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Yoo Kihyun. Mi mejor amigo de la infancia.

Cuando lo vi por primera vez quede fechado por sus preciosos ojos rosados, tan brillantes, tímidos y únicos.

Era imposible para mi no verlo.

Adorable, pequeño y llenito. Rápidamente decidí hacerlo mi amigo, deseaba que fueramos amigos eternos.

No entendía por qué todos los otros niños lo trataban tan mal, para mi no daba mala suerte, para mi no estaba maldito, para mi no era para nada feo.

Me harté de ver sus mejillas rojas del llanto e impotencia, había ecuchado de los otros niños que Kihyun era adoptado, que hasta sus propios padres lo abandonaron por gordo.

Las imagen de Kihyun llorando me quebró el alma, me enfureci con aquellos niños, lo defendí con todas mis fuerzas y voz, nadie le haría más daño del causado sea verdad o no, no lo permitiría mientras estuviera yo a su lado.

Y no tenía la intención de irme jamás.

Kihyun es mío y yo soy de él, fue mi primer pensamiento al respecto.

Kihyun llegó a tener más amigos además de mi, no solo existía yo para él como pensaba, no estaba para nada bien, debía ser siempre el primero para el de mejillas rosadas.

Me hacía sentir desplazado, furioso de ver como los demás despertaban por el brillo que emanaba Kihyun.

Solo yo podía tocar sus gorditas mejillas, aspirar su perfume frutal al abrazarlo y decirle lo jodidamente hermoso que era cada día que pasaba.

Gracias a Kihyun, mi lobo mostró señales de despertar de su sueño, para proteger a Kihyun.

Estaba muy emocionado, era muy joven para entender que en esa edad normalmente el lobo no da ningún tipo de señal hasta más tarde, me sentía especial y afortunado.

Kihyun y yo nos volvimos cada vez más unidos, creamos costumbres y saludos secretos.

Todo parecía brillar cual sol.

Pero.

Kihyun al pasar el tiempo desapareció. Primero fueron solo algunas clases, lapsos, hasta llegar a los años.

Lo busqué como un perro infeliz todo ese tiempo preguntandome ¿dónde estará durmiendo? ¿estará comiendo bien? ¿estaba bien? Temía lo peor.

Me sentía de lo peor.

Me rendí, ya no tenía fuerzas ni tiempo de pensar en él.

Mis amigos Alfas me contaban el como sus lobos partían presencia, como sus sentidos se agudizaban y podían sentir todo tan palpable que daba miedo.

¿Y mi lobo que apareció tan imponente frente a Kihyun? Dormido, muerto tal vez.

No lo sabía y hace mucho que no me importaba. Pero si sabía una cosa con seguridad.