Devil is a woman.- Jenlisa.

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Esa mujer, Lalisa Manoban, era un caso único. Nadie le había contradecido, chantajeado, y excitado tanto.

Definitivamente ella tenía que ser su mujer.

Sonrió macabramente, y Lisa la miró confundida.

- ¿En qué piensas?.

- Te vas conmigo. Tu alma me pertenece.

- ¿Qué?. ¿Y mis amigas?.

- No me importan tus amigas. Ellas son libres.

- ¿No es eso muy injusto?.

- ¿Te parezco la reina de la justicia?. Nos vamos.– La tomó de la mano, y se transportaron inmediatamente al inframundo.

- Oh, demonios. No quiero sufrir eso de nuevo.– Dijo al ver a los demonios acercarse.

- ¡Alto!.– Gritó la morena.– Ella ahora es mi mujer. Quien se atreva a tocarla más que yo, las pagará.

Todos se arrodillaron y volvieron a sus lugares; a torturar personas.

- ¿Tu mujer?.– Sonrió Lisa landinamente.

- Mi mujer.– Afirmó.