Capítulo 10

1.4K 52 2
                                    

No pensé que el timbre que anuncia el final de la clase fuera a sonar nunca. Cálculo era terriblemente largo y aburrido, e inglés era horripilante. Me encontré a mí misma mirando a Zayn muchas veces, ansiosa por sentir de nuevo los efectos adormecedores que provoca en mi mente sus brazos, manos, y labios.
Sólo recé para que mis amigas no lo notaran. Jessica, por supuesto, me creería si le digo que está imaginando cosas; Casey, por otro lado... bueno, con suerte Casey estaría muy absorbida con la clase de gramática del Sr. Perkins, ja, ¡sí claro!, para mirarme. Probablemente me interrogaría por horas y adivinaría todo lo que había pasado, viendo a través de mis negaciones. De verdad necesitaba salir de aquí antes de ser expuesta.
Pero para cuando finalmente sonó el timbre, no tenía prisa por salir.
Jessica entró a la cafetería con su rubia coleta balanceándose tras ella. —¡No puedo esperar a verlo!
—Lo entendemos, Jess —dijo Casey—. Amas a tu hermano mayor. Es lindo, en serio, pero has dicho eso como... ¿veinte veces hoy? ¿Treinta quizás?
Jessica se sonrojó.
—Bueno, no puedo esperar.
—Por supuesto que no puedes — sonrió Casey—. Estoy segura de que estará feliz de verte también, pero quizás quieras calmarte un poquito. —Se detuvo en medio de la cafetería y miró sobre su hombro hacia mí—.
- ¿Vienes, ______?
—No —dije, agachándome y jugando con los cordones de mis zapatos—. Tengo que... atar esto. Adelántense chicas. No aplacen la reunión por mí.
Casey me dirigio una mirada complice antes de asentir y empujar a Jessica hacia adelante. Comenzó una nueva conversación para distraer a Jessica de mi patética excusa. —Háblame de su prometida. ¿Cómo es? ¿Es guapa? ¿Tonta como un saco de patatas? Quiero los detalles.
Esperé en la cafetería unos buenos veinte minutos, sin querer tener la oportunidad de encontrármelo en el aparcamiento. Qué gracioso que, hace menos de siete horas, había estado evitando a un chico completamente distinto... uno por el que ahora estaba desesperada por ver.
Tan enfermo y retorcido como era, no podía esperar a estar de vuelta en la habitación de Zayn. De vuelta a mi propia isla privada. De vuelta a mi mundo de escape. Pero primero tenía que esperar que Jake Gaither saliera del aparcamiento.
Cuando me sentí segura de que él se había ido, salí de la escuela, poniéndome el suéter. El viento de febrero golpeó mi cara mientras me movía a través del aparcamiento vacío, la visión de mi coche no me brindó ninguna comodidad. Me senté en el asiento del conductor, temblando como una loca y encendí el motor. El viaje a casa pareció durar horas, aunque el instituto de Hamilton está a sólo cuatro kilómetros de mi casa. Había comenzado a preguntarme si podía llegar a casa de Zayn unas pocas horas antes, cuando entré a mi cochera y recordé a mi papá. Oh, genial. Su coche estaba aparcado allí, pero todavía no debería estar de vuelta del trabajo.
— ¡Maldición! —Gemí, golpeando el volante y saltando como una idiota cuando sonó la bocina—. ¡Maldición! ¡Maldición!
La culpa se apoderó de mí. ¿Cómo me pude olvidar de papá? Mi pobre papá, solo, atrincherado en su dormitorio. Me preocupé mientras salía del coche y caminaba pensando que estaría en su habitación. Si lo estaba, ¿tendría que tumbar la puerta? ¿Luego qué? ¿Gritarle? ¿Llorar con él? ¿Decirle que mamá no lo merece? ¿Cuál era la respuesta correcta?
Pero papá estaba sentado en el sofá cuando entré, con un tazón de palomitas de maíz en su regazo. Dudé en la puerta, sin estar segura de qué demonios estaba sucediendo. Se veía... normal. No se veía como si hubiera estado llorando o bebiendo ni nada. Sólo se parecía a mi padre con sus gruesas gafas de montura y desordenado cabello castaño rojizo. De la misma manera en que lo veía todos los días de la semana.
—Hola, Abejorro —dijo, mirándome—. ¿Quieres palomitas? Hay una película de Clint Eastwood en la AMC.
—Um... no gracias. —Miré alrededor de la habitación. No había vasos rotos. Ninguna botella de cerveza. Como si no hubiera estado bebiendo nada ese día. Me pregunté si eso era el final. Si la recaída había terminado. ¿Las recaídas funcionaban de esa manera? No tenía idea. Pero no podía evitar sentirme precavida—. ¿Papá, estás bien?
—Oh, estoy bien —dijo—. Me desperté tarde esta mañana, así que llamé al trabajo y les dije que estaba enfermo. No he cogido ninguno de mis días de vacaciones, así que no es gran cosa.
Miré hacia la cocina. El sobre manila todavía estaba intacto en la mesa de la cocina. Intocable.
Debió seguir mi mirada, o adivinarlo, porque con un encogimiento de hombros dijo: —Oh, ¡esos estúpidos papeles! Ya sabes, me tenían en un aprieto. Finalmente pensé en ello y me di cuenta de que sólo son un error.
—El abogado de tu madre escuchó que se había ido un poco más de tiempo de lo usual y soltó la bomba.
— ¿Has hablado con ella?
—No —admitió papá—. Pero estoy seguro de que ese es el problema. Nada de que preocuparse abejorro. ¿Qué tal el día?
—Estuvo bien.
