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— Mira que eres atrevido Cole —murmuró sentándose en su regazo, haciendo contacto con su pene. Se acercó a su oído y sopló ligeramente—. Llevaba meses aguantándome y tú, en un segundo, me desmoronas.

— ¿Qué?

Ella no le respondió. Empezó un beso apasionado y caliente que hacía que Cole quisiera más. Quería mucho más de ella. Lili, mientras, acariciaba su pecho sobre la camisa. Él no pudo dejar las manos quietas y empezó a recorrerle la espalda con sus dedos. Maldita sea, quería sentir su piel. Tirando de la camisa, consiguió quitarla de la falta. Desabrochó botón a botón y dejó que la camisa cayera al suelo. Dejando ver sus redondos pechos enfundados en un sujetador de encaje negro. 

Ella tampoco se quedó quieta y empezó a seguir sus pasos. En unos segundos, ambos ya estaban desnudos. La erección de Cole chocaba permanentemente con el abdomen de la chica. Y eso volvía locos a ambos. Deseaba tanto poder entrar ya en ella, pero debía esperar. Quería descubrir sus rincones antes.

Con labios expertos, Lili empezó a repartir besos por el cuello del chico. Y unos cuantos mordiscos que lo sacaban de toda cordura. Su miembro no hacía más que temblar de deseo. Entonces quiso sentir su centro, ¿cuán caliente podría estar ella ahora? Con rapidez, introdujo una mano entre ambos y la acercó a ella. Separando un poco las piernas, logró el objetivo de dejar su feminidad fuera de cualquier obstáculo.

— Ah —gimió cuando sintió un dedo hundirse en ella. Miró a Cole, él solo disfrutaba de su tacto.

Al poco tiempo ya tenía tres dedos dentro de ella, disfrutando como nunca de la chica. Y cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, él se detuvo. Lili lo miró con odio en la mirada y llevó una mano dispuesta a terminar lo que  Cole había dejado a medias. Pero él la detuvo, negando con la cabeza.
Hizo que se sentara en un asiento y él se arrodilló frente a ella, colocando sus piernas sobre sus hombros. Se lamió los labios y se acercó a ella, mordiendo sus labios íntimos. Pasando un dedo por su clítoris para hacer más excitante la escena. Ver su cara transpirada y pidiendo más era maravilloso para él. Introdujo la lengua dentro de ella y degustó con honor su calidez. Ella se contraía con cada lametazo y eso solo conseguía volverlo más loco. Cuando ella estaba al borde del orgasmo, volvió a dejarla con las ganas. Ella lo miró con el ceño fruncido.

— ¡Maldito! ¿Cómo puedes hacerme esto? ¡Eres un completo desgraciado!

— Shh —siseó él con una sonrisa—, calma gatita. Quiero disfrutarte mientras pueda.

ᴇʟ ᴀᴜᴛᴏʙús ➵ 『 sᴘʀᴏᴜsᴇʜᴀʀᴛ 』《ᴏ.s》ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴅᴀ TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora