CAPITULO 1
Si me comiera un pan por cada vez que me han dicho que soy un chico: raro, complicado y dramático lo mas probable es que en estos momentos estaría obeso aunque pensándolo bien creo que no. Soy de esas personas que por mas que come y come no engorda. Bueno no nos desviemos estábamos en lo raro complicado y dramático que soy. Para entender porque soy así (porque en realidad si lo soy) debo empezar desde el inicio.
Todo comenzó cuando nací ahí empezaron los problemas...para mí. Quiero ser sincero conmigo mismo y tener el valor de decir algo de lo que no había estado seguro durante muchos años pero es cierto, ahora lo veo mas claramente. El no tener padre fue una de las marcas con la que crecí. Cada vez que veía en la calle una familia o un padre y su hijo me invadían los pensamientos acerca de como o cuán diferente habría sido mi vida de tener uno. No estoy diciendo para nada que no fuí feliz junto a mi madre. Todo lo contrario, no pude haber deseado una mejor madre. Mi mamá hizo todo lo posible por ofrecerme comida, alimento y un lugar estable en donde vivir...nunca me faltó nada. Ahora soy consciente de cuántos sacrificios hizo por mí, de cuantas cosas se privó por mí y de cuanto sufrimiento le causé con mis acciones. Pero todo eso lo contaré a su debido tiempo.
La mayor parte de mi infancia la pasé solo, solín, solito. No me molestaba, lo entendía, entendía las circunstancias, entendía el motivo. Con el tiempo me fuí acostumbrando a la soledad, me sentía mejor estando solo que en compañía, característica que poco a poco e inconscientemente se fue adhiriendo a mi forma de ser. No recuerdo mas de mi infancia. Al igual que muchos de los que están leyendo esto la olvidé. Desde niño mi mamá me educo lo mejor que pudo, me compraba libros láminas, enciclopedias, etc. Al pasar tanto tiempo solo y con tanta ayuda visual fuí acostumbrándome a la lectura la cual ya dominaba con 5 años de edad.
Estirándome en la silla en las que estoy sentado ahora, acabo de recordar algo. A los 3 años mi mamá me regalo un perro. No tenía ninguna raza pero a mí me daba igual, lo llamamos Betobhen. Fué mi primera mascota, me encantaba jugar con él.
Volviendo al tema de la lectura tenía un problema al pronunciar la letra R. Poniendo un ejemplo (el cual me lo puso el médico) en vez de decir ferrocarril, como cualquier persona normal, yo pronunciaba feggocaggil. Y al médico no se le ocurrió mejor solución que recetarme practicar diciendo esa palabra con un lapicero en medio de la boca. No sé si realmente sirve o simplemente quería tomarme el pelo. Pero mi mamá le creyó y ya me pueden imaginar todos los días aproximadamene por una hora un niño de 4 años con un lapicero en la boca corriendo por la casa gritando: FEGGOCAGGIL, FEGGOCAGGIL, ¡FEGGOCAGGIL!...era humillante.
No sé si funcionó, porque cuando nadie estaba obviamente no lo hacia, pero luego de un año el problema se arregló. Como dato curioso un dia cansado de hacer eso, meti el lapicero a la boca de mi perro pero como era muy pequeño y no cabia en su boca cogí un palo y se lo puse en medio mientras le decía:
—Di egge, di egge.
Cosas de niños.
Fue entonces que llegaron los 6 años, momento en el que ingrese a la primaria. A partir de esta edad si recuerdo con lucidez muchas cosas que comenzare a narrar de manera mas fluida.
En algún momento todos tuvimos un amor de infancia, la primera chica que nos “gustó" ya que decir enamoramos es muy prematuro. Todos tuvimos ese WARMA KUYAY. Yo también lo tuve al igual que cualquier varón.
Dicho esto pueden olvidarse de mi. Yo era el yo del futuro, un narrador omnisciente que ya lo sabe todo. Ahora pasaré a narrar las cosas en primera persona tal y como las recuerdo. Los veo luego.
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MEMORIAS DE UN IDIOTA
Teen FictionLa vida amorosa no siempre se debe contar desde el punto de vista de una mujer