𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 1 " 𝑆𝑜𝑛𝑟𝑖𝑠𝑎 𝑎𝑚𝑎𝑟𝑔𝑎"

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Tal vez si me hubiera tocado vivir otra vida, las cosas ahora serían diferente; yo sería diferente. La soledad me abraza y la cotidianidad se convierte en mi rutina diaria. No tengo deseos de nada en lo absoluto; aún no sé qué es lo que me alienta a seguir viviendo. Aún no entiendo por qué me aferró a seguir adelante, y realmente no comprendo el sentido de mi vida.
A mi madre jamás le importe; me abandonó sin deliberación alguna cuando era un niño de cinco años, y me dejó al cuidado de mi padrastro Reiner. Al principio no fue tan malo del todo, nunca me faltó nada de lo esencial; alimento, ropa, educación y un techo en el que vivir cómodamente. Aunque Reiner siempre me ignoraba en la mayoría de las ocasiones en que nos cruzabamos por la casa; algunas veces ocasionalmente se dignaba a mirarme, pero lo hacía con un aire de despreció invadiendo sus ojos.
Todo siguió así, hasta que cumplí los quince años; no era igual a los otros chicos...en el colegio siempre permanecía callado y distante hacía las demás personas. Nunca me importó socializar con nadie más, y realmente nunca me sentí solo. Pero hubo alguien que a pesar de mi inminente frialdad, se interesó en mí.
Armin, él siempre sonreía y sobretodo era amable; aunque al principio me miraba con agrado y se acercaba a mí intentando ser mi amigo, yo lo ignoraba y le aborrecía sin disimulo alguno. Pero al paso del tiempo, poco a poco se fue ganando mi amistad, y luego algo más. Tenía unos rasgos faciales tan lindos y unos ojos encantadores; su rubio cabello era largo hasta los hombros, y le hacía parecer una chica.
Una tarde en la que comenzaba a anochecer; caminabamos rumbo a mi casa. Me sentía incómodo pues no me quitaba la mirada de encima y me sonreía con un gesto que nunca antes había visto en él.

— ¿Por qué me miras tanto? — pregunté con un tono brusco en los labios.

— Levi...— hizo una pausa para nuevamente sonreír— me gustas...— el joven rubio hace unos instantes me había confesado sus sentimientos por mí. Yo no sabía que decir, nunca creí andar con un chico; pero en realidad creo que... me gustaba como nunca nadie antes. No esperó mi respuesta, solo sentí el contacto con sus húmedos y deliciosos labios...y yo lo me dejé envolver en aquel hermoso momento...
Lo amaba y él era lo único bueno que me me había sucedido en toda esa mierda de vida que me tocó...pero Reiner se encargó de arruinarlo todo. Yo sabía que me odiaba, pero no creí que se atrevería a dañarme de tal manera, que hizo que mi vida terminaría por arruinarse.

Tenía un trabajo de medio tiempo en una tienda de comestibles como cajero; me había tocado trabajar doble turno por qué a mi amiga Sasha se le ocurrió faltar a trabajar. Ya era un poco tarde, y la clientela estaba algo escasa ese día; así que salí un poco más temprano gracias a la generosidad del dueño de la tienda.
Caminé por las calles; con la luna como mi única acompañante y el silencio interrumpido por los sonidos de la ciudad. Coloque los audífonos en mis oidos lo largo de veinte minutos, solo hasta llegar a casa. Al abrir la puerta fue cuando me percaté de la mochila sobre el suelo de la entrada; era de Armin, tenía estampados de su banda favorita. Sonreí al recordar la pequeña plática sobre sus extraños gustos musicales. Imaginé por un momento, que él estaría esperándome en mi habitación cómo usualmente solía hacerlo al término del día; así que subí las escaleras a toda velocidad, pero al llegar, no encontré a nadie. Salí de nuevo al pasillo, y caminé recorriendo cada una de las habitaciones esperando que estuviera en alguna de ellas.
Me detuve de golpe y mis ojos se ensancharon de manera expectante al escuchar su voz a unos cuantos metros de donde yo me encontraba.

— Más rápido...aaah....ahhh...— me acerqué y me detuve justo en frente de la habitación de Reiner. Sentí un profundo miedo, mientras la ira se extendía por el resto de mi cuerpo. Tenía que abrir la maldita puerta; pero no quería hacerlo... yo ya sabía lo que encontraría allí, y aún así no sabía cómo reaccionar.
Armin era lo único que le daba sentido a toda mi existencia, y ahora se encontraba follando con aquel bastardo que me odiaba y que tal vez estaba vengandose de mi madre a través de mí. Giré la perilla, apretándola con rabia; la puerta se abrió y descubrí a Reiner, sosteniendo a Armin de la cadera, estabilizando las estocadas de sus cuerpos completamente desnudos...mis ojos querían llorar, pero no iba darle la maldita satisfacción a ese imbécil de verme hacerlo. Él muy maldito sonrió al ver como mi semblante se me había descompuesto en una total y profunda  tristeza; Armin solo abrió los ojos expectante, y se levantó de golpe tratando de tocarme.

— Levi...yo...no...— dijo suplicante; mientras sus manos me tocaban las mejillas, yo lo tome con fiereza y lo aparte con brusquedad de mí. Intenté parecer que la compostura no había abandonado por completo mi cuerpo.

— No importa...y realmente yo creo que nunca me importaste— mi semblante pareció estar acordé con mis palabras; pero por dentro estaba muriendo. Antes de irme, observé la cara de satisfacción de Reiner; juró qué lo odié y me odié a mi mismo por dejar que me lastimaran...ese día prometí que no le daría a nadie el poder de hacerlo nuevamente...

𝙎𝙞 𝙧𝙚𝙜𝙧𝙚𝙨𝙖𝙨 𝙘𝙤𝙣𝙢𝙞𝙜𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora