Inside.

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Sus manos temblaron ligeramente, sosteniendose la una a la otra con una suave fricción de por medio, hacia tanto frío. Y es que no podía quejarse, después de todo él fue el tonto, testarudo que decidió salir de casa sin una chaqueta que le cubriera lo suficiente; llevaba un poco de prisa.

Un cálido tacto se pozó en su cabeza, provocandole girar ésta misma en un intento por saber quien estaba detrás. Aunque de antemano le reconocía.

—Sempai, llegaste...–Espetó con una sonrisa el de ojos granate. Una muy brillante, tanto que cualquiera podría asegurar que esta iluminaba inclusive más que el propio alumbrado de aquella solitaria estación de trenes.

—¡Lo lamento mucho, Tanjirou-Sho! Estaba un poco retrasado pero no conté con que el propio tren se averiaría en mitad del camino. –Se excusó el de cálidos cabellos, observando con detenimiento a su ajeno; notando como éste apenas portaba una ligera gabardina de la cual dudaba en cuanto a capacidad de retener el calor corporal del mas joven. Suspiró para sus adentros, ese chico era realmente un caso a tratar. —¿Puedo invitarte un café? Te he hecho esperar mucho. –Su ajeno negó, alarmado.

—¡No se preocupe, sempai! No es nada. Es más, creo que deberíamos irnos pronto, el cielo pareciera advertir una fea tormenta de nieve...–Habló, preocupado. El alto observó por inercia el oscurecido cielo, y asintio pero antes de siquiera haber dado un paso lejos de aquel lugar de espera, el fuerte viento les detuvo.

—Vaya...–Exclamo, extendiendo su mano fuera del tejado que les cubría; observando como la nieve se acumulaba con prisas en la palma de la misma. —Tanjirou-Sho, no creo que sea una buena idea salir de aquí ahora.

—¡Pero vamos a llegar tarde! –Alarmado miraba como la fuerte ventisca azotaba el frágil establecimiento en el que se encontraban.

—No creo que eso importe ahora. –Aseguró el más alto. —Después de todo, no puedo arriesgarte a caminar en medio de una tormenta como esta, y mucho menos sabiendo que no habrá nadie fuera para auxiliarnos en cualquier caso...... Supongo que los trenes se detendrán en estaciones seguras por el momento. –Comentó ahora, pensando en que decisión deberían tomar para sacar el mejor partido de la situación. Más sin embargo el ligero titiriteo mal disimulado del más bajo le sacó de sus pensamientos, impulsandolo a mirarlo.

Era cierto, el chico estaba por demás muy mal vestido para el clima que atajaba en ese momento, una sonrisa diminuta surcó sus labios; tan predecible. De un instante a otro, y con suma agilidad se quitó aquella gruesa gabardina que cargaba y la coloco alrededor de los hombros ajenos, recibiendo una asombrada y dudosa mirada de su parte.

—¿¡Qué está haciendo sempai!?, ¿¡Acaso no está notando el clima!? –Alterado ante la osadía del pelilargo, trató de sacarse el abrigo de encima para entregárselo de vuelta en un desesperado intento de que aquel hombre delante suyo no pescara un terrible resfriado.

—Hey...–Sentenció el mayor cogiendo la muñeca del chico, deteniendolo. —No lo hagas. Comenzará a calar más el frío y tu apenas puedes considerarte vestido, tomando en cuenta el tiempo que hace.
Además, soy bastante cálido por naturaleza; así que, no me pasará nada. –El menor le observó, no creyendo lo amable y desinteresado que podía llegar a ser el sujeto delante suyo.

Lo es”.

—Lamento causarle dificultades, sempai. –Se disculpó en una notoria reverencia el de baja estatura. Su ajeno sonrió, espectacular.

—¿De que estás hablando, Tanjirou-Sho? Esto no es ninguna molestia. En todo caso no podría permitirme que mi chico pase un mal rato si puedo hacer algo para mejorarlo. –Se sinceró, obteniendo como recompensa los ojos grandes, brillantes y vibrantes de agradecimiento que le ofrecía el menor.  Una manera dulce de interpretar las cosas.

—Usted es muy amable, Rengoku-Sempai. –Aseguró el de cicatriz, tomando asiento en uno de los bancos vacíos del lugar.

—No creo que lo sea especialmente, Tanjirou-Sho. –Negó, humildemente a la par que siguiendo los movimientos del otro, se sentaba a su lado.

—Lo es.... Usted es siempre muy amable con todos. Los demás sempai son muy agradables también pero....

—¿Incluso Sanemi-san? –Indagó, divertido.

—Sanemi-san puede ser un poco difícil al principio pero tiene un buen lado de vez en cuando..–Mencionó tranquila y dulcemente el ojigranate. Su ajeno quiso saber un poco más.

—Oh... –Asintió, cruzando los brazos sobre su pecho; guardando el calor. —Dime, Tanjirou-Sho, ¿qué piensas de los demás?

—¿Se refiere a los sempai? –El alto asintió nuevamente, y el más joven prosiguió. —Ellos son muy geniales, hacen cualquier cosa y siempre lo hacen bien. Por ejemplo Shinobu-san; ella es muy buena tratando a las personas que necesitan consuelo estando heridas o que sufren alguna enfermedad, por eso es muy admirable también. Luego esta Tengen-san, él es una persona curiosa pero amable, es el tipo de hombre que no dejaría a los suyos atrás... Es honorable. –Narraba con total admiración. —Gyuu-san por su parte es muy, muy serio, y aunque muchos podrían calificarlo como frío es todo lo contrario; y lo respeto mucho por ello, es un sempai al que le debo mucho y a quien en algún momento me gustaría hacer sentir orgulloso. –Confesó con anhelo, apretando entre sus manos la tela gruesa de la gabardina. Mientras tanto la atención que tenía sobre él, no disminuía en lo absoluto.

Así el menor continuó resaltando cada una de las cualidades que sus mayores poseían por un muy largo rato dado que la tormenta no parecía querer ceder. En ese tiempo el mayor quien por su parte escuchaba atento, no pudo sino darse cuenta de la manera tan reconfortante que tenía el chico para expresarse de aquellos a quienes podía asegurar sin lugar a dudas que éste apreciaba, y sorprenderse en el proceso deseando que llegara su turno de ser descrito por él. Más una ligera decepción le golpeó de repente al notar como Tanjirou guardaba silencio por un tiempo demasiado prolongado, tal vez no tenía mucho que decir acerca de él después de todo.

Estuvo a punto de hablar, más su voz se quedaría atorada en mitad de su garganta debido a la ajena que se volvía a hacer presente. —En cambió usted.....           

Peiskos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora