Una vez más se encontraban en la enorme y cálida cama. Su cama matrimonial.
Después de casi un mes de casado, Naruto aún no se acostumbraba a aquello. Siempre había vivido solo. Nunca hubo nadie que lo recibiera al llegar de una pesada misión. La soledad arropaba sus noches cuando se acostaba sobre su estrecha y pequeña cama.
Sin embargo ahora tenía a una persona que ocupaba ese vacío en su corazón. Una persona que todos los días lo recibía con una radiante sonrisa en su rostro y que compartía su cama todas las noches.
Pero algo no iba a bien...
Mientras observaba el blanco techo sobre él, desvió la mirada a la que ahora era su esposa. Ella yacía dándole la espalda mientras dormía profundamente.
¿Así era dormir con alguien?
Las semanas que habían compartido la cama, habían noches en las que sentía el impulso de atraerla hacia el y abrazarla hasta que el alba les recordará que un nuevo día había llegado.
Pero no se atrevía.
Tan solo tocarla desataba un fuego ardiente en su interior, una excitacion desconocida recorría todo su cuerpo y algunos impulsos indebidos se apoderaban de él. Era como si no pudiera controlar la bestia que habitaba en él. Y no. No se trataba de Kurama, ya había hablado del asunto con él y este le había enseñado que era totalmente normal que un hombre se sintiera atraído por la mujer que ama. Ese deseo que lo recorría de los pies a la cabeza era la prueba de que Hinata era la indicada, y cuando se sintiera listo podría dejar ir esa pasión y unirse a ella en una sola carne.
Aquello último era lo que no entendía. Es por eso que a la mañana siguiente iría en busca de respuestas. Quizás Sai podría prestarle algún libro donde le explicara en que consistía aquella unión.
Recordaba una vez, después que hubiera terminado la celebración de la boda, que Kakashi se le había acercado y le había contado que los libros como los que él leía y los que solía escribir el sabio pervertido, le explicarían mejor cómo complacer a Hinata en su noche de bodas.
El había ignorado aquella sugerencia pensando en que quizás era estupido pensar en complacerla de aquella forma indebida. Pensaba que quizás Hinata se sentiría incómoda si el actuaba de manera pervertida como los hombres en aquellos libros.
Pero ahora no estaba tan seguro de aquello. A veces cuando se besaban él podía sentir como ella frotaba su cuerpo de forma desesperada contra él, como exigiendo que la tocara.
–¡Maldición!– se cubrió la boca al
Darse cuenta de que había gritado y miró para observar si había despertado a su linda esposa. Por suerte no lo
Había hecho. Pero es que el simple
Pensamiento de tocar a Hinata en aquellas partes ... hacía que todo su cuerpo reaccionara.Se acomodó de espalda a Hinata e intentó cerrar los ojos para descansar. Mañana se iría en una misión y no podía estar agotado. Más adelante le daría cabeza a toda aquella situación.
***
Hinata se despidió de su esposo muy temprano en la mañana. Naruto partiría a la aldea de la arena para una misión especial. Suspiro con anhelo al percatarse de que no lo vería en todo ese tiempo.
Por suerte ella también se iría de misión y aquello la mantendría distraída del
estado en el que se encontraba su matrimonio.No podía dejar de pensar en la conversación que había tenido
con Kuranei días atrás. Ella le había explicado las artes de la seducción para que ella y Naruto sellaran su matrimonio. Pero ya lo había intentado todo. O al menos casi todo.