Ambos estábamos mintiendo, pero yo sabía que mis palabras no eran ciertas. Él, por otra parte, parecía genuinamente convencido. ¿Cómo podía recordarle que la firma de mamá estaba en los papeles? ¿Cómo podía devolverlo a la realidad? Eso sólo lo llevaría a su habitación de nuevo o lo enviaría en búsqueda de una botella y arruinaría este momento de paz fabricada.
Y no quería ser la que estropeara la sobriedad de mi papá.
Consternado, decidí mientras subía las escaleras hacia mi habitación. Estaba simplemente consternado. Pero la negación no iba a durar mucho. Eventualmente tendría que despertar. Sólo esperaba que lo hiciera con gracia.
Me estiré en mi cama con mi libro de cálculo en frente de mí, tratando de hacer una tarea que realmente no entendía. Mis ojos continuaban saltando al reloj despertador de mi mesita de noche. 3:28... 3:31... 3:37... Los minutos pasaban, y los problemas de matemáticas se volvieron borrosos, patrones de símbolos indescifrables, como runas antiguas.
Finalmente cerré el libro y reconocí mi derrota. Esto era enfermo. No debería estar pensando en Zayn. No debería estar besando a Zayn. No debería estar durmiendo con Zayn. Maldita sea, semanas antes habría pensado que hablar con él era horrible. Pero mientras más giraba en mi mundo, más atrayente se volvía. No me malentiendan, todavía lo odiaba con pasión. Su arrogancia me hacía querer gritar, pero su habilidad para hacerme olvidar, aunque sólo sea temporalmente, de mis problemas lo dejaba en lo alto. Era mi droga. Estaba enferma. Aún más enferma era la forma en la que le mentí a Casey, sobre esto cuando me llamó a las cinco y media.
—Hola, ¿estás bien? Oh, Dios mío, no puedo creer que Jake esté de vuelta. ¿Estás, como en estado de pánico? ¿Necesitas que vaya a tu casa?
—No —estaba nerviosa, todavía miraba el reloj cada pocos minutos—. Estoy bien.
—No te lo guardes, ______—instó.
—No lo hago. Estoy bien.
—Voy para allá —dijo ella.
—No —dije rápidamente—. No lo hagas. No hay razón para ello.
Hubo silencio por un segundo, y cuando Casey habló de nuevo, sonaba un poco herida. — De acuerdo... pero, quiero decir, incluso si no hablamos acerca de Jake, podríamos salir o cualquier cosa.
—No puedo —dije—. Yo, um... —Eran las cinco y treinta y tres. Aún había una hora para poder salir a lo de Zayn. Pero no le podía decir eso a Casey. Nunca. —Pienso que me voy a ir a la cama temprano esta noche.
— ¿Qué?
—Me quedé despierta hasta muy tarde anoche viendo, u... una película. Estoy exhausta.
Ella sabía que estaba mintiendo. Era muy obvio. Pero no me cuestionó. En su lugar, sólo dijo: —Bueno... bien, supongo. ¿Pero quizás mañana? ¿O este fin de semana? En verdad necesitas hablar de ello, ______. Aun cuando pienses que no lo necesitas. Sólo porque es el hermano de Jessica...
Al menos ella pensó que estaba mintiendo para encubrir mis asuntos con Jake. Prefería que pensara eso, que la verdad. Dios, era una amiga de mierda. Pero Zayn era algo acerca de lo que tenía que mentir. A todos.
Cuando finalmente se hicieron las seis y cuarenta y cinco, agarré mi suéter y corrí hacia abajo por las escaleras, sacando las llaves de mi bolsillo. Encontré a papá en la cocina, calentando en el microondas unas mini pizzas. Me sonrió mientras me colocaba mis guantes. —Oye, papá —dije—. Volveré más tarde.
— ¿A dónde vas, Abejorro?
Oh, uh, buena pregunta. Este era un problema que no había anticipado, pero cuando todo lo demás falla, di la verdad... o al menos parte de ella.
—Voy a la casa de Zayn Malik. Estamos trabajando en un ensayo para inglés. No llegaré a casa tarde —Oh, por favor, pensé. No permitas que mis mejillas se sonrojen.
—De acuerdo —dijo papá—. Diviértete con Zayn.
Salí de la cocina antes de que mi cara ardiera en llamas. — ¡Adiós, papá!
Casi corrí hasta mi coche y me resulto difícil cuando entré en la autopista. No iba a obtener mi primera multa por Zayn Malik. El límite tenía que estar señalado en algún lugar.
Entonces de nuevo, ya había cruzado varios límites.
¿Qué estaba haciendo exactamente? Siempre me había burlado de las chicas que jodían con Zayn, y aun así, aquí estaba yo, volviéndome una de ellas. Me dije que había una diferencia. Esas chicas pensaban que tenían una oportunidad con Zayn; lo encontraban sexy y atrayente, lo que de una forma retorcida, supongo que lo era. Ellas pensaban que era un buen chico, que podían domarlo, pero yo sabía que era un imbécil. Sólo quería su cuerpo. Ninguna atadura. Nada de sentimientos. Sólo quería el subidon.
¿Eso me hacía una drogadicta y una prostituta?
Detuve mi coche en frente de la inmensa casa y decidí que mis razones eran justificadas. La gente con cáncer fumaba marihuana con prescripción médica; mi situación era muy similar. Si no usaba a Zayn para distraerme, me volvería loca, así que en realidad me estaba salvando de la autodestrucción y una montaña de facturas por terapia.
Caminé por la acera y toqué el timbre. Un segundo después, el seguro sonó y el pomo giró. En el instante en que la sonriente cara de Zayn apareció en la puerta, supe que, a pesar de mi razonamiento, esto estaba mal.
Asqueroso. Enfermo. Poco saludable.
Y completamente estimulante.

Duff |Zayn Malik y tu| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora