5 ༄

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Macarena.

Mis padres me terminaron castigando, ahora mismo odiaba el hecho de que ya fueran padres responsables. Me habían quitado el celular y ahora estaba encerrada como Fiona con el dragón.
Alguien tocó a mí puerta.
—No tengo hambre mamá —Grito.
La puerta se abre dejándome ver a Santiago.
¿Quién coño le ha dejado entrar?
—Vete —Le digo.
—No, quiero hablar contigo. —Dice.
—Pues yo no, así que agradecería si te vas a la mierda —Digo.
—Escucha, sé que me merezco eso y mucho más, pero en verdad quiero arreglar todo esto —Dice.
Yo suelto un suspiro.
—Santiago, no hay nada que arreglar. Tú fuiste claro y yo también lo estoy siendo, vete con tu puta novia punk y a mí deja de joderme la puta existencia —Grito.
—Macarena estoy enamorado de ti —Dice.
Yo lo miró con el ceño fruncido.
—¿Que crees que logras con eso? ¿Que corra a tus putos brazos y te diga "yo también"? —Le digo cabreada.
—No, claro que no. Por qué yo no te merezco. Yo no merezco una mierda, no merezco que nadie me ame y mucho menos tú. —Dice —Tu te mereces a alguien que te ame hasta los huesos, que te dé todo y que te haga feliz. Yo no soy nada de eso, por eso preferí alejarte de mí.
—¿Tú lo elegiste por mi? ¿Y quién coño te dijo que yo necesito todo eso? Yo te necesitaba y te quería a ti, pero con tus putos prejuicios preferiste decidir por mi. —Le digo.
El suelta un suspiro.
—Maca, yo nunca he tenido una jodida relación, toda mi puta vida ha sido una mierda, sólo se de dolor y lo único que hago es lastimar a la gente que me importa —Dice —Yo no quería arrastrarte con mis demonios, por qué para amarte tengo que aprender a lidiar con mi mierda —Yo sólo lo miró en silenció —Soló venía a decirte que Amelia y yo no somos nada.
—No tiene nada que ver si son algo Santiago, al final eso no me importa por qué tú y yo tampoco somos nada —Le digo haciéndome la desinteresada.
—Estoy enamorado de ti ¿Okey? —Dice de pronto —Y si tú me dejas quiero estar contigo. Quiero intentarlo.
Yo suelto un suspiro y me cruzo de brazos.
—No sé. Tengo que pensarlo —Digo, puedo ver ¿Tristeza en sus ojos? —Podríamos ir poco a poco, y ver si en realidad esto funciona o los lleva a algún lado.
Santiago sonríe levemente.
—Si... Quizá. —Dice metiendo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros —¿Quieres salir ésta noche? Quiero mostrarte un lugar.

*

Por más que quise hacerme la difícil terminé aceptando. Santiago paso justo a la hora que me había dicho por mi. Jason le había prestado su auto así que pronto estábamos en la carretera.
—¿A dónde vamos? —Pregunto al ver cómo vamos dejando atrás la ciudad.
—A las afueras hay una feria, y por lo que sé, se pone muy bien. —Dice sin apartar la vista de la carretera.
Después de ir haciendole miles de preguntas sobre su música favorita y cosas así, llegamos a la feria.
Estaba lleno de gente, y había música.
Santiago me llevo directo a la rueda de la fortuna. No me daban miedo las alturas y mucho menos los juegos. Está pintaba para ser una excelente noche.
Subimos a varios juegos y jugamos un par. Me terminé ganando un peluche.
Me estaba divirtiendo mucho.
También probamos algunas de las comidas que había. Todo estaba delicioso, seguro subiría un par de kilos.
—Ven, te quiero enseñar algo. —Dice Santiago tomando mi mano, llevándome a la orilla de la playa.
Pronto los juegos artificiales comenzaron a verse en el cielo, era un espectáculo memorable.
Sentí la mirada de Santiago, yo también lo miré, el se acercó a mí y me besó.
Parecía que sus labios estaban hechos para encajar a la perfección con los míos.
—¿Por qué te acostaste con Amelia? —Le pregunto al separarme de él.
—No me acosté con ella, no pude... Ella insistió en besarme y por más que intentaba quitarmela no podía, hasta que entraste tú... Pero era demasiado tarde —Dice —¿Y a ti? ¿Te gusta Jason?
Yo lo miró confundida.
—No, es un buen amigo solamente —Le digo sonriendo.
—El es un buen chico, quizá tú y el...
Yo lo besó, haciéndolo callar.

