Prólogo

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Un brindis por cada día que en vez de llevar conocimiento a la casa, llevamos una pena en el liceo.

¿Existe alguien que por una vez en su vida no haya sido motivo de burla en su salón?

Cualquier desliz, respuesta, lo que sea; de alguna manera u otra los desgraciados se enteran, y no es para consolarte.

Siendo la víctima puede ser algo horrible, sin embargo, si estás del lado de las risas y la emoción infantil todo parece ser diferente, e incluso salir beneficiado. Entonces, si las cosas salieron a tu favor no hay razón para preocuparse, ¿verdad?

La vida de Joseph Mailer cambió de un día para otro, eso de ser un estudiante ignorado quedó atrás.

En su colegio eran muy normales las humillaciones públicas, y los rumores no tardaban en llegar a todos. Ni las conversación con tu madre en el teléfono eran privadas.

Joseph casi no hablaba con nadie, solo con algunas personas cercanas. Su voz gruesa era escuchada en clase y nada más para participar en ésta. Por eso, el dia que todo pasó ni él mismo logró comprender que sucedió.

Comprendió la intensidad del asunto cuando llegó al liceo el día siguiente y sus compañeros le hablaron, no solamente ellos, incluso estudiantes de otros grados, le palmeaban la espalda y se reían recordando lo sucedido.

Cuando pensó que lo dejarían así, le crearon un apodo, luego al suponer que ya lo olvidaron surgieron las invitaciones a las fiesta.

Al final, él mostró ser una persona extremadamente agradable, solo que tímido al principio. Todo estaba bien, al fin era de ese grupo《popular》. ¡Final feliz!

No obstante, algo no lo dejaba en paz; esos momentos en que hablaban del incidente o al toparse con el chico gay en los pasillos, y escuchar los comentarios desagradables que decían sus amigos.

Cada vez que su mirada se encontraba con ese joven de cabellera rubia oscura con puntas teñidas, ojos azul agua y finos labios, atacaba nuevamente la culpa. Sentía una extraña presión en su pecho, y un enorme deseo de disculparse.

La gota que derramó el pequeño vaso de culpa fue cuando vió esos mismos ojos que lo miraban con tanto odio y desconfianza, llenos de lágrimas que se deslizaban por sus rojizas mejillas.

Prefería que el diablo le agarra los pies en la noche, antes de volver a ver una escena así.

La vida que llevaba ahora era fantástica, arriesgarse a perderla por una persona sería una completa idiotez. 《En ese caso, en este mismo momento, me declaro un total idiota》pensó Mailer, mientras observaba de lejos al castaño, detallando sus gustos para su próxima disculpa.

Y es que así era él, un joven tímido que podría parecer intimidante a primera vista, aplicado en sus estudios, con ansias de conocer todo tipo de lugares y experiencias. Alguien que se queda pensando si su respuesta fue correcta, siempre estaba pendiente si su mirada al fin dejaba de expresar ser alguien dominante. Él era una persona que no podría vivir sabiendo que le hizo daño a otro ser.

Y ahora, solo quedaba esperar qué tipo de sorpresas vendrían con su elección, desde un desastre hasta calmar su conciencia, e incluso conseguir el amor.

Aclaraciones:

Salón se usa como un sinónimo de aula

No soy lo que creen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora