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-¿Sabes una cosa?
Me pregunto por qué estamos haciendo todo esto. Y no hablo sobre algo en específico, me refiero a "el todo" ¿Te has preguntado dónde estarías sentado justo ahora sí hubieses cambiado algo de tu pasado? ¿Lo más mínimo? ¿Estarías justo ahora teniendo esta charla conmigo? La cocina de madera, el vestido empolvado y el pastel de cereza, ¿Habrían estado?

Tu silencio me incómoda.

Toma un trozo de pastel. Voy a cerrar la boca.

-¡Alicia! Ven aquí pequeña, toma un trozo de pastel. Es de... Oh diablos, ¿De qué era Margaret? Ah cierto. ¡Alicia! ven por pastel de cereza.
...
Aquí tienes pequeña, y ve por algo de leche. ¡Ah! y de paso dale un poco a Margaret, ¿Quieres? Iré por el gato.

- Sí mamá.

Dejé a Margaret en la cocina junto con Alicia. Me apresuré por el piso de madera. La madera habla, ¿Lo sabías? ¿Alguna vez te has detenido a escucharla? te cuenta historias. La mayoría acerca de un pasado melancólico, lleno de otoños e inviernos. Fantasmas y amantes. Pero otras, son historias que descubren muy en lo profundo de tu ser, historias llenas de magia, mismas que se desechan con el paso del tiempo y solo recuerdas cuando estas a solas, con la madera y el frío, helandote los huesos.

Bajé al sótano, cubierto de polvo y con esa pequeña luz dorada que hace que te duela la cabeza.

Llame al pequeño...

Solo escuché su maullar, pero no le e visto la cara. Deje su plato en el piso y
volví a la cocina, pero Alicia no estaba. Margaret, te he pedido solo que le cuides, ¿Es que acaso hablo otro idioma?

- ¡Alicia! ¡Ali...
- ¿Sí?
- ¿Dónde te has metido?
- Fui por la leche.
- Oh, bien, sírvela por favor. Puedes ir a merendar a tu habitación, ¿Sabes? Necesito limpiar la cocina.
- Está bien mamá.

Margaret veía el vaso de leche con especial atención, y me preguntó por qué, ¿Será que tendrá algo de malo?
¿Está vencida? ¿El vaso huele mal? Dime Maggy.

Sus ojos vagando por el vaso me están volviendo loca.
- Margaret, quisiera hablar contigo, ¿Sabes? Hace tiempo que Nicolás me a dicho que me siente un tanto extraña. ¿Te lo parezco?
- No.
- ¿Verdad? También, me gustaría ya sabes. Alicia... La amo tanto.
- Me parece una niña boba.
- ¡Margaret! No llames así a mi pequeña. Porqué, ¿Sabes? De hecho me recuerda a mi. Me preguntó si eso es bueno. Hace dos días Nicky nos sentó en la sala y encendió el televisor, trajo patatas fritas. Nos dió mucho amor, ¿Sabes? Fue algo precioso. Cuando terminó la película nos abrazó. A ambas. Nos dijo que nos amaba y nos aceptaba completamente. Que no estábamos solas, ¿Tú crees? ¡Menudo pichón! Me puso sentimental. Le callé con un beso y Alicia lo abrazo.
En ese momento pensé que era algo sin importancia.
Pero, sabes, quizá tenía algo más, pareciera que en verdad algo le inquieta ¿Qué crees tú Margaret?
- ¿Qué debería saber yo?
- No lo sé, hemos estado juntas desde muy pequeñas y sé que Alicia te conoció de la misma manera en la que yo lo hice. ¿Me equivocó?
- No.
- ¡Lo sabía! Y eso es...bueno, jamás me has hecho daño. Sé que eres nuestra amiga. ¿No es así?
- Sí.
- Aunque Nicky, no diga lo mismo.
- No hables de él.
- Vamos, sé que no te cae mal.
- Ni siquiera me conoce, ¿Cómo podría?
- No seas celosa. Nos tienes a nosotras para quererte, ¿No? Anda dime, ¿Qué crees que piensa en realidad Nicky?
- No creo que quieras saber...
- Vamos, dime por fav...

La puerta que da a la calle se abre de golpe.

- ¡Wendy! Amor, ¿En dónde estás?
- Nicky, estoy en la cocina. Ven. Prepare pastel de cereza.

Nicolás dejó la maleta en el sofá y entró a la cocina. Un delicioso beso. Te extrañé, ¿Sabes?

- Siéntate, traeré leche.
- Gracias amor.

 MargaretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora