masajeándose entre sí con cada beso. Blanca sintió que el agua de su cabello goteaba sobre su pecho cuando él la besó en el cuello, cerró los ojos y pensó en nadie más que en él. Mario presionó besos firmes desde la mitad de sus senos hasta el ombligo, ella se estremeció y parecía que le dolía, pero Mario lo sabía mejor. No pensaron en cómo sería la mañana, estaban viviendo el momento con un poco de alcohol y mucha lujuria.

El peso de su cuerpo sobre ella era la mejor sensación, pasó las manos por sus piernas mientras ella las envolvía alrededor de su cintura. Marionetas le quito los tirantes del sujetador hasta que cayó hasta los codos, sus senos todavía estaban cubiertos, pero sabía que eso no duraría mucho. Besando la parte superior de su pecho, agarró ambos lados del sujetador y tiró con fuerza hasta que le rodeó la cintura. dejó besos en su mejilla, su cuello y clavícula mientras pasaba sus pulgares en un movimiento circular sobre sus pezones produciendo un jadeo de Blanca . Un jadeo que le hizo saber que estaba haciendo todo bien. Blanca estaba precalentada y lista para irse, pero ella lo dejó hacer lo que quisiera considerando que la rechazó hace solo unos días. Él movió sus pezones con su lengua haciéndola gemir, nuevamente sonando como si tuviera dolor.

Mario la besó con fuerza en los labios mientras le quitaba la tanga y la tiraba. Sin estar seguro de dónde aterrizó, deslizó un dedo dentro de ella.

Nuestro Mundo (Mario C. y Blanca S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora