Capítulo dos

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-Buenos días- digo yo sentándome al lado de mi hermano, esperando el desayuno.

-Hola- dice mi hermano con cara de pocos amigos mirando la pantalla de su móvil.

-¿Has dormido bien?- dice mi madre colocándome delante un plato con unas tostadas y un café.

-Sí, pero estoy un poco cansada. Gracias por el desayuno mami. 

-Bueno Riley, me voy ya al trabajo- espeta mi padre, dándole un beso en la mejilla a mi madre- Tened un buen día chicos.

Mi hermano ni levanta la cabeza y yo le doy una sonrisa después de darle un beso en la mejilla.

Mi padre nunca ha sido muy expresivo con mi hermano, y mi hermano con el paso de los años ha ido generando indiferencia hacia este. La situación es un poco incómoda, pero con Marlon no puedes forzar las cosas; es frío y callado.

Después de terminar de desayunar; subo rápidamente a lavarme los dientes, cojo mi maleta y salgo por la puerta después de despedirme de mi hermano y de mi madre. 

Allí me esperan Luna y su madre en su coche gris.

Luna es mi mejor amiga; como una hermana para mí. Estamos juntas desde los cuatro años y seguimos sumando; la quiero muchísimo y es uno de los pilares más importantes de mi vida. Es un poco más alta que yo; además de ser muy morena, tener el pelo lacio castaño y unos grandes ojos de un tono marrón oscuro.

Totalmente polos opuestos; en personalidad y físico. Pero nos complementamos perfectamente; somos la rubia y la morena más locas de todo Portland. 

Sí, somos de Portland.
Y sí; soy rubia. A parte de tener los ojos azules, la piel blanca y medir un metro sesenta.
Es un físico bastante cliché, la rubita de Portland; pero creo que es el único que vais a ver por aquí.

Me subo al coche y la morena se dedica a no intentar dormirse mientras mira por la ventana mientras que su madre; Emery, me saluda como todos los días que nos lleva a clases.

Cuando llegamos, salimos disparadas a la primera clase del día; economía.
A quién se le ocurre poner economía, un lunes a primera hora.

Mi amiga, que suele despertarse con un muy buen humor por las mañanas; nótese la ironía, resopla cuando ve entrar por la puerta al idiota de su ex.

Se llama Jeremy, también apodado el gilipollas que rompió el corazón de mi amiga en ochenta y cinco pedazos después de que tras un año de relación, se descubrió que todo fue una farsa.
Luna solo fue una distracción para él, ya que sus ojos estaban puestos en Caroline Mackenzie; la chica más odiosa y manipuladora de todo el instituto. 
Después de ser el juguetito de Caroline, convertía a Luna en el suyo propio para poder sentirse menos desgraciado.
En pocas palabras, Jeremy Adams es un tío muy patético.

-Que buena manera de empezar el día- dice mi amiga, poniendo los ojos en blanco.

-Pasa de él- digo yo, mientras saco el libro de economía.

En ese momento entra el profesor y empieza la clase.
Le tengo que dar unos codazos a Luna, porque ha estado a punto de empezar a roncar en las narices del profesor.

Cuando se acaba la primera clase del día, nos quedamos hablando de cómo ha ido nuestro fin de semana y de cómo llevamos el examen de latín cuando de repente; mi móvil empieza a sonar.

Menos mal que no ha sido cuando estaba en alguna clase y me maldigo mentalmente por haberme olvidado de haberlo puesto en silencio.

Cuando desbloqueo mi móvil veo un mensaje de mi padre.

Papá: Iri, cuando vuelvas a casa después de clase; ve a mi despacho y coge una carpeta que pone SWIFT.SL y llévala a la oficina porfa. Es importante, un beso cariño.

Le contesto un OK y apago el móvil.
Este hombre y su mente olvidadiza... Ahora me toca ir a la oficina y escuchar los comentario pertinentes...

Algún día todo esto será tuyo; eres una Collins, sabrás llevar este negocio...

Agh.

Mi padre es contable en una empresa de finanzas.
Pero no un contable cualquiera; es el jefe y propietario de dicha empresa y está empeñado de que mi hermano o yo tomemos las riendas del negocio una vez que él se jubile.
Con mi hermano desistió hace mucho tiempo, pero conmigo no hay manera.

La mañana pasa rápido y el timbre da la señal de que la última clase del día ha terminado.
Todos corren hacia la salida como si la vida les fuera en ello y yo espero a Luna a que termine de guardar sus cosas.

Una vez me dejan en casa; como sola.
Mi madre trabaja hasta tarde, mi padre está en la oficina y mi hermano andará por ahí.

Después de comer, entro en el despacho de mi padre buscando la carpeta.
Cuando la encuentro camino hasta la oficina, que se tarda unos veinte minutos.

Cuando llego me encuentro acalorada, Septiembre ya está por irse y con ello el verano; pero aún así sigue haciendo un calor infernal.

Me paseo por el moderno edificio en busca de la secretaria de mi padre pero no la encuentro por ninguna parte; así que pregunto en recepción.

-Hola Sean, ¿sabes dónde está Sarah?- pregunto al recepcionista que consideramos como uno más en la familia.

-Hola Iri, Sarah fue despedida hace mes y medio; ¿no lo sabías?

Frunzo el ceño y niego con la cabeza.

-Ah, ahora tu padre tiene un nuevo secretario; el señor Johnson. Se encuentra en la planta doce en la sala de juntas. Llama antes de entrar- dice guiñándome un ojo a lo que respondo con una risa.

Con qué Sarah se fue para dar paso al señor Johnson... Interesante.

Cuando el ascensor se detiene en la planta número doce, me encamino a la sala de juntas, saludando a cada persona que se me cruza; saben que soy la hija del jefe.

Llego por fin a la puerta y llamo dando unos golpes suaves; cuando una voz masculina me dice que pase; abro la puerta y por un momento creo que estoy en el cielo.

Al pensar en el señor Johnson; pensé en un hombre de unos cincuenta años, canoso y con una barriga cervecera pero estaba equivocada, muy equivocada.

Nueve veces Octubre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora