My Best Friend [Capítulo 1- Parte 1 ]

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Lunes, 10:20 a.m., hora del receso. Todos comían, se reían, gritaban como unos salvajes, y yo...bueno, yo tenía mi lengua dentro de la boca de una chica. Era mi tercera novia en dos meses. Selene era su nombre. Tenía unos lindos ojos marrón, enormes, con pestañas tan largas que chocaban con los vidrios de sus lentes. Sus labios eran rosas, siempre tenían ese sabor a cereza por el brillo que utilizaba. Delgada, de mi estatura, cabello largo y oscuro, y unos atributos que me encantaban. Mis manos recorrían esa delgada cintura, mis labios devoraban los ajenos, mientras cientos de idiotas pasaban por detrás de nosotros gritando las mismas tonterías de siempre "¡Ya consiganse un hotel!". Aprendí a ignorarlos luego de hacer lo mismo con mis chicas en los recreos. Excepto el grito de una chica que me hizo voltear de inmediato.- ¡Joaquín! ¡Te he estado buscando, bobo! Ya deja de tragarte a Selene y vámonos. - Si, era mi amiga Carlota. Mi mejor amiga, debo decir. Todavía ni siquiera procesaba lo que ella me había dicho cuando ya la tenía jalándome del brazo para alejarme de mi novia, Y yo sin problemas me dejé hacer por ella. Una risa salió de mis labios mientras miraba a Selene, veía como me iba alejando de ella y le lancé un beso antes de incorporarme y caminar a la par de Carlota. - ¿Qué sucede? ¿por que tanta urgencia?- Le pregunté mientras acomodaba mis prendas que por el agarre de mi novia se habían desarreglado un poco. - Bobo, tenemos clases, ¿te acuerdas? A eso se viene a la escuela además de ver a la novia. - De nuevo se había molestado conmigo, Y no la culpo. En los últimos 2 meses cambié de novia como cambié de calzones, y muchas veces me olvidaba de mi amiga por ellas. Hasta sentía que ya estaba aburrida y harta de la misma historia. Conocía a alguien, me decía que yo le gustaba, yo aceptaba a andar con ella y sólo durábamos una semana o un poco más. Carlota siempre me decía que era una inestable, y tal vez si, pero sentía que era demasiado joven como para clavarme con una persona. - Ya, perdón. Sabes que estoy atento a todo, ¿si? - Pasé mi brazo izquierdo por los hombros de mi amiga, así la acerque más a mi e incluso aproveché a besar su mejilla. Sólo así la hice sonreír de nuevo aunque fuera sólo un poco.- Ya lo sé. Ahora debemos entrar, ¿bien?- Recorrimos toda la escuela para llegar a nuestro edificio y asó fue como entramos a nuestro salón que estaba en el segundo piso. Fuimos a nuestros lugares y a los pocos minutos inició la clase. Era taaaan aburrido, las matemáticas nunca fueron mi fuerte, pero aún asi trataba de poner atención a la clase, hasta que llegó un mensaje a mi celular.De inmediato lo abrí y era de mi mejor amigo Emilio.Emilio, ¿qué puedo decir de él? Es alguien extraordinario. Le conozco desde hace 8 años, desde que me mudé al mismo edificio que él. Es un chico tan centrado, tan inteligente y tan talentoso, además de que es bastante atractivo. Nos llevamos super bien, compartimos muchos gustos, y hasta nuestras madres son muy buenas amigas. Sin duda nuestra amistad es maravillosa, y se que siempre puedo contar con él. Nos llevamos tan bien, que ya hicimos de los lunes nuestros días oficiales de pijamadas, así que ese día nos veríamos y ese mensaje lo había confirmado. "Joaco, nos vemos en tu casa. Yo llevo la pizza", decía.Una sonrisa se formó en mis labios, me emocionaba verlo. Respondí con un simple "Claro que si" y entonces escuché a la maestra. -Joven Joaquín, ¿Ya o me espero a que termine de mandar mensajes? - Si, la señora me estaba observando, con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Y gracias a ella todos en el salón me miraban. Quería hacerme chiquito en ese momento, pero sólo asentí y guarde el celular en el bolsillo de mi pantalón, incluso Carlota se rió de mi. La clase prosiguió con normalidad, esperábamos ansiosos la hora de salir y cuando por fin sonó el timbre, fui hacia mi mejor amiga, tomé su brazo y salimos juntos de ahí. Ella comenzó a recordarme las tareas y yo sólo asentía como si me importaran mucho esas cosas, pero por dentro sólo pensaba en las cosas que tenía planeadas para hacer con Emilio por la noche, Tal vez era algo grosero darle el avión asi, pero no podía evitarlo, las noches con mi mejor amigo eran las mejores. - Y recuerda que debes hacer lo de...