Renata

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Desperté de golpe como si alguien hubiera hecho sonar una trompeta en mi oído, pero en realidad el espacio estaba en completa calma, una sensación extraña me invadió en ese momento, esta no es mi cama, gire la cabeza para poder observar a mi alrededor esperando encontrar algo que pudiera reconocer, seguro que estoy en casa de Mary Chuy, o eso es lo que yo quisiera creer, en realidad no recuerdo mucho de lo que sucedió anoche.

Maldita sea yo y mis estúpidas ideas, precisamente ayer tenía que enterarme, el que yo creía era el amor de mi vida se había casado y después de algunos meses ellos se dan cuenta que van a ser papas. Después de haber compartido cinco años de mi vida con una persona y haberme entregado en cuerpo y alma a hacerle feliz me había olvidado de mi misma, y tras otros  cinco años de haber estado esperando a que regresara me dicen que está casado y además que está esperando un bebé. Haber desperdiciado de esa manera diez años de mi vida no era para menos que al tratar de digerir toda esa información yo llamara a Mary Chuy y la invitara a ir a un bar aún y cuando solo estamos a martes seguro encontraba un bar donde ir a beber para adormecer todos los sentimientos y emociones que me estaban abrumando en ese momento.

De vuelta a la realidad estoy envuelta en sabanas blancas de una tela que no reconozco pero que quisiera conocer para comprarme unas iguales, el simple roce de las sabanas en mi piel crean una sensación tan relajante que si no fuera por la crisis de ansiedad en la que me encuentro,  seguro que la disfrutaría al máximo.

Mi vista periférica capta un movimiento al otro lado de la habitación y ahí en el umbral de una puerta, que después supe era el baño vestidor, se encontraba un hombre desnudo, más bien semi desnudo ya que su hombría solo la cubría una toalla blanca, obvio el tipo acaba de salir de la ducha.

Me sentí desfallecer, mi cuerpo no respondía al parecer me había quedado pegada al suelo en donde estaba parada, y mi cerebro trabajaba a mayor velocidad que a la que viaja la luz, si eso es posible claro.

Dios mío que paso aquí, pero qué coño hice yo anoche, ahora sí que la hiciste buena Renata el día que se te ocurre agarrar la jarra y ponerte una borrachera olímpica terminas en la cama con un tipo que ni conoces y encima de todo se te ocurre implorar a Dios, pero en qué piensas mujer no metas a Dios en esto  ahora salte como puedas y remedia esto pero ya. Genial bonita la hora en que aparece mi conciencia, en donde se había metido anoche cuando perdí la noción del alcohol que me bebí, seguro que deje al bar en desabasto, pero en que estaba pensando.

-  ¿estás bien?

-    Renata, ¿estás bien?, si quieres vomitar esta es la puerta al baño.

-    ¿qué? Perdón  ¿dijiste algo?

-    Te preguntaba si te encuentras bien, te has quedado muda al verme y podría asegurar que tu cara se puso de todos colores, ¿tienes asco?, no te culparía después de todo lo que bebimos anoche.

-    Eh, no… no estoy bien.

Y ahora que le digo ni siquiera se su nombre, o tal vez si pero no lo recuerdo, sé que no debo pero Dios por favor sácame de esta situación tan incómoda. De pronto la canción de wrecking ball comenzó a sonar a todo volumen y yo mire hacia arriba y sonreí al cielo y di gracias, a veces me respondes muy rápido.

-    Diga.

-    Bueno días. Me dice un poco molesta.

Y así comenzó todo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora