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❝ Alguna vez verás mi atención, hacia ti, aún cuando no la necesites... — Cigarettes after sexAffection.❞

Santiago.

Mi día no podría ser mejor, me ha tocado hacer un proyecto importante con la fresita hueca de la escuela.
Macarena García es esa chica popular que todos conocían, todos estaban detrás de ella, obviamente yo no, se me hacía vacía, tanto de la cabeza cómo de todo lo demás. Si era bonita pero no era para tanto.
No me caía mal, pero ahora que recuerdo en la primaria ella me dió un beso por qué era una apuesta con sus amigas.
Sin darme cuenta he cagado aquel dibujo que estaba haciendo por estar pensando en Macarena la hueca García.
—Hola —Me dice con su voz chillona —¿Me puedo sentar?
Y es que la escuchado sólo por qué se ha detenido la canción que estoy escuchando.
Yo asiento con la cabeza.
—Entonces ¿Que harém...
—Mira para evitarte la fatiga yo haré el trabajó cuándo lo tenga listo te avisaré y te daré la parte de lo que tienes que decir —Le digo interrumpiendola.
Ella me mira con el ceño fruncido.
—Haber, no te estoy pidiendo que lo hagas tú sólo, yo quiero hacerlo.
—No, es obvio que no, sólo quieres fingir hacerlo, pero la realidad es que tú sólo te preocupas por la ropa que vas a usar y por cómo se ve tú cabello —Le digo.
Ella me mira boquiabierta.
—Vaya, eres un gilipollas, ni siquiera me conoces y ya me estás juzgando —Dice para después levantarse e irse.
No me sentía mal, no iría detrás de ella si es lo que ella espera.
Saco mi iPod y pongo otra canción, para poder hacer de nuevo aquel dibujo que he cagado y así me la pasó en el descansó.

Por la tarde me tocaba trabajar en la tienda, me tocaba el turno de la tarde, siempre había gente que estaba de paso para comprar víveres o algunas cervezas. Era cómo un 7 eleven. Me gustaba el trabajar aquí, por qué podía poner las canciones que yo quería y además podía tomar lo que yo quisiera sin que se me descontará, la dueña era muy amable.
La campana suena, avisándome que alguien ha entrado, al mirar a la puerta puedo ver a Jason caminar con una sonrisa hacia dónde estoy leyendo un viejo comic sobre flash.
Jason era mi mejor amigo, nos conocíamos desde él kinder, su madre era muy amable conmigo, cuándo mi padrastro me golpeaba ella siempre me permitía quedarme con Jason. Decía que yo era como su otro hijo.
Jason por su lado, apesar de ser popular y estar en un salón diferente que él mío, me seguía hablando y no le importaba cuán jodido estuviera, el siempre estaba para mí.
—¿Que tal las ventas? —Pregunta recargando su codo a la barra de la caja.
—Meh, algo lentas. No me quejo —Le digo.
El se ríe.
—Oye, me enteré qué tuviste una clase de pelea con Macarena García —Dice.
—¿Cómo te enteraste? —Pregunto confundido.
—Ella se lo contó a sus amigas y ellas se lo contaron a algunos chicos, bueno una de ellas... Roberta. —Dice Jason. Yo giró los ojos —¿No crees que fuiste un poco duro con ella? Quiero decir, a ti no te gusta qué te juzguen o juzguen a la gente sin antes conocerle pero ¿No es lo que estás haciendo con Macarena García? —Me dice.
Yo lo miró mal.
Sé que tiene razón, pero hay algo de Macarena García que no termina de convencerme, es vacía y sólo se preocupa por la ropa que usará el día siguiente, así son las chicas como ella. Sólo les interesa ellas mismas o la manera en la que se ven.
— Quizás, pero nadie me quita la idea de qué es una hueca que sólo se interesa por ella misma —Respondo con seguridad.
—Pues quizá te equivocas con ella, yo la conozco y... Deberías darte la oportunidad. —Me dice.

Macarena.

—Te vez un poco más llenita ¿Cuántos kilos haz subido? —Me dice Robie mientras teclea en su celular.
Yo me giro a verla con los ojos abiertos en par.
—¿Enserio? Quizá subí un par de kilos —Respondo mirándome al espejo, observando las pequeñas lonjas que salen de mi estómago.
Pensándolo bien tiene razón, tengo unos kilos de más.
—Tengo que irme, Eduardo me llamó. Nos vemos mañana —Dice Robi saltando de la cama y saliendo rápido de mi habitación.
Yo me quedo mirándome al espejo.
—Maca, no le hagas caso a Robi. Tú estás prefecta, ella sólo lo dice por joder —Me dice Anna sonriéndome.
Si, tiene razón, yo estoy exagerando. Al final Robi siempre ha sido así.
Nunca piensa que sus palabras pueden herir a alguien.
—Mejor cuéntame ¿Que proyecto piensan hacer? —Me pregunta Anna.
—Ni siquiera lo sé, cómo les conté el tal Santiago es un gilipollas, me ha dicho que el lo hace sólo y que cuando esté listo, me dará mi parte —Respondo tirándome en la cama.
—No debe ser así, si la profesora se entera los va a reprobar —Dice Anna.
—Ya sé ¿Pero que puedo hacer? No quiero rogarle al gilipollas ese.

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