Mórbido Silencio

Parte 3 Horroroso Final

Eva comenzó a pensar el porqué de esta situación, ¿Cómo? Si todo venía tan bien. Isaías no estaba, la voz de su abuela había desaparecido hasta que conoció a Moisés, aunque Eva siguió ignorándola. Comenzó a dejar de creer en su abuela, el problema ya no era Isaías. Ni tampoco creía que lo fuera Moisés.

Así estuvo todas las noches siguientes de la semana averiguando el porqué de su mala suerte. Hasta que considero que; cuando mató a María Luisa, todo siguió; cuando asesinó a Isaías, todo anduvo bien hasta que... ¡Claro! Conoció a Moisés. Ahí fue cuando recapacito: ¿Moisés estaba embrujado? ¿Él era el que estaba maldito? ¿Y contagiaba a Eva?

Si, era eso, ¿Qué mas podría ser? Aun quedaba ácido, no lo había vertido todo sobre Isaías. Podría hacérselo inhalar, o quizás ponérselo en la comida.

Lo más rápido, concluyó Eva, era que lo ingiriera, junto con la comida. Y esa cena, de esa noche, lo hizo. Vertió una tapa llena del ácido en su plato de él estofado que cenaron, y la historia se repitió. A Moisés se le cerró la garganta y comenzó a retorcerse en el suelo como un papel quemándose, hasta quedar inmóvil. Y ese fue su fin. Los días siguientes, Eva comenzó a repuntar, volvió a plantar sus frutas y verduras, y tuvieron éxito; recuperó su antiguo empleo, como si nunca lo hubiera perdido. Pero aun así, ella estaba triste. Su vida había vuelto a mejorara, pero estaba sola ¿De que servía una vida buena pero en soledad? Al meditarlo todo el día lo vio. Lo reconoció. Ella siempre fue el problema. Pero ¿Por qué su abuela nunca se lo dijo? ¿No quiso reconocerlo?

Esto causó en Eva una gran tristeza y remordimiento que no podía soportar. No quería continuar una vida llena de arrepentimientos y tristezas, así que no lo pensó mucho.

Tomó en sus manos el ácido, fue a su baño y en silencio absoluto, se bebió toda la botella restante. Sus retorcijones duraron solo unos segundos. El ácido fue mortal y actuó casi al instante por tanta cantidad ingerida.

Fin.