Me encuentro en un enorme prado lleno de flores silvestres. En la lejanía se puede distinguir un gigantesco y rebosante cerezo llorón en flor, está rebosante de pequeños pétalos rosados y blancos.
En la falda de su tronco puedo ver una figura, es una figura que me resulta muy familiar, pero no puede ser, es completamente imposible que se trate de la misma persona.
Dubitativo me voy acercando lentamente al cerezo, con cuidado y con cierto miedo a que mi imaginación me vuelva a jugar una millonésima mala pasada.
- ¿Grand-mére? –Pregunto aún sin poder creérmelo, ¿realmente es ella la que me está esperando en este lugar?
Me extiende la mano, esa mano que durante tantos años me abrazó y me educó sin tan siquiera recurrir a la violencia. Las lágrimas corren sin remedio a través de mis mejillas. Con tan solo intuir su presencia ya siento que vuelvo a ser un niño pequeño.
Su niño, como solía decir ella.
-Abuelita. –Vuelvo a decir mientras corro hacia donde está ella, ya no tengo ninguna duda de que se trata de ella.
-Raúl, mi niño.
Me abrazo a ella cuando al fin llego a su altura, me embriago de su perfume, de su calidez, de su cariño.
Me acaricia la cabeza lenta, muy lentamente con la dulzura que la caracterizaba. Todas las emociones que explotaban en mi corazón se van calmando, es por ese toque mágico tan suyo.
-No quiero que vuelvas a separarte de mí nunca más abuela, te necesito tanto que hasta me asusta. –Digo como una retahíla que se aglomeraba en lo más hondo de mi garganta. Necesito que me asegure que no va a volver a marcharse de mi lado, necesito a la que fue mi madre durante mucho tiempo.
-Me temo que es algo en lo que no te voy a poder complacer mi niño. –Sus caricias cesan, me pone sus manos en el rostro y hace que la mire directamente a los ojos, sus dedos también me limpian las lágrimas. –Raúl, tienes que ser fuerte, aunque no lo creas posees grandes dotes y sé que ya lo has notado. –No sé a qué se refiere. –No te preocupes, pronto entenderás que el amor de tu vida se está acercando.
¿El amor de mi vida? Eso sí que es gracioso, yo no creo en el amor.
El único amor que he tenido en mi vida es el suyo.
-Más pronto de lo que te imaginas, -Repite ella nuevamente. –El amor verdadero te llegará con la luz y descubrirás cosas que te van a cambiar la vida. Pero debes ser fuerte mi niño, pues esos cambios te dolerán como nada que hayas sentido antes.
¿Qué es lo que está sucediendo aquí? ¿Por qué me está hablando de esta manera tan enigmática? Me fijo en sus ojos, son distintos a los que solían ser, pero no tengo dudas de que están llenos del mismo infinito amor que sentía por todo el mundo.
Me acaricia las mejillas por las que aún corren unas cuantas lágrimas olvidadas, mi cuerpo se siente tan relajado, tan pesado, mis ojos se van cerrando lentamente, sin tiempo para darle un último beso me vuelvo a quedar dormido en su regazo. Siento como ella me va acariciando dulcemente el cabello, pero no puedo abrir los ojos para verla, aunque sea una última vez.
Abro los ojos, mi madre me está apartando un mechón de pelo de los ojos. Sus ojos me miran muy parecido a la forma que lo hacía mi abuela.
-Siento despertarte cielo mío, pero ya hemos llegado a casa. –Se aparta para que pueda ver su casa, pues por mucho que quieran no me puedo llegar a sentir como en casa lejos de mi abuela.
Lo cierto es que la casa es una gran mansión, me hace sentir algo extraño, estoy acostumbrado a un pequeño apartamento compartido por dos personas. Pero lo que veo no se parece en nada a eso.
Es un gigantesco dúplex de un tono blanco marfil acabado en unos detalles dorados, casi de oro. Por el aspecto del edificio puedo concluir que se trata de una construcción del siglo XIX, incluso algún estilo más barroco.
-Vaya, sí que os está yendo bien el trabajo por lo que puedo ver. -No puedo evitar mencionarlo de forma que se me escapa un pequeño deje de desprecio.
