Estuvo a punto de hablar, más su voz se quedaría atorada en mitad de su garganta debido a la ajena que se volvía a hacer presente. —En cambió usted.....–Pudo percibir como el cuerpo del menor se relajaba notablemente a pesar de no haber sido consciente de lo tenso que éste se encontraba. La espalda del ojigranate pronto se deslizó suavemente hacia un costado, denotando al mismo tiempo como este luchaba por mantenerse despierto; situación que consiguió alarmar al rubio. Pues tomando en cuenta la temperatura y el lugar tan poco cubierto en el que se encontraban no podía imaginar otra cosa que al menor entrando en un cuadro de hipotermia, le aterró.
—¡Tanjirou-Sho! –Exclamó con tintes de genuina preocupación. Sentimiento que no pasó desapercibido por el joven que luchaba contra sus propios instintos. —No es momento de dormir, mi chico. La tormenta pasará pronto y tenemos que...
—Usted es un sempai amable, es.... Considerado, y tan alegre....–Contaba el de cabellos suaves con una sonrisa que a su mayor se le clavó muy dentro en el corazón. Estaba tan tranquilo y eso le llenaba de terror.
—Tanjirou-Sho, no hables.... Conserva el calor, yo voy a..... Voy a....–El pelilargo observó de principio a fin la pequeña estación de trenes, buscando una manera de hacer entrar en calor al otro.
—Eso es de lo que hablo....–Aseguró alegre, observando al otro. Tal parecía que no se daba cuenta de su situación, cosa que comenzaba a alterar aún más al otro, quien en su desesperación había cogido por las piernas y brazos al menor; dispuesto a correr atravez de la ventisca en busca de ayuda. Más la mano tranquila pero débil del moreno le detuvo. —No haga locuras.... Sempai, va a enfermar....–Ambos pares de ojos se encontraron. Uno buscando una respuesta y el otro, negandose a darla.
—¿¡De que estás hablando, Tanjirou!? Estas temblando, pareces tener fiebre y sus manos están frías, ¡preocupate un poco por ti mismo! –Había perdido un poco la compostura, presa del temor. Sin embargo las orbes delante suyo no parecían siquiera afectadas por la situación.
—Tranquilo.....–Mencionó al aferrarse un tanto más a las mangas ajenas. —Estaremos bien, todo.......–Aseguró queriendo sostenerse, pues el mayor aún lo mantenía entre sus brazos listo para irse. —Porque sempai es.... Cálido, y yo no podría.... No podría sentir frío estando cerca de Rengoku-san....–Confesó con los labios temblorosos, y de un tono que al mayor se le antojaba peligroso, horrible y que le doblaba en ansiedad. Sin embargo no tenía hacia donde correr, la nieve golpeaba tan fuerte que dificultaba la visión, y el estado del chico no le dejaba las cosas más sencillas.
Por lo que al final, y aunque no menos preocupado; optó por volver a tomar asiento pero esta vez con el chico entre sus brazos, colocandolo sobre sus piernas, y recostandolo sobre su pecho. Los cubrió a ambos con su propia gabardina y comenzó a rogarle al universo que la tormenta cesara pronto, no podía mantenerse así por mucho tiempo.
.........
No era muy consiente de cuantas horas habían pasado de esa manera, pues estúpidamente había dejado olvidado su teléfono al salir de casa. Sin embargo a pesar de todo se sentía ligeramente aliviado con respecto al estado ajeno; dado que la fiebre no parecía ir en aumento aún estando dormido, y a pesar de sentir su piel notablemente fría era también cierto que su cuerpo emanaba una calidez abrumadora, no lo entendía y se reñía a si mismo porque por momentos se encontraba a si mismo disfrutando de ese calorcillo que el otro inconscientemente le obsequiaba.
Palmeó ligeramente las mejillas del otro en un vano intento por despertarlo, no funcionó y la ansiedad regresó. Trató de calmarse, y cuando estuvo a punto de hablarle; una tercera voz le llamó desde la lejanía.
—¡Hey!, ¿¡Hay alguien ahí!? –El rubio rápidamente se colocó de pie sin llegar a soltar al otro, aliviado de que alguien los encontrara por fin.

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Peiskos.
Hayran Kurgu"Sentimiento que surge al sentarte frente a una fogata y disfrutar su calor".