Se ha vuelto loco.

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Me quedé pestañeando un buen rato. ¿Austin Mahone me había dado un beso a la mejilla? No, esto no podía ser, pensé. Pero por un momento pensé como me había sentido al notar sus labios rozar mis mejillas. Sin darme cuenta, mi piel se erizó. ¿Pero esto que es? pensé. Con un ataqué de rabia me fregué el brazo para quitar la piel de gallina y continué entrenando. Cada minuto que pasaba entrenaba con más rabia. Ese beso me estaba estorbando en la cabeza y encima me estaba malhumorando. 

Con otro ataque de rabia golpeé la pelota contra el suelo fuertemente que por mala suerte la pelota me dio en toda la cara. Inmediatamente me puse la mano en la cara intentado calmar el dolor, pero era insoportable. Por culpa del imbécil me había pasado esto. Me aparté de la cancha y me senté en un rincón poniendo mi cara en mis rodillas y cerré los ojos. Empecé a pensar. Primero me sonríe, luego me trata como un juguete, después me insulta y se mofa, más tarde, intenta joderme y luego me ayuda a entrenar... Pensaba hasta que alguien interrumpió mis pensamientos.

-¿Hola? -Escuché una voz masculina delante de mi.

Por inercia levanté la cabeza, y allí estaba uno de los chicos más guapos que había visto en mi vida. Era rubio, con los ojos verdes y alto, o al menos eso parecía desde mi situación.

-Hola -Le contesté rascándome la cabeza mientras me resentía del dolor de mi cara.

-¿Te ocurre algo? Estaba corriendo en la pista de atletismo y te he visto... -Dijo tocándose la nuca nervioso.

-No tranquilo, estoy bien -Intenté levantarme mientras decía eso pero me dió un pinchazo la nariz e inmediatamente puse mis dos manos sobre ella mientras cerraba los ojos fuertemente. Noté sus manos tocar mis hombros delicadamente. Al momento abrí los ojos y estaba mirándome con cara de preocupado. Sentir esos ojos tan verdes cerca de mi me pareció algo hermoso. Pero su vista se desvió hacia mi labio superior. Me puse muy nerviosa, pero cuando noté algo húmedo lo entendí.

-Espera aquí, ahora vengo -Dijo mientras se iba corriendo con una velocidad impresionante. No habrían pasado ni dos minutos y ya había vuelto.

Me entregó una toalla y hielo envuelto en un plástico. Realmente no sabía que hacer y miraba a la toalla y al hielo desconcertada. El chico al verme en esa situación se echó a reír y pude ver su asombrosa sonrisa. Era guapísimo.

-Tienes que ponértelo así -Dijo mientras cogía el hielo y me lo ponía suavemente en la nuca. Mientras yo, me limpiaba la sangre con la toalla. Cuando mi nariz decidió parar de sangrar, me dirigí a hablarle.

-Gracias -Le dije sin más.

-¿Gracias? No ha sido nada, te he visto como te has hecho eso y me había preocupado -Me dijo llevándose la toalla.

-Por eso mismo, gracias por preocuparte -Le respondí con una sonrisa y el me contestó de la misma manera. Madre mía, era jodidamente adorable.

-Por cierto, ¿cómo te llamas? -Me preguntó rascándose la nuca visiblemente nervioso.

-Perla, Perla Collins, encantada. ¿Y tú?

-Bradley, Bradley Cooper, encantado -Me respondió con una sonrisa. No pude evitar responderle de la misma manera- Bueno, yo me debería ir ya, ¿nos vemos mañana aquí? -Me dijo mientras ya se iba yendo.

-Claro, aquí estaré -Le contesté mientras veía como se alejaba sacudiendo su mano.

¿Porque no habían chicos así en el instituto? pensé. Sacudí mi cabeza y recogí mis cosas y puse rumbo hacía mi casa.

Cuando llegué allí estaba esperándome mi hermano con los brazos apoyados en la cadera y con una ceja alzada. Aquella situación me pareció graciosa pero evité reírme.

Once de Noviembre. (Austin Mahone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora