Habían pasado unos meses después de aquella confesión, y habiéndose conocido mejor, empezaron una relación formal.
El rey al enterarse de que su hijo había encontrado aquel hombre del oráculo, fue a buscarlo, para pedirle perdón por tan precipitada decisión que había tomado al momento de dejar a su pequeño a su suerte. Así mismo, se di el lujo de pasar unos días en el palacio de ChangBin, en donde pudo conocer a su yerno, y presenciando el amor que ambos irradiaban al mirarse o simplemente estar juntos, les dijo que contaban con todo su apoyo para ejecutar la ansiada boda, la cual planearon para el año entrante.
El pueblo se regocijaba de alegría al saber que su miembro de la realeza favorito era feliz junto al amor de su vida, y aunque no heredarían el trono, siempre se encontrarían para apoyarlos.
La fiesta se extendió una semana, entre bailes, comida, luces, risas y música, tanto miembros reales como plebeyos bailaron juntos, sintiendo la calidez del amor verdadero.
Al terminar la celebración ambos se retiraron a los aposentos de Eros en donde vivirían una vida de ensueño...
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