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— Despertaste — Hyung Jun quería llorar, de alguna forma sentía una carga en su corazón al verlo ahí tirado en la cama, tal vez si no hubiera gritado y peleado con él, habría obtenido darse cuenta de que estaba mal, seguramente el contrario no quiso decirlo no quería asustarlo,
después de todo así era su hyung, sufria en silencio, ahora se lamentaba por haberle dicho que era egoísta cuando este nunca a demostrado ese tipo de actitud. Con las pocas fuerzas que tenía Jung Min levantó su brazo y con su mano trato de acariciar su mejilla, dibujó una pequeña sonrisa estaba feliz por tenerlo ahí.

-Perdoname, soy un tonto—solto las lágrimas que había tratado de retener sin embargo no fue posible ya que la sonrisa de aquel angel hizo que se comprimiera su corazón, sentía culpa, bajo la cabeza apenado, el mayor nego a lo que decía, pues no tenía que disculparse con nada, levantó su barbilla  para otorgarle serenidad.

—No lo eres—el castaño soltó los dedos que tenía enlazados, para tomar con las dos manos la que le hacía cariño en su cara, apretó firmemente para luego besar la comisura de los nudillos.

En aquella habitación se encontraban dos almas enamoradas, perdidas en aquellas miradas de amor que se compartían, su mundo giraban en torno solo a ellos, y aquel silencio que abundaba solo hacia que las palpitaciones de su pecho se escucharan, porque así era su corazón se aceleraba al tener la presencia del otro a su lado.

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Habían pasado los días desde que el mayor le dieron el alta en el hospital, ahora se encontraba leyendo un libro en su cama, pues era bastante aburrido no hacer nada, ya que los miembros lo obligaron literalmente a reposar por una semana, a veces se preguntaba si era tan necesario, pero no le quedaba de otra que aceptarlo, después de lo sucedido todos estaban alterados al oír que se había desmayado, por eso tomaron la opción de cuidarlo hasta que se haya mejorado, no estaban dispuesto en ponerlo en riesgo otra vez.

Lo único que agradecía era que las cosas con Jun se habían arreglado, pues ahora eran más cercanos que antes, además que el menor lo atendía muy bien aunque era un poco exagerado, pero le agradaba eso de él.

-Min voy a pasar, interrumpiendolo de su lectura, se fijo en lo hora, era momento de tomarse su medicina.

—Adelante— no se sorprendió en ver a la persona que tanto quería decirle que le amaba, y si, este no fue capaz de expresar sus sentimientos cuando estaban en el hospital, ya que el contrario le dijo que debía descansar
porque no quería que se sobresforzará y no quería oír un no como respuesta, dejándole sin ninguna alternativa más que asentir desilusionado.

El castaño se aproximó para sentarse en una silla que se encontraba cerca, dejó el vaso con agua en el mueble con una tableta, pues esa era la que le recetó el médico, al ver al personaje que se encontraba al frente suyo, no pudo evitar regalarle una de sus características sonrisas con hoyuelos, el cual fue copiado por el mayor.

—¿Te sientes bien?—una vez que oyó la interrogante, asintió de una manera tierna que hizo que agitara el corazón del contrario—Me alegro—se quedaron en silencio por un rato, pues no tenían palabras en su boca, el peli negro aprovechó el instante para confesarse, ya no aguantaba más lo que tenía guardado en lo más profundo de su interior.

— Jun...quiero decirte algo, el menor
abrio un poco los ojos, por alguna razón sentía lo que sentía por el lider desde que pelearon no han sacado el tema a flote, sin embargo comprendía que habría un momento que ya no podría escabullirse ya no quería discutir ni alejarse del otro, estaba dispuesto a dejarlo ir mientras el fuera feliz, nada más importaba para él que ver el semblante alegre de su amor.

—Te escucho—suspiro cabizbajo, se aproximaba lo que más le dolía aceptar.

El peli negro reunió todo el valor que necesitaba para soltar la frase que tanto tiempo espero para expresarla.

MinJunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora