Los pensamientos de Elena

Mi madre y el ave

¿Tienes miedo? Descuida es normal, acabas de nacer. Miras a todo tu alrededor explorando, eres un nuevo ser en el mundo. Sientes el calor de tu madre, confías en ella... pero ¿qué pasa con lo demás a tu alrededor? Tienes ganas de explorar; lo entiendo, pero tienes que ir más despacio, alguien te puede lastimar; incluso ya había otra ave esperando tu nacimiento, esperando que florezcas ¿que querría? ¿Por qué espera algo de ti? Eres simple, una criatura que acaba de ver la luz, el es un ave fuerte, con oscuros ojos y piel áspera ¿quiere lastimarte? No creo, porque cuando volteaste a verlo te lanzo una mirada amistosa o ¿te quiere engañar? Eres inocente, tu piel es suave, tus ojos reflejan tranquilidad, estás débil para protegerte; cualquiera te podría engañar.

Sigues ahí, con tu madre, ¿sientes lo bien que es estar a su lado? Te acurrucas en ella para sentir su calor, ¡oh, qué bien se siente¡ quisieras estar ahí todo el día, pero dudas estar segura, no sabes descifrar la mirada  de aquel ave e incluso lo notas más cerca de ti que antes, no sabes lo que está sucediendo, pero te quedas ahí, justo donde estás porque te sientes confundida, protegida y dudosa.

Al final estuvieron juntos; tu madre y aquel ave con mirada extraña, está a tu lado, tan cerca que incluso puede tocarte. Tu madre cada vez que él está cerca está feliz, pero él aún sigue con su sonrisa extraña. ¿Tardará mucho aquí? Tienes miedo, uno distinto al que tuviste cuando naciste, sientes algo diferente, está pasando algo y no sabes que. Por unos días la ave se va, te quedas sola con tu madre, su sonrisa no es la misma y ya no hay calor ¿estará enferma? Notas como su piel torna un poco gris y las plumas de sus alas caen como pequeñas gotas de lluvia de una hoja. Quieres hacer algo, extrañas a tu madre, así que como por una semana empiezas a tratarla con una sonrisa, abrazos y uno que otro alago para hacerla sentir mejor.

Tu madre volvió a tomar ese color naranja que tanto te gustaba, cada mañana te despertaba con su canto, mirar sus ojos era buena poesía para tu corazón, pasaron los meses y las cosas seguían igual de acogedoras, todo era perfecto, tan perfecto que nunca notaste que aquella ave que se había marchado; había vuelto. Su ojos oscuros no eran tan oscuros como los veías antes, eran profundos, estabas segura de que si seguías viendo esos grandes ojos descifrarías un gran enigma sobre la vida; su piel áspera, era incluso más áspera de lo que pensabas, pero notaste qué pasó por muchas lluvias y adversidades para llegar justo donde está "el ahora".
El balance era perfecto y a pesar de tus dudas ya todo estaba bien... ya todo tenía sentido.