¡Joaquín! - fue lo último que escuche antes de sentir un golpe en el rostro que me tiró al piso. ¿Qué sucedió? Iba tan distraído que no noté que estábamos pasando por el patio, unos chico jugaban básquet ahí y uno me hizo el favor de aventar el balón justo a mi cara. Estaba tirado en el piso, escuchaba voces, y cuando logré abrir los ojos me encontré con Carlota que estaba a mi lado derecho y al izquierdo había un chico del cual nunca me había percatado hasta ese día. Lo que más me llamaba la atención de ese rostro eran sus grandes labios, ¿se los habría operado? Era una pregunta bastante boba para esos momentos en los que estaba tendido en el suelo con la nariz sangrando y un dolor en la mejilla. Entre Carlota y el chico incógnito me ayudaron a sentarme de a poco en el piso, me sentía algo mareado pero nada fuera de lo normal. - Discúlpame, iba a detener el balón y me falló. ¿Estas bien? ¿Quieres que te lleve a la enfermería?- Aquel chico parecía bastante preocupado, y seguro yo también lo estaría si por mi culpa un chico termina inconsciente en el piso. Yo negué un poco con la cabeza, pero Carlota asintió.- Claro que si, debes llevarlo. Mira como está. - Mi amiga como siempre me defendía, y entonces el joven misterioso me tomó en sus brazos. Eso solo me avergonzó más que el golpe que había recibido, pues no podía creer que por mi delgada complexión un hombre me pudiera cargar como si de una princesa se tratara. Nuevamente negué, incluso traté de bajarme de los brazos de ese tipo, pero ¿a quién engañaba? Estaba aturdido por el golpe, estaba más desmayado que despierto, así que sólo me tiré en los brazos ajenos.- Anda, te encargo a mi amigo. Yo los espero aquí. - Mi amiga se quedó en la escena del crimen y el desconocido me llevó a la enfermería que estaba a pocos metros del patio. Me seguía sintiendo mareado, llevé mi diestra a mi nariz y en definitiva seguía sangrando. Realmente no estaba bien. Cuando llegamos, el chico me dejó en una de las bancas de fuera de la enfermería para él tocar la puerta. Por esta se asomó una joven doctora, a ella le explicó lo que había pasado y nuevamente me tomó en sus brazos para llevarme al interior del consultorio. La doctora le indicó que me acostara en la camilla que ahí tenía y entonces comenzó a revisarme. Me ayudó con el sangrado, me dio unas pastillas para el dolor y me dijo que debía estar ahí un rato más por el mareo y todo por un balón. - Estarás bien, Joaquín. Saldré un momento, ¿tu puedes quedarte a cuidarlo? - Le preguntó la doctora al chico que casi me deja sin nariz (ok, exagere) y éste asintió. Como mi vista estaba hacia el techo, sólo escuche como la puerta de abrió y cerró, y entonces frente a mi nuevamente apareció el hombrecito de labios presuntamente operados. - ¿Te sientes mejor? - Me pregunto y yo asentí un poco. Ya no dolía el golpe de la mejilla, pero seguro quedaría una marca. - De verdad lo siento. Fue sin querer.- Seguro el chico se sentía muy avergonzado pues no dejaba de disculparse. - Esta bien, me siento mejor. Fue un accidente...- Ya no quería que se sintiera mal, así que incluso le sonreí tras lo que le dije y me intenté sentar en la camilla, pero el contrario me detuvo y nuevamente me hizo recostarme. - No,no, mejor hagamos caso a la doctora y quédate así. - Tenía razón, así que me acomode y solté un suspiro. - Aamm por cierto, me llamo Eduardo, Eduardo Barquin. - El chico estiró su mano hacia mi y yo la estreche, así como le regale otra suave sonrisa. - Yo soy Joaquín Bondoni. Es un placer.- Si, vaya forma de conocernos, ¿no? - Soltó una risa aquel chico, y tenía razón, había sido la forma más rara de conocernos. Aún así me pareció agradable el chico, además se preocupó mucho por mi. Estuvimos platicando ahí dentro por unos 15 minutos más, hasta que la doctora volvió al consultorio acompañada por mi madre. La habían llamado para que fuera por mi. Con ayuda de Eduardo me levanté de ahí y camine fuera de la enfermería. Ya estaba mucho mejor, pero al pasar por una ventana note aquel moretón espantoso que seguro alarmaria a Emilio. Mi nuevo amigo me ayudó incluso a subir al auto y luego de despedirme se arrancó.