Plan perfecto.

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-Debe haber sido tu imaginación, aquí sólo estamos tú y yo -Dijo Ashton acercándose a mi cada vez más. Yo esto ya me lo conocía y no lo iba a aceptar.

-Echa hacia atrás, hemos quedado en cena, salida, merienda... Lo que sea, y punto -Sin decirle nada más, me dispuse a salir de allí y lo más pronto que pudiese, no soportaría un segundo más viéndole esa mirada que tanto me atemorizaba.

Salí de los vestuarios y con los pasos firmes, cogí mi bolsa y me fui fuera del instituto que como supuse, estaban mis amigas; Adele, Chris y Sophia.

-Hola chicas –Les saludé con la mayor naturalidad que pude, no podía decirles que Ashton me había chantajeado con lo de mi muñeca, cosa que no sabían ellas.

-¿Ya estás mejor o tenemos que llevarte a la heladería a ver si se suben esos ánimos? –Me codeó Sophia. Amaba su positividad en todo momento, ojalá pudiese ser en algún momento yo así.

-Realmente estoy mejor, pero no vendría mal ir a la heladería, ¿no? –Miré hacía el cielo intentando convencer de algún modo, que fuésemos a la heladería.

-¡Venga vamos, que me apetece un helado de vainilla! –Se entusiasmó Adele. También adoraba la alegría que llevaba siempre esta chica dentro del cuerpo.

De camino a la heladería nos contábamos anécdotas graciosas que nos habían ocurrido recientemente o en el pasado y realmente me ayudó a despejar mi mente de las palabras, los gestos, las miradas y las sonrisas de complicidad de Ashton que tanto me temorizaban. Cuando llegamos Chris y Sophia se sentaron en una mesa mientras Adele y yo pedíamos los helados. Adele recogió el helado de Chris mientras que yo el de Sophia. Llegamos a la mesa y empezamos a hablar de temas varios, bastante graciosos la verdad.

-Y claro, no iba a dejar que se me viera todo el trasero delante del parque. ¿Qué hice? Le robé la mochila a mi primo y la llevé pegada al trasero hasta que llegamos a casa. ¡Menudo marrón! –Nos contaba Sophia con todo su ímpetu. Yo no pude evitar reírme al pensar la escena de Sophia.

En ese momento Adele se aclaró la voz y me miró firmemente. Un escalofrío me recorrió la espalda que no me gustaba ni un pelo.

-Ahora vamos a hablar… Redoble Chris por favor –Chris hizo un redoble con la lengua y simulaba unas baquetas con las manos- Vamos a hablar del amor, si señor, ¡del amor!

-Ay no –pensé. Odio con toda mi alma hablar del amor, pensar en el amor, e incluso oír cosas del amor. ¿Me he sentido atraída por alguien? Por supuesto, ¿He visto películas moñas? Por supuesto, pero nunca olvidaré que todo lo que se repite seguidamente aburre y se aborrece.

-A mi me parece un bombón en toda regla… Zac, el capitán del equipo de baseball. No hay quién se le resista –Dijo Chris suspirando cuál enamorada.

-Pues uno bien atractivo, uno de esos qué dices “Madre mía, está más bueno que el pan del día” pues diría que Bradley Cooper, ¿o no Perla? –Me codeaba bastante fuerte Sophia mientras levantaba las cejas muy rápidamente.

-No te puedo negar que Bradley es guapo –Le contesté más bien seca, por así decirlo. Nunca había hablado de chicos con otras chicas y para ser la primera vez lo llevaba “bien”. Me dispuse a terminarme ya el helado que poco le faltaba para pasar a estado líquido.

-Y… qué tal si dijese… -entre las tres se miraron y no me gustaba ni un pelo esas miraditas, eran las mismas de cuando me apuntaron al equipo de basketball- Que pasaría si dijese al grande, y famoso… ¿Austin Mahone?

En el momento que terminó el apellido del imbécil escupí el helado que me quedaba dentro de la boca y me ahogué por ello. Cuando escupí me dirigí al suelo para no mancharlas y así no me vieran el rojo de mi cara. ¿Cómo se les había ocurrido preguntar por el imbécil, sabiendo que somos peor que el perro y el gato?

Once de Noviembre. (Austin Mahone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora