02 | Los cinco pretendientes

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II. Los cinco pretendientes

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Me acerqué principalmente a mi madre al tomar las fuerzas para caminar y finalmente conocer a aquellos chicos, y ella me sonrió levemente al verme ir hasta su lugar. Mis hermanos a su lado también me miraron, aunque yo no podía recordarlos para nada, sabía que eran ellos por sus descripciones. Al haberlos olvidado, está era la primera vez que los veía después del tiempo que había estado en el hospital, por lo que ellos parecían estar algo impacientes. Kurai, mi hermana gemela, se levantó para ir hasta mi y de forma divertida me tendió su mano como si se fuera a presentar. Yo sonreí algo confundida, tomando su mano de todas formas.

— Soy Kurai, tu hermana gemela. Es un placer volver a conocerte. — dijo ella, aún en tono divertido. — ¿Cómo se siente tener un reset?

Reset. Un reinicio. En realidad no lo había visto como algo así hasta que ella lo menciono, por lo que me quedé en silencio por unos segundos pensando en eso. Sonreí después, encogiéndome de hombros antes de soltar su mano.

— Es genial no recordar mi familia, eso puedo decirte. — dije con sarcasmo, y ambas reímos. Luego observé al chico rubio con mi mamá que dio una leve sonrisa. — Tú debes ser Samuel. Según mamá discutimos mucho, así que hola.

Revolvi su cabello, viendo como el hacia una mueca. — ¿No podías decirle que me daba dinero y que era su favorito? — se quejó con mi madre.

— Ya, ya. Dejen a su hermana. — dijo mi padre, saludándome también.— ¿Lista?

Asentí. Claro que estaba lista para ver de cerca a los cinco chicos donde se encontraba el amor de mi vida y quién me envió aquí. Estaba muchísimo más que lista, pues no podía ver el momento de dejar todo esto atrás y recordar todo. Tal vez si descubría quién era mi amor, podría tener mis recuerdos rápidamente.

— Usagi. — el primero en hablar fue el chico nervioso, que se acercó con pasos rápidos a mi. — Estoy tan feliz que estás bien.

Yo lo observé unos segundos, admirando su porte. No era el más guapo de todos, pero tampoco podía decir que no era apuesto. Su cabello estaba bien cepillado, y tenía unas largas pestañas adornando sus castaños ojos. Un poco más alto que yo, pero solo por unos centímetros y sus mejillas estaban levemente sonrojadas al encontrarse frente a mí. Finalmente, observé el pequeño papel en su cacheta con su nombre. Alexander Tomoe.

— Alexander. — dije, señalando su identificación para que supiese que lo había leído, y no que lo recordaba. — Supongo que debo agradecerte por venir.

Él no tenía cara de golpear a chicas con bates en la cabeza, o de secuestrar a alguien, si debo decir la verdad. Aunque tal vez las apariencias engañan, potencialmente él podía haber sido quién me golpeó con un bate en la cabeza sin algún remordimiento antes de dejarme a morir en una cabaña. Sonreí cuando él lo hizo.

— No debes agradecer para nada a ese impostor. — interrumpió el único castaño del lugar. Él, al contrario de Alexander, si tenía una leve apariencia de poder golpear a alguien, aunque solo por defensa seguramente. — Él ha venido a fingir ser tu novio, cuando bien sabe que no lo es.

Miré su identificación. Alan.

— Supongo que dirás qué tú eres mi verdadero novio secreto. — dije levantando una ceja. — Alan.

— Claramente. Todos los que están aquí se irán con la conciencia sucia, pues yo soy tu verdadero novio, corazón, si no...¿Cómo sabría yo...

— Solo cállate. — ahí estaba, esa voz fría y sin crepúsculos que solo podía pertenecerle al peliplateado bien vestido. — Ella jamás estaría con alguien tan común como tú, Stevens. Mi reina solo tiene los gustos más refinados.

Amor Olvidado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora