Capítulo 3

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Mis quejidos se oían por toda la habitación

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Mis quejidos se oían por toda la habitación. Por más que intentara ser fuerte, mi uso de la razón y sentidos
se dispersaban cada vez que esa maldita aguja se abría pasó en mi vía intravenosa. Como me esperaba, me habían atado a una silla y amordazado para hacerme unas pruebas. No llevaba el collar que anulaba ni Quirk, pero apenas podía hacer algún movimiento con las manos dado aunque mis muñecas estaban inmovilizadas.

— Oye, si te mueves tanto te dolerá más. — me advirtió Chiyo Suzenji, la jefa de laboratorio y enfermera del lugar.

¿Cómo no iba a moverme si a cada punzada sentía que me masacraban  los brazos? Habían líquidos y sustancias químicas por todos lados, también habían muestras de sangre
y vacunas dependiendo de cada virus. Chiyo era una mujer paciente y calmada, pero si sus pacientes no trataban de cooperar, sabía como someterlos a la fuerza a pesar de su poca resistencia física y vejez. Que me lo digan a mí, pues la mayoría de veces fué ella la que me impidió escapar de ese infierno metalizado. En cuanto terminamos, como era habitual en ella, se acercó y me dió un beso en donde antes había estado el material con el que me había puesto la inyección.

Solamente llevaba cinco días en U.A. y no quería decirle nada por educación, pero ese gesto se me hacía algo extraño por su parte...

— Ya está. — comentó mostrando una pequeña sonrisa mientras me desataba de la silla con cuidado — ¿Ves? No ha sido para tanto.

Yo solamente me mantuve en silencio
y asentí con la cabeza baja, durante las ciento veinte horas que llevaba ahí, me era inevitable sentirme angustiada por sentirme enjaulada.

Hasta el momento lo único que habia hecho era soportar transfusiones
y vacunaciones durante todo el día; cosa que podría parecer simple, pero
en cuanto salía de la sala de pruebas me sentía mareada y todo me daba vueltas. Al llegar a mi habitación, varias veces me encontraba con Nejire recién llegada de su entrenamiento; y si no le veía tanto es porque al ser dos
años mayor que yo, tenía horarios diferentes. Gracias a mi compañera de habitación y sus incansables ganas de hablar, comprendí que a la gente con Quirk nos separaban por edades y
nos dividían en dos grupos (A y B) en cuanto a niveles de poder. Hadou era de rango S y estaba en el grupo A de
su generación, su particularidad se llamaba Oleada y tenía la capacidad de manipular y generar ondas de choque a partir de su vitalidad.

Y aunque no le hubiera visto en acción, tenía que admitir que era impresionante.

Sujeto 63194, diríjase al área de entrenamiento.

Y es por eso que en cuanto oí esas palabras justo en la mañana de mi sexto día, sentí una parálisis muscular por todo el cuerpo. En cuanto Chiyo se aseguró de desactivar los amarres a la silla, yo solamente me mantuve quieta mientras miraba al altavoz totalmente desesperada.

No podía ser verdad.

Durante el primer par de noches, solía dejar de lado mis horarios de sueño
y me disponía a llorar. Sabía que
era inútil, pero a esas alturas no me quedaban opciones. Extrañaba a Kuro
y a Naoma, extrañaba mi hogar en general. Por mucho que me dijera a
mí misma que todo iba a salir bien y que debía mantener la calma, en ese momento entré en pánico. Estaba apunto de probar lo que era el dolor y el sufrimiento, estaba a comienzos de tomar el papel de una mula de carga por el beneficio de otros. Mis manos comenzaron a sudar, el aire se me agotaba y mis pulmones no conseguían actuar. Pese a tener actitudes rebeldes estaba asustada, ¿por qué esto tenía  que sucederme justo a mí?

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2019 ⏰

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