Capítulo 3

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Aquella mañana Natalia había decidido levantarse antes. Era lunes después de haberse quedado a dormir en casa de su profesora aquel viernes, y tras su despedida el sábado por la mañana, se había dado cuenta de su impaciencia por pasar tan solo unos minutos más a solas con la rubia.

Con todo el tiempo del mundo, pasó por aquella cafetería que tanto le gustaba y compró un par de pastas y cafés.

A paso ligero y con una gran sonrisa, cruzó los pasillos de aquel desierto instituto hasta la que era su aula.

Se asomó por el cristal y vio a su tutora muy concentrada en unos papeles.

Como siempre con su lengua asomandose entre sus labios.

Era un detalle que tenía a Natalia encantada.

Con un par de golpes en la puerta, se adentró en el aula y contempló la cara de confusión de su maestra.

— ¿No tienes termino medio? – Preguntó la profesora.

— ¿Por qué?

— Te dije que fueras puntual, no que llegaras media hora antes. – Natalia sonrió.

— Venía a traerte esto, es para compensarte el desayuno del sábado. – Acercándose a su mesa, dejó la pasta y el café que le pertenecían. — El azucar lo he dejado a tu elección. – Se sacó de su abrigo un par de azucarillos para depositarlos encima de la mesa.

Alba la miraba incrédula.

— No era necesario. – Murmuró sin más.

— Soy una chica agradecida. – Sonrió y arrastró una silla cerca de su profesora. Alba no le quitaba los ojos sorprendidos y curiosos de encima. — ¿Qué hacías?

— Corregir unos exámenes.

— ¿Son los del otro día?

— Sí.

— ¿Has corregido el mío? – Quiso echar un ojo, pero Alba los apartó con rápidez.

— Sí, y podrías haberte esforzado más. – Natalia ante el shock de sus palabras, no estuvo a tiempo de ver la sonrisa traviesa que cruzó la cara de su profesora.

— ¿Qué? ¿Me fue mal? – Preguntó con nerviosismo y desconcierto.

¿Qué tenía esta chica con sacar notas brillantes siempre?

— Fatal. – Siguió con su broma. — ¿No estudiaste verdad? – Dijo con máxima seriedad.

— ¡Por supuesto que estudié! – Replicó ofendida.

— Lacunza... no me mientas. – La miró con falsa decepción.

— No te estoy mintiendo, estudié mucho y además estoy muy atenta a todas tus clases. – Explicó con pena pero al ver la risita de su profesora lo entendió todo.

Así que los profesores también podían bromear.

Sonrío ante la proximidad que había sentido por la broma de Alba.

— Eres lo peor. ¿Entonces cómo me ha ido?

— Lo sabes de sobras y las notas no las doy hasta que empiece la clase. – Dijo dejando claro que no iba a dar su brazo a torcer. — ¿Por qué ese afán por aprobar con buena nota?

— Creo que todos queremos aprobar con buena nota.

— Lo tuyo parece una necesidad. – Confesó lo que pensaba excrutando a Natalia con su mirada.

De repente su alumna parecía haberse vuelto indescifrable.

Y a ella le picaba la curiosidad y no llegaba a rascarse.

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2019 ⏰

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