Santiago.

Nos quedamos un rato acostados en el capo del auto, hablando sobre todo y nada, viendo las estrellas.
Macarena me contaba una que otra anécdota de su vida, alguna bobada que había hecho. Me contó, cómo perdió su virginidad y yo también le conté, nos reíamos de cosas tontas, hasta las más insignificantes.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Dice de pronto. Yo guardo silencio, sólo se escucha el sonido de algunos grillos.
—Si —Respondo luego de unos minutos.
—¿Por qué te cortabas? —Mi cuerpo se tensó, y ella pareció notarlo —Digo, sé que es por todo lo que el jodido idiota de tu padrastro te hacía, pero ¿Alguna vez pensaste en el suicidio?
Yo suelto un suspiro.
Tarde o temprano ella me preguntaría algo así, era difícil para mí el abrirme a alguien y más a ella.
—Si, lo hacía por lo que me hacía mi padrastro. —Le contestó —Y si, muchas veces. Una vez lo intenté pero pensé en mi madre y no lo hice.
Macarena guarda silencio, de abre un silencio incómodo.
—Pero ¿Ya no piensas más así? ¿No? —Pregunta sentándose para mirarme fijamente.
—No, la verdad es que no. —Menti.
Todo el tiempo al verme en el espejo, odiaba lo que era, el ver las cicatrices en mi cuerpo, el pensar constantemente en que no merezco ser amado, me jodia y mucho.
Me sentía inseguro por qué sabía que Maca se merecía a alguien mejor que un jodido suicida.
—Jurame, que si algún día te sientes así, me lo vas a decir —Dice Maca de pronto, interrumpiendo mis pensamientos.
Yo la miró fijamente, ella parece estar preocupada por mi.
—Antes respóndeme algo —Le digo.
—¿Que? —Pregunta ella confundida.
—¿Estáis conmigo por lastima? —Pregunto mirándola fijamente.
—No, claro que no. Estoy contigo por qué me gustas —Dice sonriendo —Tu me haces sentir especial, me haces sentir que valgo la pena.
—Macarena joder ¿Quien te ha metido esas jodidas ideas retorcidas en la cabeza? Vales maldita mente la pena, y eres especial. Muy, bastante. Eres todo y más, eres inalcanzable. Maldita sea Maca, cualquiera que esté contigo se saca algo mejor que la puta lotería. Eres eso que todo hombre merece pero que sólo pocos puede poseer —Le digo.
Ella me mira con una sonrisa, sus ojos están llenos de lágrimas.
— Estás exagerando —Dice intentando desviar su mirada.
—Macarena, no ¿Quien coño te ha hecho sentir así? Eres muy especial. Maldita sea no se qué haces con alguien cómo yo, cuándo puedes tener a alguien mejor —Le digo.
Maca me besa, y cada que lo hace siento que no es de este mundo, siento una ola de emociones y sentimientos cuando ella me besa.
Yo me separo de ella y la miró.
Sus mejillas están un poco ruborizadas.
—Te llevó a tu casa —Le digo.
Al ir manejando Maca se quedó dormida y se veía muy tierna. Cuándo llegamos a su casa no quise despertarla y con todo el atrevimiento del mundo le llamé a sus padres para que me dejaran pasar a dejarla en su habitación.
Cuándo la deje en su habitación su madre me agradeció y me acompañó hasta la puerta.
—Gracias —Me dice de nuevo.
—No se preocupe, no quería despertarla. —Le digo con una leve sonrisa.
—No, yo me refiero a que nunca la había visto así. —Dice ella —Por primera vez la veo feliz, con un brillo especial en los ojos... Ella no me ha platicado de ti, pero supongo que eres buen chico. Así que cuidala ¿Quieres? —Dice —Mi Maca es muy especial, no es chica de una noche.
—No claro que no. Maca es más que eso —Le digo.
—Me alegra que lo sepas. Espero vengas a cenar pronto.

Macarena.

