Me llamo Raúl Gutiérrez, tengo veinte años y en estos precisos momentos me encuentro en un avión camino a España, el país donde nací y donde viven mis padres.
Sin embargo, yo no siento que pertenezca a este lugar, puesto que me fui de aquí siendo apenas un niño que dejaba de tomar el biberón.
No recuerdo casi nada de mi estancia en España, solo recuerdo la voz dulce de mi madre mientras me mecía para que cayese en un profundo sueño, también recuerdo los ojos de mi padre, pero no es un recuerdo muy agradable.
Recuerdo que su mirada era como un par de armas arrojadizas que dirigía siempre hacia mí, como si despreciase mi mera existencia.
Pero sinceramente creo que solo busco una excusa para lo que hicieron, por que cuál es la razón de abandonar a tu hijo en otro país con tan solo cuatro años de edad.
Pese a todo, no puedo decir que me haya faltado cariño o calor de hogar, pues ella siempre se encargó de dármelo.
Nadine Gardet, mi abuela querida, me dejaron a su cargo cuando se fueron, ella se encargó de que nunca me faltase nada, pero los milagros no existen y siempre quise saber qué era eso de tener a tus padres cerca de tí.
A mi abuela solo le puedo estar agradecido, pues ella me ha hecho el hombre que soy hoy, siempre será la mejor en mi corazón, sobre todo ahora que desgraciadamente ha fallecido.
Aunque me siento solo, no puedo culparla, ya era una mujer muy mayor y su salud se estaba deteriorando, pero era capaz de enfrentarse al mundo si con ello conseguía hacerme sonreir. Sin duda la persona más maravillosa que he conocido nunca.
Recuerdo con especial cariño sus regaños, la forma tan especial con la que me miraba, la hermosa canción que entonaba al hacer las tareas domésticas. Nunca permitió que me olvidase de hablar español, incluso me enseñó a escribirlo mientras iba aprendiendo francés. Adoraba la forma en como se expresaba de mi madre, la forma en que lo hacía era tan mágica que deseaba que mi madre hablase así de mí a sus amistades.
A la vez que me hacía feliz, eso me causaba gran dolor, pues me acordaba de que no me quiso a su lado.
Las preguntas se vuelven a amontonar en mi cabeza, debo hacer algo para distraerme.
Cojo mi bolsa de mano de la cabina y saco "El moderno Prometeo" de Mary Shelley, una de las obras que más curiosas me parecen, como la imaginación de la autora junto a los descubrimientos científicos de la época lograron crear algo que está lejos de fallecer. Pues como el propio ser creado en ella, siempre habrá un Víctor Frankenstein que la devuelva a la vida.
La lectura no me está ayudando tanto como hubiese querido, pues aun estando de viaje no estoy seguro de querer ver a mis padres.
Hace apenas unos días que recibí su carta, algo cuanto menos curioso. En ella me piden que les visite o al menos que les permita visitarme. Decidí aprovechar para terminar la carrera de veterinaria en España puesto que los precios son mucho más económicos que en Francia.
Siempre me han gustado los animales y los he considerado mejores que gran parte de las personas. El daño que se me ha causado durante toda la vida tendrá algo que ver. Me encantaría salvar a cuantos más animales mejor.
Vuelvo a guardar el libro en su lugar, tengo mucho dolor de cabeza, tal vez haya realizado una muy mala decisión. Estoy muy asustado, tengo miedo de comprobar que el odio que creo que mi padre siente por mi sea cierto, de que el recuerdo dulce de mi madre no sea más que la invención de un niño pequeño.
Finalmente se enciende el piloto de abrocharse los cinturones, vamos a aterrizar en breve, noto como el avión va aterrizando. Es tarde para cualquier tipo de duda, es tarde para arrepentimiento. Para bien o para mal ya he llegado, ya estoy en este país extraño.
YOU ARE READING
LA ÚNICA VERDAD
RomanceTras mucho tiempo viviendo en compañía de su queridísima abuela, ha llegado el momento de que Raúl regrese a casa y enfrente de una buena vez su pasado. Aprovechando la beca que ha ganado para finalizar sus estudios de veterinaria, conocerá a algui...