Narra Marianela
Iván estaba perplejo todavía, y parecía que palidecía por momentos.
Él solo miraba congelado a sus padres, y ellos al aludido esperando su próxima reacción.
Mientras, Roni y yo estábamos de espectadores, como si viéramos una película. Solo nos faltaban las palomitas.
Ya cansada de aquella situación, estuve a punto de hablar cuando otra voz me interrumpió.
-¡Mamá!¡Papá!- gritó alegre un niño de unos 7 años. Se encontraba en la puerta detrás de su hermano, que seguía sin moverse ni decir nada.
-¡Hola pequeño!- lo recibió su madre con los brazos abiertos y una sonrisa tierna.
Lo alzó en sus brazos en un abrazo de oso y el chiquillo no podía ni moverse.
-Mamá, no puedo respirar...¡Ayúdame Iván!- le pidió a su hermano sin obtener respuesta alguna.
-No seas exagerado Dani- le dijo Helena soltándolo por fin.
El tal Dani solo puso los ojos en blanco, pero al percatarse de mi presencia, me miró de arriba a bajo como inspeccionándome, para después mirar ilusionado a sus padres.
-¿Es mi nueva niñera? Por favor decid que si, decid que si- suplicó casi de rodillas.
Aquel gesto tan inocente me conmovió y no pude evitar sonreír con satisfacción. Por fin le caía bien a uno de los hermanos.
-No Dani. No es tu nueva niñera- Dani hizo un puchero adorable ante las palabras de su padre.
-Pero creo que lo que te vamos a decir te va a gustar más que eso- dijo sonriente Helena mirándome contenta de que le agradase a Dani.
-¿A si? ¿Y qué es?- preguntó curioso mirándome estaba vez a mi como pretendiendo que yo le contestase.
Me quedé helada y no supe articular palabra alguna. Menos mal que Iván se dignó a hablar y me salvó de aquel apuro.
-Ella será nuestra nueva "hermanastra"- dijo haciendo comillas en la última palabra y sin esconder su fastidio.
-¿De verdad?- preguntó ilusionado una vez más dirigiéndose a mi.
Esta vez pude responder con un "si" a la vez que miraba con una ternura infinita a aquel pequeño niño.
-¡Al fin una hermana guapa, no como Iván y Pablo!- exclamó al mismo tiempo que se enganchaba en mi pierna como si fuera una garrapata.
Nuevamente reí ante un gesto tan inocente como aquel.
Me agaché a su altura haciendo que me soltara la pierna y le hablé con el tono más dulce que pude.
-Me alegro que te guste mi presencia aquí. Porque al parecer no a todo el mundo le caigo bien- dije mirando descaradamente a Iván en mi última frase.
Este solo bufó y yo volví mi atención a Dani.
-Te llamas Dani ¿Verdad?- le pregunté con la intención de empezar a conocerlo.
-Sip- me respondió enseñando sus dientes en una sonrisa orgullosa- ¿Y tu cómo te llamas?.
-Me llamo Marianela, pero me gusta que me digan Maria-
-Pues con ese nombre a mi me gusta más llamarte Nela- dijo con toda seguridad.
Vaya, este niño no se cortaba ni un pelo en decir lo que pensaba aún hablando con personas a las que apenas conocía. Eso me gustaba.
-Es la primera vez que me llaman así, y...- hice como que me lo pensaba- creo que me gusta, así que tu puedes llamarme Nela si quieres.
-¿Y yo puedo llamarte Nela también?- preguntó prepotente Iván.
No se en que momento, Helena y Tomás habían desaparecido junto con mis maletas. Parece que nos enrollamos hablando y decidieron dejarnos a solas para que siguiéramos haciéndolo sin interrumpir.
-Nop- dije remarcando la "p"- solo Dani puede- sentencié desafiándolo con la mirada.
No me gustaba su lado prepotente, pero si que me desafiaran, así que le seguí el juego.
-Pues ya te buscaré un mote propio- dijo dando un paso al frente continuando con aquel juego que sabía, ganaría yo.
-Pues puede que yo haga lo mismo- no se en que momento nos habíamos acercado tanto, pero entre nuestras caras solo había unos centímetros.
Parece que aparte de nosotros dos, Dani también lo notó, ya que gritó, o más bien chilló: ¡¡¡Se van a besar!!!.
En cuanto lo dijo ambos nos separamos rápidamente y dejamos de mirarnos. Menos mal, porque mi cara ya estaba más roja que un tomate. Pero lo que no me esperaba, cuando finalmente lo miré, era que él, con su anterior actitud segura y orgullosa, también se hubiera sonrojado tanto o más que yo.
-No nos íbamos a besar- intenté explicarle a Dani.
-Pero dentro de poco si...- murmuró Iván más para sí mismo.
Yo como siempre no me pude quedar callada y hablé aunque no me lo hubieran pedido.
-¿Cómo que "dentro de poco si"?- pregunté entre fastidiada y furiosa.
-Ya verás- dijo el más seguro y recuperando su anterior actitud. Este chico si que era bipolar.
-¡Aggh!- exclamé ya harta de la situación.
Cogí mi bolso que seguía en el suelo y entré en la casa. Perdiéndome como 4 veces, al fin encontré una habitación en la segunda planta donde se encontraba lo que estaba buscando, mis maletas, y por lo tanto, mi cuarto.
Ya cansada de todo, tiré el bolso en algún lugar de la habitación y me eché sobre la cama para dormir un rato.
Después de que aquel prepotente, orgulloso, cínico y bipolar chico, que además era mi hermanastro, me dejara la cabeza como un bombo, lo menos que merecía era una buena siesta, que encantada me echaría para olvidarme un rato de todo.
Justo cuando iba a cerrar los ojos y dejarme llevar por Morfeo, un niño 2 o 3 años más pequeño que yo apareció en la puerta de mi habitación mirándome con curiosidad.
Perfecto, estaba a punto de conocer al último integrante de la familia, y justo cuando iba a dormir plácidamente.
-Y tu eres...- le dije sentándome en la cama y descartando completamente la idea de descansar.