Mi padre me mira con esos ojos, esos ojos nuevamente que me hielan la sangre. Se me acerca lentamente de forma amenazante, el niño de mi interior aún siente que la vida se trata de villanos y héroes, puesto que la superheroina de mi infancia ha fallicido, tan solo quedan los villanos de mi vida.
-No te pongas demasiado cómodo, en unos momentos iremos a visitar distintas universidades para que puedas seguir con tus estudios.
Bajo mi maleta del coche y me dirijo al interior de la casa para guardar las cosas, pero justo antes de cruzar el umbral mi padre me coge por el hombro y me lleva de vuelta al coche dejando mis cosas abandonadas.
-De tus cosas se encargará tu madre, para eso es para lo que sirven las mujeres.
Dejando a un lado el comentario extremadamente machista que acaba de soltar mi padre por esa boca llena de veneno, no tiene ningún derecho de llevarme a rastras obligándome a dejar mis cosas abandonadas en esa casa. Pero eso no es lo peor, lo peor es que mi madre ni tan siquiera protesta, es como si ya estuviese acostumbrada a esos tratos, a ser tratada peor que a una esclava.
No quiero empezar a discutir con ellos, vuelvo a subir al coche y espero a que mi padre se suba también. No me apetece viajar a ver universidades, pero es algo que tendré que hacer tarde o temprano y ya que ha salido de él voy a aprovechar.
XXX
No me lo puedo creer. Llevamos menos de una hora de viaje y ya me ha llevado a tres universidades en las que no se realiza la carrera de veterinaria pero si la de derecho, está intentando que me vaya a su campo, pero conmigo no lo va a lograr. El derecho no es mi vocación y no lo estudiaré tan solo para complacerle.
En medio de mi enfado con mi padre veo algo, una institución en la que veo que se prepara a los jóvenes para distintos campos. Es decir, es una universidad interna. Decido entrar y arrastrar a mi padre, pero antes de hacerlo por delante de la verja veo a un chico alto, moreno de piel y de cabello con los ojos ambarinos como si de un lobo se tratase, por un segundo nuestras miradas se cruzan y veo como me sonríe fugazmente mientras se aleja a trote.
¿Qué ha sido eso? Supongo que detrás de mi pasaba alguna chica de su tipo, ¿cómo puedo pensar que alguien así se fijaría en un chico flacucho, y sin gracia como yo? ¿Es más, por qué me sonreiría si ni tan siquiera me conoce?
Me fijo en el cartel de la institución, "Luz de estrella, academia de preparación superior para jóvenes promesas". El nombre me hace sentir algo extraño, no sé por qué, es algo atrayente y muy potente.
No vacilo un solo momento y entro en la institución.
Oigo cómo mi padre trata de impedírmelo, no sabe que cuando algo se me mete entre ceja y ceja no hay nada que me detenga y esta institución me gusta, tiene una muy agradable fachada en colores azul y se ve a mucha gente de más o menos mi edad, por lo que no me sentiré del todo solo.
XXX
Lo sabía, se trataba de una universidad privada, pero además de eso es un internado, por lo que no tendré que convivir con mi padre durante mucho más tiempo, solo tengo que esperar a que todos mis papeles estén en regla y podré estudiar veterinaria con total libertad.
Veo el rostro de mi padre, no le hace demasiada gracia que estudie aquí pero me da igual, ahora creo que es cuando más debo estudiar en este lugar.
Sé lo que mi padre opina, no pagará para que yo estudie veterinaria en un lugar así, pero lo que no sabe es que mi abuela me dejó suficiente dinero en herencia para que terminase mis estudios, inclusive me permitiría abrir mi propia clínica.
Este será mi hogar cuando todo esté en regla, pero ahora debo afrontar las consecuencias de mi decisión, las cuales me temo serán funestas en cuanto lleguemos al hogar, lo mejor es que mi madre no se entere de lo que ha ocurrido aquí, al menos de momento.
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LA ÚNICA VERDAD
RomanceTras mucho tiempo viviendo en compañía de su queridísima abuela, ha llegado el momento de que Raúl regrese a casa y enfrente de una buena vez su pasado. Aprovechando la beca que ha ganado para finalizar sus estudios de veterinaria, conocerá a algui...