Cuándo desperté ya estaba en mi habitación, no sabía ni como había llegado. Me estire en la cama y me levanté. Me fui directo al baño a hacer mis necesidades y lavarme la boca antes de bajar a desayunar.
En cuanto baje el aroma de waffles inundaba la cocina.
Mis padres estaban cocinando juntos.
—Habia extrañado ese aroma —Les digo sentandome en la barra.
Mi madre sonríe.
Mi padre es quien pone un plato con waffles frente a mi, ug delicioso.
—Ten —Dice mi padre dandome mi celular —No ha dejado de sonar, no nos dejaba dormir.
Yo sonrió.
Mientras ellos siguen cocinando, yo leo los mensajes que tengo mientras desayuno.

Anna: Hey ¿Puedo ir a tu casa?
Maca: Si, no me movere de aquí.
Anna: Iré en una hora, te quiero.

Santiago: ¿Cómo amaneciste?
Maca: Bien, aunque no tengo la menor idea de cómo llegué hasta mi habitación.
Santiago: ¿No te lo dije? Hago magia.
Maca: 😱
Santiago: ¿Que harás hoy?
Maca: Anna vendrá a visitarme ¿Y tú?
Santiago: Tengo que trabajar.
Me preguntaba si querías venir a la tienda a seguir con el proyecto, ya casi está terminado.
Maca: Vale, te veo en la tarde entonces :)
Santiago: Si, te esperó.

Cuándo terminé de desayunar subí a mi habitación a cambiarme. Justo cómo había prometido Anna llegó. Ella era muy puntual, no le gustaba que la hicieran esperar.
Platicamos sobre la escuela, el proyecto y me anime a contarle todo sobre lo mío y lo de Santiago.
—¿Con el emo? —Dice riendo mientras se pinta las uñas.
—No es emo —Le digo girando los ojos.
—Si usa ropa negra, es emo —Dice Anna riendo.
—Quiza debería ayudarlo a renovar su closet —Le digo mirándola seria.
Anna me mira y suelta una carcajada.
—Maca no creo que el quiera que lo ayudes con su closet... No parece un chico al que le gusta ser ayudado —Dice subiendo los hombros.
Y quizá tiene razón, Santiago es muy terco, no le gusta que lo ayuden y menos que le den órdenes.
Anna me ayudó a escoger la ropa para ir a la tienda a terminar el proyecto con Santiago. Había escogido un vestido que me quedaba por encima de las rodillas, era muy cómodo y bonito.
Anna me dejó en la tienda pues había venido en su auto.
Al entrar a la tienda pude ver a Santiago atendiendo a un par de personas. Me senté en aquellas viejas mesas que tenía la tienda para aquellos que comían aquí.
Pude ver a Santiago venir hasta donde estaba una vez que terminó de atender a los clientes.
—Hola —Me saludo sonriendo.
—Hola —Le digo devolviendo el saludo.
—Te vez muy... —El se queda en silencio, cómo buscando la palabra correcta —Linda —Dice sonriendo.
—Gracias —Le digo avergonzada.
Nos pusimos a terminar aquel proyecto, el cual debía reconocerlo, Santiago había hecho la mayor parte.
Debíamos hacer un proyecto que benificiara al medio ambiente, habíamos hecho una máquina que convertía el plástico en cosas reusables, cómo una botella podía convertirse en un florero y cosas así. Santiago de hecho tenía muy buenas ideas y quería hacer todas, pero según él las haría en cuanto tuviera más tiempo libre.
De alguna manera admiraba a Santiago por qué era muy inteligente y no sé daba por vencido tan rápido. Aunque me molestaba el hecho de que no se quitará esa sudadera negra para nada.
—Maca ¿Por qué me miras así? —Me pregunta sonriendo.
—No te estaba mirando —Le digo riendo, que vergüenza.
—Claro que lo hacías.
—Que no.
La campana de la puerta se escuchó, indicando que alguien había entrado.
—Ya vengo —Dice levantándose para ir a la caja.
Me quedé arreglando un par de cosas del proyecto. Santiago estaba tardando, así que me levanté para irlo a buscar.
Me detuve en el pasillo de los dulces al escuchar la voz de la odiosa de Amelia encima del mostrador hablando con Santiago, este parece muy contento.
Por dentro hiervo de celos, pero no puedo hacer nada. Al final el y yo no somos nada.
Y no quiero verlo, ni que me hable y mucho menos quiero verlos besándose.
Así que por mi propio bien y el de Amelia salgo de la tienda sin mirar atrás.
Después de caminar un poco saco mi celular y marco aquel número.
—¿Puedes pasar por mi?...

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