Carta uno

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Hoy te veías más radiante que los días anteriores, sería un privilegio observarte más allá de la lejanía que nos privó el día de hoy.

Sigo sin comprender el porque aveces tengo que sufrir al no poder dejarte ir. Aunque siendo sincera conmigo misma no puedo, ni quiero hacerlo.

Ha pasado ya tanto tiempo y sigues sin mirarme de la forma que yo lo hago. A mi vista, tú eres magnífico. Mi religión me hace no poder nombrarte Dios, créeme que de poder hacerlo lo haría, pero si algo reconozco es que él te hizo con ayuda de los más honorables y fieles angeles, ya que eres hermoso.

Y cada vez que te veo, puedo verte como la primera vez que lo hice, con amor... Porque cuando lo hago y veo esas cejas gruesas y tu cabello ondulado, puedo jurar que eres perfecto a mi parecer.

Y cada vez que intento acercarme a ti y lo logro, doy gracias por ver tus lindas facciones de cerca. Y en mi interior te halago de la forma más dulce posible.

Si estuviera a mi alcance te haría un monumento, uno en el cual las personas reconocieran tus hermosos ojos cafés con ese brillo que me ilumina hasta en mis días tristes.

Ojalá pudieras quererme como lo hago yo.

Ingenuamente, Alex.

Ingenuamente, Alex

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Ingenuamente, AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora