CAPITULO 1

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Las 4:00 am. Aún es demasiado temprano, ni siquiera hay tráfico, pero debo levantarme no quiero volver a escuchar esa molesta alarma. Aveces me pongo a pensar si en realidad es bueno que me levante a esta hora, usualmente la gente se levanta a las 6:00 am, al menos en esta ciudad que aun no logro comprender, y eso que llevo casi la mayor parte de mi vida aquí; pero eso es lo único que puedo hacer al respecto, pensar. Aunque fuera malo para mi levantarme dos horas antes de lo que la gente común debo hacerlo, no porque tenga el sentimiento de obligación, sino porque de verdad debo hacerlo. Además de que me da el suficiente tiempo para prepararme a comenzar el día, me he acostumbrado a levantarme a esta hora e intentar cambiar eso resultaría peor. Al despertarme no importa en qué lado de la cama esté me levanto por el lado izquierdo, así tenga que arrastrarme desde la orilla derecha, suerte que vivo solo. Mis sandalias siempre están ahí cuando bajo la mirada, justo en la mitad del ancho de la cama, primero me pongo la izquierda y después la derecha, nunca al revés. Al ponerme de pie estiro mis brazos y me paro de puntas para tronar mis tobillos, después continuo con las rodillas, cadera, espalda, brazos y finalmente nuca. Entonces inicia mi rutina diaria: hago mi cama en lo que duro solo cinco minutos, después paso a la sala pero no sin antes detenerme frente a la puerta, tomo la perilla, la giro a la izquierda y la regreso a la derecha, después la suelto, la tomo por la parte inferior y la giro a la derecha, es entonces cuando la abro y puedo pasar a la sala; la verdad es que la puerta no tiene ningún código para abrirse, pero me tranquiliza hacerlo, de hecho, no me sentiría agusto si no lo hago. Tras eso paso la sala y llego a la cocina donde siempre dejo el control remoto todas las noches, justo al lado de la estufa, tomo el control y prendo la televisión en cualquier canal que no sean noticias, aunque no presto atención y es solo para que haya ruido mientras hago mis actividades. El almuerzo suele ser algo sencillo y que ya sepa hacer de memoria, de hecho mientras cocino me ocupo en pensamientos y olvido que estoy haciendo de comer, por suerte es como si mi cerebro ya lo tuviera mecanizado y regreso al mundo real una vez está listo. Cuando termino de almorzar continuo mis actividades diarias, cosa en la que tardo una hora y al terminar me baño y me alisto para salir de mi hogar, para esto tardo media hora y cinco minutos más. Aun me sigue sorprendiendo que todo tenga que ser en ese tiempo y orden, de lo contrario, la jarra de estrés comenzará a llenarse, y como me toque un mal día volverá otro de esos horribles ataques. Al hacer todo lo anterior salgo de mi hogar y me voy en mi coche al trabajo, está demasiado lejos así que llego a las 7:00 am, y entonces mi rutina diaria está completa y puedo continuar con mi día normal, aunque la verdad es que solo paso las siguientes ocho horas frente a un computador, sin nada interesante que hacer salvo pasar datos de un documento a otro, si es que eso es interesante.

ELLIS WRENKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora