LEO

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—Misha, deja de dormir necesito que despiertes ahora—la voz de Leo lo sacaba de su sueño, no era bueno con los despertares y menos aún si eran tan bruscos como lo estaba siendo en ese mismo instante.

— ¿Leo, que te sucede contigo? Si es un broma juro que golpearé— Misha medio adormilado intentó abrir sus ojos mientras enfocaba la cara seria del otro frente a él.

— ¿Confías en mí? — la pregunta había terminado de quitarle los últimos rastros de sueño que aún conservaba, el otro lucía extraño, serio, preocupado, podía notarlo por su respiración precipitada y unas gotas de sudor corriendo por su frente.

— Dije que jamás volvería hacerlo, pero tú serás la última persona en al que confiaré en esta vida ¿Qué sucede? —Misha tenía razón, muchas decepciones habían pasado durante su vida, si ya por su personalidad le costaba confiar, luego de Iván creía que eso sería imposible pero Leo, aquel enfermero se había ganado aquel último pedazo de su corazón que aún se mantenía en pie.

— Escúchame bien, deberás morir— el cuerpo del menor se tensó al escuchar esas palabras—bueno, no morir, más bien fingir que estás muerto, sólo deberás hacerte el dormido hasta que yo te avise, no digas nada, intenta no respirar, ni abrir los ojos, ni moverte hasta que te diga lo contrario— el rostro de seriedad de Leo lo perturbaba, lucía serio y Misha temía por lo que el otro quería hacer, pero de cierta forma confiaba en su palabra.

—Bien, vamos levántate y entra en la bolsa— el hombre apagó las maquinas que monitoreaban al rubio y quitó todas las agujas que mantenía en su piel, aun dudando se levantó y se metió dentro de la bolsa que el otro le había entregado mientras que veía como el enfermero ingresaba a su habitación con un mesa metálica con ruedas.

—Sube aquí y como te dije... ni un solo ruido— hizo todo lo que le pedía, la bolsa lo cubría por completo y tras cerrar por completo el cierre que tenía la camilla se comenzó a mover sin saber bien que ocurriría y hacía donde iba.

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— Tu nombre será Leo, enfermero graduado, aquí están tus papeles y todo lo que necesitas para esta misión, serás enfermero en jefe de la clínica Ivanov, es muy importante que seas igual de cauteloso que siempre, debes ser la mano derecha del doctor, sé sus ojos, se todo para él y sea como sea debes entrar a ese subterráneo y traer todas las pruebas que lo puedan inculpar— un hombre de cabellos largos y un uniforme de color negro le entregaba una carpeta con muchos documentos en las manos al que estaba sentado frente a él.

— Entendido señor, será una misión exitosa se lo aseguro— el pelinegro que portaba la misma vestidura que el otro inclinó su cabeza asintiendo mientras comenzaba a ojear los documentos que tenía entre sus manos.

— Eres el mejor del escuadrón y al igual que todas las demás misiones esta debe ser exitosa, no quiero que nada salga mal ¿Estás preparado, Nikolai? — su jefe le preguntó con aquella mirada seria, que adelantaba que sólo podía significar que no sería tarea fácil y que probablemente su misión no sería de lo más agradable.

— Si señor, no habrá ninguna falla, lo aseguro— respondió se puso en posición recta cerró su puño y lo puso junto a su corazón.

— Alice cubrirá desde la clínica, dentro de la carpeta va un comunicador, tras conseguir las pruebas necesarias debes apretar el botón y tendrás treinta minutos para subir, la agente Alice se encargará del sistema de seguridad, tras pisar fuera de la clínica no importa cómo lo hagas, asegura esa información y escóndete en el lugar que aparece en la carpeta, el resto de la información deberás memorizarla y destruirla, no me defraudes— sus palabras eran duras, pero sabía cómo era su jefe y amigo, tenía una gran misión sobre sus hombros la cual debía manejar, los poderosos siempre eran los más difíciles de vencer pero no había oponente para Nikolai, él podría con todo.

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