-¿Cómo fue que te paso esto? - Preguntó mi madre conduciendo siempre con cuidado y con su vista al frente.- No lo sé, iba caminando con Carlota y el balón fue a dar a mi rostro.- Respondí a mi madre. Había pasado todo en sólo segundos que ni siquiera lo recordaba bien, pero al menos esa respuesta mantuvo calmada a mi mamá por el resto del viaje hasta que llegamos a casa. Me baje del auto en cuanto estacionamos, me puse la mochila en los hombros y así fue como subimos las escaleras hacia nuestro piso. Mientras caminaba me puse a pensar en aquel chico, nunca le había visto en la escuela, o más bien nunca le había prestado atención. Me pareció una linda persona y pensé en lo genial que sería conocerle más. Pero justamente por estar de distraído fue que recibí un golpe, asi que desperté de mis pensamientos y luego de unos escalones más llegamos a nuestro piso y de ahí fuimos al departamento. Como todas las tardes, luego de la escuela, fui a cambiarme a mi habitación, después comí (pues siempre moría de hambre) y por último la tarea. Los lunes principalmente, era el día en que me apresuraba a hacerla, pues a las 8 en punto llegaba Emilio del trabajo y hacíamos pijamada y ese lunes no fue la excepción.Luego de toda la rutina de siempre y dada la hora alguien llamó a la puerta. Sabía bien quien era, así que corrí a esta, abrí y ahí estaba mi mejor amigo, el cual se asustó con ese golpe en mi rostro.- ¡Joa...Pero ¿qué te pasó en la cara?- Su abrazo se quedó a medias cuando notó el moretón y a cambio me tomó de los hombros para inspeccionarme mejor. Yo negué un par de veces y solté una pequeña risa para no preocuparle, pero ya era demasiado tarde.- Recibí un balonazo, calma. No pasa nada - ¿Cómo que no pasa nada? - Emilio cerró la puerta detrás nuestro, dejó la caja de la pizza en la mesa y me guío al sofá para ahí sentarme. Me miraba fijamente, Me tomó del mentón para ver el moretón por arriba y por debajo. En serio se había preocupado. - ¿Ya te pusiste hielo? Eso ayuda a que desaparezca el moretón. Te lo traeré, ¿si?- No me dejó si quiera responderle cuando Emilio ya estaba en la cocina buscando el hielo en la nevera. Justo en ese momento llegó a mi celular un mensaje. Lo tomé de la mesita de centro y para mi sorpresa era un número desconocido, asi que lo abrí y lo que decía me sorprendió. " Hola, Joaquín, soy Eduardo. Encontré a tu amiga Carlota en Facebook y le pedí tu número. Espero no te moleste, sólo quiero saber como estás". Seguía preocupado y eso sinceramente me tenía sorprendido. Le había dicho que no de preocupara, que había sido sólo un accidente, pero parecía que no estaba conforme con eso. " Hola, Eduardo. Gracias por preguntar, pero estoy mejor. De verdad no debes preocuparte", respondí.Emilio volvió de la cocina con una bolsa de plástico a la que le había echado hielos, se sentó a mi lado y con bastante cuidado y delicadeza comenzó a pasar ésta por mi rostro, justo en ese moretón en el pómulo que ahora estaba más feo que unas horas atrás.- ¿Quien te hizo esto? -Ahora sonaba molesto.- Un chico que no alcanzó el balón, pero fue un accidente. Hasta está mandándome mensajes preguntando como estoy.- Le acerqué el celular a mi amigo, él lo tomó y lo revisó. Eso lo alivió. En ese momento llegó un mensaje de Selene, también preguntaba como estaba y entonces Emilio me miró.- ¿Sigues con ella? - Me preguntó.- Claro, ¿Por?- Me parecía extraña su pregunta, sonaba como si estuviera celoso. - Siempre duras una semana con las chicas. Con esta llevas dos. - En definitiva parecían celos, pero no entendía por qué.- Bueno, igual ya me está aburriendo ella...¿comemos pizza? - Le quite el celular, cambie de tema y hasta me levanté del sofá para ir a la cocina por unos platos para comer de esa rica pizza que me estaba llamando desde que llegaron. El resto de la noche fue algo extraña. Emilio se estaba portando raro, entre celoso pero al mismo tiempo preocupado por mi salud tras el golpe. Nunca me había pasado eso con él, nunca habíamos peleado, pero ahora incluso parecía que le molestaban los mensajes que me llegaban de Eduardo, pues en toda la noche hasta que dormí mi nuevo amigo me mandó mensajes. Era muy agradable el chico, pero de igual modo no quería que Emilio siguiera molesto, celoso y cortante conmigo.

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