Capítulo 2

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El día en el que por fin sería parte de la Unidad Anormal había llegado, sentía un enorme nudo en el estómago con tan solo pensarlo

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El día en el que por fin sería parte de la Unidad Anormal había llegado, sentía un enorme nudo en el estómago con tan solo pensarlo.

Esa mañana no fué como las otras;
el sol no brillaba de la misma forma, hacía bastante viento y no había oído
ni un sólo cacareo del gallo que formaba parte de nuestro corral. Con el pelo hecho una maraña, me levanté con desgana y me dispuse a buscar cualquier cosa decente que ponerme, aunque la mayoría de mi ropa consistía en pantalones desgastados de mi madre y camisas viejas de mi padre. Una persona de clase media se habría lamentado por tener un vestuario tan pobretón; pero a las personas que venimos de distritos tan humildes no nos importa, pues mayoritariamente preferimos ir cómodos para realizar nuestras tareas y labores.

— ¿[T/N]...? — una vocecilla adormilada a mis espaldas me alerta, al parecer Kuro ya se había despertado —  ¿Ya es la hora?

-— No, tranquilo. — le miré por encima del hombro mientras abotonaba mi camisa con rapidez — Me he levantado antes, tengo cosas que resolver antes de irme.

El pequeño solo asiente y su cabello índigo vuelve a desaparecer entre las sábanas. Sí, Kuro y yo compartimos cama desde siempre; básicamente porque en mi casa apenas tenemos habitaciones. Es un poco molesto no tener mucha privacidad, aunque dudo mucho que esa palabra sirva de algo cuando tienes un viejo desván como dormitorio. Obviamente no siempre estaba satisfecha con esas condiciones, pero tampoco podía quejarme; era preferible que Naoma se quedara con la única habitación de abajo para correr menos riesgos.

Aunque ahora que lo pienso, nunca creí que echaría de menos las patadas y ronquidos de mi hermano.

Busqué con la mirada mis viejas botas de montaña y me las puse con rapidez, debía apresurarme para comenzar a realizar mis tareas. En cuanto terminé de domar los nudos y mechones que caían por mi frente, bajé la escalera de madera con cuidado y corrí por el pasillo hasta llegar a la cocina. Tomé una jarra de leche que había en la nevera y me serví un poco; también tenía hambre, pero al ser mi último
día aquí no me apetecía robarle el desayuno a mi hermano. Suspiré, es increíble que me pusiera melancólica incluso por las peleas que teníamos por la comida.

Unos pasos débiles pero audibles me mantuvieron en silencio, esperaba que Naoma tampoco me hubiera oído.

— ¿No crees que es un poco pronto para ir a los establos? — en efecto, me había equivocado.

Bebí del vaso con desesperación y de inmediato me giré con una sonrisa nerviosa. Mi abuela me devolvió
el gesto, hasta con su albornoz y sus pantuflas desgastadas seguía pareciendo la ancianita risueña que es.

— Lo sé, pero... — me excusé desviando la mirada — Siento haberte despertado, pero es que apenas he conseguido dormir.

— Bueno, al menos no soy la única. — palmeó mi hombro restandole importancia — En cuanto a tus labores, no te preocupes. No hace falta que las hagas hoy.

Generation - [BNHA x Lectora]【HIATUS】  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora