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          Un suspiro emanó de mis labios generando así disconformidad en mi ser, mi lugar siempre lucía solitario y por más que se llenara de plantas tan llenas de vida, era un vacío sin sentimiento alguno.

Por más que anhelaba estar a tu lado, siempre me rompían tus palabras y terminaban aumentando la sensación de soledad, una soledad que crecía y crecía sin cesar hace ya 6000 años.

Y aunque ya supieras que tú y yo fuimos hechos para el uno y el otro, lo negabas y recalcabas lo contrario.

Tantas veces lo llegaste a repetir, que terminaste creyendo tus propias mentiras.

¿Cuándo llegará el día el cual abras los ojos y me digas «te amo, cariño» a los cuatro vientos, ángel?

Crowley.

Entre Tus BrazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora