la rebelión

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Un cactus no quería casarse conmigo y yo estaba llorando cuando me teletransporté sin querer a La Tierra.

Me sorprendió cuando un terricola me vio y me preguntó porque tenía una nariz en el brazo.

Le expliqué que ese cuadrado era donde almacenaba mi dióxido de carbono que necesitaba al estar en situaciones de peligro como huir de un velociraptor con tupe que odia los miércoles.

Buscando un sitio donde mear encontré un inmenso castillo.

Me alarmé al escuchar gritos así que saqué de mi bolsillo mágico una colonia de coco la cuál me hacia armarme de valor y tomar decisiones precipitadas.

Tras beberme un par de tragos me dispuese a caminar hacia el lugar desde donde parecía provenir el bullicio.

Los alaridos me llevaron hasta una especie de silla de cristal rodeado por
..¿Ratas?

Recordaba haber visto a estos animales en mi libro de Biología hace unos meses, cuando dábamos el tema de animales de otros planetas, lo que nunca me explicaron es que las ratas hacian estas cosas:

Recordaba haber visto a estos animales en mi libro de Biología hace unos meses, cuando dábamos el tema de animales de otros planetas, lo que nunca me explicaron es que las ratas hacian estas cosas:

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Me escondí detrás de una pamela de flores y aguzé el oído para intentar comprender que estaba pasando.

Desde donde estaba no podía escucharles y tampoco podía arriesgarme a acercarme más, así que saqué una lámpara de bolsillo mágico , la froté hasta que salió akinator, estaba realmente eufórico.

+¿El personaje en el que piensas obtuvo su fama tras su fallecimiento?

-NO ES MOMENTO DE JUGAR-grité sin sobrepasar los decibelios permitidos por la ley del silencio.

+nunca quieres jugar conmigo- murmuró afligido.

-Vale te prometo que si me ayudas en esto crearé una página web donde todo el mundo podrá jugar contigo.

Mis palabras causaron justo el efecto que quería y para celebrarlo se puso a tender una lavadora.

+Te ayudo.

-Necesito que te hagas invisible, te acerques y me digas de que hablan.

Se lo pensó durante unos instantes pero lo hizo sin rechistar.

No tardó mucho en volver con cara de orgulloso.

-¿qué has oido?

-quieren librarse de los rinocerontes que dominan este castillo porque son unos cabrones, tratan fatal a las ratas y ahora quieren levantar una prohibición que les oblige a dejar de saltar sobre la comba con aletas y de escuchar rock and roll.

-eso es horrible, debemos hacer algo.

+mm sí bueno que pena que tenga que irme ahora mismo a salvar a unos ciclópes del pueblo de "¿A ti que coño te pasa?"

-Vaya excusa de mierda.

+ES EN SERIO, se han puesto a cavar en minecraft y no saben como volver a casa.

Akinator dio una vuelta sobre él mismo y se desvaneció.

Salí de mi escondite con un salto y los brazos en jarra.

-YA HA LLEGADO EL ALMA DE LA FIESTA.

Los ojos de las ratas se posaron en mi durante unos segundos y luego volvieron a continuar con sus conversaciones.

-OYE QUE VOY A AYUDAROS.

+y, ¿para qué te íbamos a necesitar? Respondió una rata en cuya gorra se leía el nombre de " Tico"

-tengo esto- les mostré un vinilo- todo el mundo sabe que los rinocerontes odian la música clásica.

Empezaron a mirarme con curiosidad, esperando a que siguiese con mi plan.

-Esperaremos a que se duerman para esconderlo y así como no sabrán de donde viene se verán obligados a irse del castillo.

Así lo hicimos, mientras el sol se iba escondiendo tuvimos tiempo para hablar de temas muy variados, entre ellos lo fascinante que nos parecia el funcionamiento de los coches.

-SE SIENTAN, LE DAN A UNOS BOTONES Y SE MUEVEN -exclamó una amigable rata antes de desmayarse.

Caida la noche realizamos nuestro plan, sin más obstáculos que enfrentarnos a un bebé de 3 metros.

Unas ratas le distrajeron con una magnífica coreografía mientras los demás escondimos los vinilos y los poníamos en funcionamiento.

Todo salió según lo planeado, los rinocerontes no pudieron soportar "para Elisa" y se marcharon.

Me dejaron vivir en ese sitio y fuimos muy felices.

Los cuentos rusosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora