El momento que más recuerdo es cuando tenía ocho años. Estaba en la casa de mis tíos, viendo televisión mientras mis padres hablaban con mis tíos en la cocina sobre unos nuevos vecinos que se habían mudado a la casa del costado.
Recuerdo que cuando acabo el programa, comenzó uno que no me gustaba así que sin permiso, salí de la casa y me senté en la acera del frente, con las piernas cruzadas mientras veía a los pocos carros pasar. Estaba metida en mis pensamientos sobre la tarea de matemática que tendría que hacer esa noche, que no me di cuenta cuando alguien se sentó a mi costado.
-Hola -me dijo un niño de pelo marrón y ojos azules.
Yo voltee la cara, mi madre me dijo que no hablará con extraños por acá.
-¿Como te llamas? -el niño seguía buscando conversación- ¿Por qué me ignoras?
-Mi mamá me dijo que no tengo que hablar con extraños.
-Pero no te voy a comer o algo -se río pero yo seguía seria, siempre fui así, una persona de poca habla a la que no le gusta hacer amigos- ¿Como te llamas?
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-Lindo nombre -me sonrío pero yo solo asentí.
-Soy Louis.
Mire de nuevo al frente.
-¿Vives acá? -preguntó.
-Mis tíos... yo vivo a muchas cuadras.
-¿A que escuela vas?
-Hamilton.
-¿De verdad? -me pregunto entusiasmado, yo lo miré- Yo comienzo allí mañana, mi familia recién se mudo.
Asentí de nuevo.
-¿Cuantos años tienes? -me preguntó.
-Ocho.
-Yo igual.
Recuerdo que hubo mucho silencio, yo no dejaba de limpiar mis manos llenas de sudor en mi pantalón, Louis era lindo y recuerdo que me ponía nerviosa.
-¿Te gusta Bob Espoja? -me preguntó mirándome.
-Si, ¿A ti? -asintió- ...¿Has visto el capítulo en que Bob y Calamardo van a entregar una pizza muy lejos pero al final estaba a unos pasos del Crustaceo Cascarudo?
-Si, lo acabo de ver.
-Yo también.
Sonreí y el también lo hizo. Así comenzó nuestra amistad.
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Pasaron 8 años y nosotros eramos amigos, no los mejores pero teníamos una buena amistad. Ninguno era popular, el era rechazado ya que no le gustaba lo que a los demás sí, y yo era rechazada porque simplemente no dejaba que me molesten.
Así que en algunos días solitarios, nos sentábamos a comer juntos, luego el se iba por su lado y yo por el mío.
No pensé que el podría significar tanto para mí, no hasta que pasó... el accidente.
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Iba con mi familia en nuestro auto, solo mi madre, mi padre y yo, estaba nevando, mis padres conversaban y reían, yo iba tarareando una canción que sonaba en la radio, íbamos camino a ver a mis abuelos. No sé en que momento se metió ese perro, solo recuerdo que antes, mi padre había volteado a verme y había sonreído.
Luego de las vueltas sobre la pista y el impacto contra el árbol, todo es borroso, solo puedo recordar el dolor de algo en mi cuerpo y luego el choque de mi cabeza.
