Desastre.

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Le dolía la cabeza.
Le dolía el brazo derecho y toda la mitad del cuerpo que había sido testiga y víctima de un choque épico por el intento inútil de igualar a su mejor amigo, el cual, claramente, se había reído en su cara hasta que notó que su brazo derecho estaba en un lugar donde no debía estar.

Stiles era un chico habilidoso, inteligente y muy pero muy capaz.

Pero también era muy, no, demasiado testarudo como para aceptar que los humanos no tenían las mismas capacidades que los hombres lobos. ¡Él podía probarlo y lo haría! Había estado practicando por días en la soledad de su habitación, había estado observando a Scott en cada entrenamiento, había visto documentales completos sobre lacrosse como para saber qué debía hacer y qué tenía que intentar.

Lastimosamente las cosas nunca salen como se planean, como se teorizan o como se imaginan.
No todo sucedió como lo había planeado, bueno, nada sucedió como lo había planeado.

Una vez estuvo listo; con las piernas ligeramente separadas y el cuerpo ligeramente arqueado, fijó su vista en el chico que trotaba esquivando o golpeando los cuerpos de los demás.

Scott se movía con velocidad, recibió el pase y con una sonrisa ladina corrió hacia su amigo. Sabía lo que debía hacer; demostrarle al castaño que estaba equivocado y que debía dejar de ser tan obstinado. ¿Cómo lo haría? Sencillo, le chocaría y le haría ver que su fuerza no era ni la cuarta parte de la suya.

El castaño no se hizo esperar, agitando la cabeza y dando dos rápidos saltitos corrió con la mayor velocidad que sus dos escuálidas piernas le permitieron.

Y sucedió.

Algo crujió en aquel choque y el polvo no se hizo esperar una vez el delgado y pálido cuerpo removió la tierra con la estampida promovida por su cuerpo chocando contra la dura superficie. Su cabeza se movió lento, estaba atontado, todo se movía lento y las voces ajenas estaban lejanas.

Escucho a Scott reír y luego gritar con pánico, lo que siguió casi no lo recordaba, puesto que lo sintió fue otro fuerte tirón en su brazo y luego se desmayó.

- Maldito Scott... - se quejó Stiles quitando la mano de su rostro descubriendo unos ojos cansados y adormilados. Era su primer día en casa con una incapacidad de siete días para recuperarse de su brazo dislocado y ya sentía que no podría.

Sería aburrido, muy aburrido; pero sobre todo, solitario.
Su papá no podría acompañarlo casi ningún día ya que había sido una semana pesada, extraña y llena de desaparecidos que él debía encontrar.

Se quejó viendo su brazo enyesado y se destapó el cuerpo con la mano izquierda. Dejó sus pies estirarse y buscó sus pantuflas con la mirada para quejarse una vez más y maldecir en voz baja.

Caminando lento y rascándose un ojo abrió la cortina, miró el reloj y se dirigió a la puerta dispuesto a prepararse un desayuno simplón. Luego buscaría cómo se las arreglaría para tener un día menos horrible.

Un estruendo fue lo primero que resonó cuando su puerta fue abierta. Más no fue todo, pues el estruendo se repitió y un gruñido salvaje lo acompañó esta vez.

Sintió miedo, mucho miedo. Con el brazo herido y su cuerpo adolorido resultaría una presa muy fácil para lo que sea que fuera que invadía su casa.

Tomó el bate con la mano menos hábil y lo dejó caer en su hombro para volver a salir y caminar a paso lento y sigiloso.

Si era suertudo podría tomar por sorpresa al ladrón y noquearlo con un solo golpe.

Escalera a escalera bajó y los ruidos de cosas cayendo o de objetos chocando se intensificaban. Su cuerpo vibraba de temor y por su frente ya bajaba una gota de sudor frío que le cosquilleaba el rostro.

STEREK - ONE SHOTS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora